La fisio de Quinto deja el pueblo después de 15 años y busca relevo: “Me ha costado un año dar el paso”

Pilar Jardiel está buscando a toda costa alguien que quiera coger el traspaso del negocio para no dejar a la comarca sin este servicio.

Pilar Jardiel ha sido fisioterapeuta en Quinto durante 15 años.
Pilar Jardiel ha sido fisioterapeuta en Quinto durante 15 años.
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Pilar Jardiel es de Quinto y hasta antes de la pandemia vivía allí, donde tiene (aunque por poco tiempo) su negocio desde hace 15 años. Es una consulta de fisioterapia y herboristería que presta servicio no solo a los vecinos del pueblo si no a los de toda la comarca de la Ribera Baja del Ebro y también de la vecina localidad de Fuentes de Ebro. Después de tantos años de dedicación a su profesión y a sus pacientes, ha llegado la hora de pensar en ella misma. “Hace unos meses que vivo en Zaragoza y me ha salido una buena oportunidad laboral que he decidido aprovechar”, explica.

La decisión ha sido dura ya que es consciente de que uno de los motivos de la despoblación del medio rural es la falta de servicios. “Llevo un año dándole vueltas y he esperado hasta el último momento para comunicarlo”, confiesa Pilar, a quien sus pacientes ya están echando de menos antes de que se vaya. La persiana de su consulta y herboristería se bajará para siempre el próximo 31 de mayo, a no ser que alguien coja el traspaso. Es lo que Pilar está intentando a toda costa para no dejar el vacío. “He puesto anuncios en redes sociales y páginas web y lo he dicho en grupos de amigos pero de momento nadie se ha decidido a quedarse con esto”. Sí que ha recibido llamadas de algunos interesados pero nadie se ha comprometido.

““Me encantaría que alguien se quedara con el negocio porque en la comarca hay clientela de sobra y que se quede en el pueblo es importante” 

El local donde todavía está Cura Sana, como se llama el establecimiento de Pilar, tiene un espacio para fisioterapia y otro para la venta de productos de herboristería. “Encontrar a alguien que se quiera quedar con el negocio tal y como está, con ambas vías, es complicado, pero el espacio de la tienda se puede acondicionar para dar clases de pilates, de espalda sana, de hipopresivos… Incluso daría para tener una sala más subarrendada a otro profesional”, cuenta Pilar, como posibilidades del local.

En estos 15 años Pilar ha tratado de contribuir en todo lo que podía con el pueblo desde su posición. Así, a temporadas, ha colaborado con otros profesionales, como una esteticista, un profesional de audífonos o un nutricionista para dotar a Quinto de más servicios. “Me encantaría que alguien se quedara con el negocio porque en la comarca hay clientela de sobra y que se quede en el pueblo es importante”, asegura.

Quinto es su pueblo en él ha crecido como persona y como profesional pero para Pilar ha llegado el momento del cambio y la pandemia ha tenido algo que ver en ello. “Tener una puerta abierta implica muchísimas horas de dedicación y estoy casi viviendo en mi negocio. He estado 15 años dedicada a mi pueblo y a mi comarca y ahora me toca tener tiempo para mí. Además, ha echado en falta ayudas, no del Ayuntamiento, que hace todo lo que puede, pero, en general, cuando vienen mal dadas aquí no te echa una mano nadie”, lamenta, que define el emprendimiento como “solitario y duro”. “Con el covid fue un abandono completo y nos sentimos muy estafados”, denuncia, en nombre de una asociación de profesionales autónomos de la que forma parte. “Las ayudas a las que podíamos optar eran inalcanzables y además ridículas”, añade.

“Falta gente con ganas de emprender porque trabajo hay”

Con la marcha de Pilar, Quinto y la comarca de la Ribera Baja del Ebro se quedan con un servicio menos. Esto no es un hecho aislado dentro de una tendencia generalizada hacia las grandes superficies y lo urbano frente al pequeño comercio. “Hay una clara falta de relevo generacional, tanto en las tiendas como en los gremios (ya no quedan carpinteros, por ejemplo) y los nuevos tiempos llevan otras dinámicas”, analiza Jesús Morales, alcalde de Quinto. Desde el Ayuntamiento notas cómo, poco a poco, se va perdiendo población y también servicios mientras hacen todo lo que está en su mano. “Organizamos varias ferias al año para fomentar el consumo en el comercio local, ajustamos las tasas municipales según el tipo de negocio y hemos rehabilitado cinco viviendas municipales para poder alquilarlas”, enumera.

Y es que la falta de casas donde vivir es uno de los principales problemas contra el asentamiento de población. “Hay más demanda que oferta porque las casas que están en condiciones de alquilarse ya están ocupadas”, explica Morales. Ante esto, el Ayuntamiento ha creado una bolsa de vivienda para facilitar el contacto entre propietarios y posibles inquilinos y se hace un llamamiento a que quien tenga casas deshabitadas en el pueblo les dé salida de esta forma.

Con disponibilidad de vivienda o sin ella, el sentir del primer edil es que “falta gente con ganas de emprender porque trabajo hay”. Un ejemplo de ello es que el Ayuntamiento acaba de sacar el pliego de condiciones para llevar las piscinas en verano y el pabellón el resto del año pero el concurso ha quedado desierto. “Pagamos un fijo de 600 euros mensuales así como todos los gastos de luz, basuras… Aún así no encontramos a nadie que lo quiera coger”, lamenta. En el mismo sentido, un operario de la brigada municipal ha causado baja y en la bolsa de empleo no había nadie disponible. “Al final he tenido que echar un bando para buscar a alguien porque no estamos quedando sin gente”.

En la otra cara de la moneda está Jesús Perroche, vecino de Quinto que desde diciembre está al frente de la tienda Las 4 esquinas donde, además de pan, fruta y verdura, vende pescado, devolviendo al pueblo un servicio que no había desde hacía años. El suyo es el ejemplo de emprendedor rural ya que fue quien durante años llevó las piscinas y el pabellón que ahora han quedado desiertos. 

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