El "subyugante y universal" cineasta Luis Buñuel, en el 'podcast' de Guillermo Fatás

La nueva entrega de esta serie radiofónica sobre personajes ilustres va dedicada al cineasta calandino, que rodó 32 películas entre 1929 y 1977.

Luis Buñuel ha sido ampliamente considerado por muchos críticos de cine, historiadores y directores como uno de los cineastas más grandes e influyentes de todos los tiempos

Luis Buñuel es, de todos los cineastas que ha producido España, “el más potente, subyugante, conocido, universal, provocador y variopinto”. Al menos, a juicio del doctor en Historia y profesor emérito de la Universidad de Zaragoza, Guillermo Fatás, que le dedica su último ‘podcast’ sobre personajes ilustres.

Nacido en Calanda en el año 1900, a Buñuel le divertía decir que era del siglo XIX, al haber nacido en el último año de esa centuria. Murió en 1983, tras haber rodado 32 largometrajes entre 1929 y 1977, y precisamente por la temática de sus películas se le tachó tanto de religioso como de antirreligioso. Como recuerda Fatás, la religión siempre inquietó mucho a Buñuel, que estaba lejos de ser un devoto.

Entre sus trabajos, el catedrático destaca ‘Simón del desierto’ como ejemplo preclaro de un absurdo basado en una realidad histórica, al tiempo que destaca que Buñuel podía ser “insoportable”, como la navaja que corta el ojo en ‘Un perro andaluz’, o “francamente irreverente”, como en ‘Viridiana’ y su parodia de la última cena.

Pero Fatás se detiene especialmente en ‘La Vía Láctea’, un relato que no se sabe en qué tiempo ocurre ni quiénes son sus protagonistas, y que está cuajada de diálogos “completamente absurdos y ridículos” que hacen sospechar al espectador de que algo esconden. Efectivamente, esos textos sobre temas “extraordinariamente abstrusos” son discusiones teológicas que Buñuel y el guionista Jean-Claude Carrière tuvieron durante un par de meses, encerrados en una habitación de hotel y bien pertrechados con libros de historia de la religión y de la teología, de donde extrajeron esos “diálogos asombrosos”.

En ellos, hay quien quiere ver “una indagación blasfema”, pero para Fatás no son sino “una exposición asombrada de hechos asombrosos que los teóricos de la religión han producido en su discurso casi imposible en el intento de averiguar cuál es la realidad de la esencia divina”.

Buñuel se atrevía con asuntos así, y los desempeñaba con éxito, concluye en catedrático de Historia.

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