EDUCACIÓN
Tres zaragozanas, en la nueva Ruta Quetzal que recorre Galicia y el norte de Portugal
Las tres estudiantes han sido elegidas para el programa que fundara el periodista y aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo, que dejó de celebrarse tras su muerte en 2016.
La Ruta Quetzal ha vuelto este año después de dejar de celebrarse en 2016 cuando murió su fundador, Miguel de la Quadra-Salcedo. Se trata de una versión más reducida, solo por Galicia y el norte de Portugal, que mantiene el espíritu de programa educativo y lúdico que mezclaba formación y aventura, aunque en sus orígenes era para unir España y Sudamérica. El Año Xacobeo ocupa un papel destacado en la ruta gallega, con su día grande este lunes, festividad del Apóstol Santiago, cuando los participantes visitarán la catedral tras una marcha a pie por un tramo del Camino.
En la actual edición, que se celebra hasta este martes, se inscribieron unos 800 estudiantes y fueron 156 seleccionados, que forman una representación de todas las comunidades autónomas. Desde Aragón han acudido las zaragozanas Lidia Fraca, Irene Quílez y Elena Pascual. La selección se ha hecho en función de las notas del expediente académico, a diferencia de ocasiones anteriores cuando los aspirantes tenían que presentar un trabajo, han explicado desde la organización, que lidera ahora el hijo del impulsor, Íñigo de la Quadra-Salcedo.
El programa cuenta con el apoyo económico de la Xunta de Galicia y Mar de Santiago, por lo que los jóvenes solo han tenido que pagar 150 euros por los 10 días de experiencias que combinan conferencias en lugares emblemáticos con actividades de turismo de aventura. Se trata de jóvenes nacidos en 2006 y la difusión se ha hecho a través del envío de información a más de 6.000 centros educativos de España.
Desconexión y acampada
Los jóvenes tienen una apretada agenda que combina adquirir conocimientos y visitar lugares con historia. Esta edición gira en torno a varios hitos históricos como el Año Santo Xacobeo y el V Centenario de la Expedición de Magallanes-Elcano, la primera circunnavegación a la Tierra que tuvo lugar entre 1519 y 1522, y en la que participaron los marineros bayoneses Diego Carmena y Vasco Gómez, dos de los dieciocho supervivientes que concluyeron la travesía. En la llamada Expedición Translatio reviven la historia del Apóstol Santiago recorriendo durante diez días los escenarios que fueron testigos de su último viaje.
El programa ha incluido un recorrido histórico y cultural por la ciudad portuguesa de Braga, donde partía la antigua Vía romana número XX per loca marítima o por los lugares marítimos. Han visitado Valença do Minho y Tui, en la provincia de Pontevedra, desde donde han protagonizado un descenso en kayak a lo largo del río Miño, frontera natural entre España y Portugal, hasta llegar a la antigua Aquis Celanis, la actual Caminha, en las puertas del océano Atlántico.
En Galicia han subido a pie al Monte de Santa Tecla en La Guardia, para estudiar a 341 metros sobre el nivel del mar, la historia de su sitio arqueológico o castro y sus petroglifos con más de dos mil años de antigüedad. Desde la organización se define como una expedición "iniciática", "ilustrada" y "científica" en la que se mezclan la educación en valores, la cultura y la aventura.
De 'rutera' a monitora
Entre las monitoras de este año también hay vinculadas a Aragón. Paloma Carreras participó en 2010 como expedicionaria y este año ha vuelto como monitora. "Fue la experiencia de mi vida, conocí a gente de tantos países, me abrió la mente y las ganas de conocer personas de otros lugares y los lugares donde vivían", recuerda de aquel viaje que duró 45 días y con el que recorrió México. En él tuvo la oportunidad de conocer a Miguel de la Quadra-Salcedo, un hombre que le impresionó porque le dio la sensación de que "no le había quedado nada por hacer, que con toda la sencillez sabía transmitir ese espíritu de interculturalidad, de aproximarnos. Era inspirador", recuerda. Nada más terminar aquel viaje tuvo claro que volvería y se sacó el carnet de monitora. Sin embargo, ha tardado más de lo que pensaba por el parón tras la muerte del fundador.
Estudió Enfermería y ahora está haciendo la residencia en salud mental en Lérida. Sigue manteniendo contacto con algunos de sus compañeros y a raíz de su viaje visitó después Argentina, Costa Rica, Brasil y Grecia, donde residían otros 'ruteros'.
Con ganas de alargar la experiencia
Entre los objetivos de la ruta figura que los jóvenes de las distintas comunidades estrechen lazos, y lo hagan alejados de los móviles. Elena Pascual, de 15 años y estudiante del colegio Romareda de Zaragoza, afirma en una breve nota de voz por Whatsapp (solo pueden usar cinco minutos al día el teléfono) que "nos está gustando mucho y si pudiésemos lo alargaríamos un poco más". Si hubiera podido ir a una ruta como las originarias le hubiera gustado cruzar el charco para ir a Chile o Argentina.
Otra de las zaragozanas, Irene Quílez, apunta que "lo más complicado está siendo dormir en el suelo y las duchas", por la pérdida de confort. Pese a ello, la joven de Torres de Berrellén que estudia en el IES Ángel Sanz Briz de Casetas confiesa que "nos hemos dado cuenta de que las cosas a las que estamos acostumbrados como una cama y tener una ducha de agua caliente hay veces que no se tienen y no pasa nada", reconoce. "Creo que cuando volvamos a casa lo vamos a valorar mucho más", asegura.
Por su parte, Lidia Fraca, que estudia en el IES Villanueva de Gállego, asegura que le está "gustando mucho", aunque cuando llegó no quería hacerse muchas ilusiones para que no le defraudara, pero afirma que "cada momento está siendo único".
En los tres casos eran los padres los que conocían la ruta de su etapa más popular cuando incluso se retransmitía por la televisión pública y todos los jóvenes podían seguir desde el otro lado de la pantalla las aventuras de los ruteros. "Ella no la conocía, yo recordaba ver estos programas que emitían en televisión y me tenían maravillada. Miré a ver si se seguía haciendo y cual fue mi sorpresa al ver que sí y que todavía quedaban unos días para el plazo de inscripción", cuenta Elena Val, madre de la rutera del mismo nombre.
"Está aprendiendo muchas cosas, aunque está cansada porque no está acostumbrada a tanto trabajo físico. Es muy deportista pero el otro día tenía muchas agujetas después de ir en kayak", confiesa María Ángeles Robres, madre de Irene.
"Ella no lo conocía, a raíz de decírnoslo le explicamos que ya cuando éramos jóvenes existía. Vio vídeos de otras ediciones", reconoce la madre de Lidia, Sonia Postigo. Para su hija, estos días son un preludio del curso escolar que le espera en Canadá, después de conseguir una beca FAO, de las concedidas por la fundación Amacio Ortega. Fue en el grupo de estudiantes seleccionados donde le informaron de esta otra oportunidad para aprender y viajar.
Las jóvenes zaragozanas, que apuran este lunes su penúltimo día, afirman que volverían a repetir la experiencia tanto de expedicionarias como de monitoras.
