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El tendero que ha devuelto a Quinto la posibilidad de comprar pescado fresco

Después de varios años llevando las piscinas y el pabellón del pueblo zaragozano, Jesús Perroche cogió a mediados de diciembre la tienda Las 4 esquinas para convertirse en pescatero y vender también pan, fruta y verdura. 

Jesús Porroche y su tía, Mamen García, en la pescadería de Quinto.
Jesús Porroche y su tía, Mamen García, en la pescadería de Quinto.
Heraldo.es

Los vecinos de Quinto vuelven a tener pescado fresco a la venta en el pueblo desde que a mediados de diciembre Jesús Porroche y su tía, Mamen García, se pusieran al frente de la tienda Las 4 esquinas. El anterior dueño de este establecimiento había dejado el sector de la pescadería hacía dos años y solo vendía pan, fruta y verdura. A Jesús, que siempre ha trabajado en hostelería, el pescado le llamaba la atención, tanto para comerlo como para cocinarlo, y cuando se quedó sin trabajo decidió hacer un curso de pescadería en Mercazaragoza.

Tras hacer unos meses de prácticas en una gran superficie de Zaragoza y movido por sus ganas de seguir viviendo en el pueblo, Jesús y su tía, quien también realizó el curso, decidieron emprender su propio camino. “La pandemia nos ha hecho salir de la zona de confort y apostar por hacer lo que realmente queríamos hacer”, asegura Jesús, que no puede estar más satisfecho de los primeros meses de su nueva vida laboral. “Entramos por la puerta grande porque abrimos en navidades, una época en la que se consume mucho pescado y marisco, pero no sabíamos qué respuesta íbamos a tener”. Tiempo después puede confirmar que aquellos primeros días de bonanza compensaron la inversión y el esfuerzo inicial que tuvieron que hacer para ponerse al frente del negocio.

Ahora, en una situación de consumo normalizada, la venta en la tienda sigue a buen ritmo gracias, en parte, a que ofrece un producto variado. “El que viene a por el pan, si ve un buen tomate o una dorada fresca, se lleva algo más. El local es muy pequeño y se ve todo de un vistazo”, dice. 

Detrás del mostrador de la fruta y verdura está Laura, que ya atendía al público con el anterior dueño. El pan lo llevan del antiguo horno de Vinaceite, ahora en El Burgo, y el resto de género es Jesús quien se encarga de comprarlo en Mercazaragoza. Para eso tiene que levantarse cada día a las tres de la madrugada, porque el mejor pescado se vende sobre las cuatro. “Ahora ya voy controlando más y puedo apurar 15 minutos más en la cama, que a esas horas valen mucho”.

Con el pescado y la fruta y verdura cargadas, Jesús llega a Quinto sobre las siete, cuando con la ayuda de Mamen y Laura empiezan a montar los mostradores para la apertura al público, a las 9.00. Además, se preparan los pedidos que reciben de restaurantes y bares del pueblo, así como los que llevan a las casas de algunas personas mayores que no pueden desplazarse hasta la tienda. Desde hace varias semanas, este servicio de reparto también se ha hecho extensivo a las localidades de los alrededores y los jueves se llevan los pedidos previo encargo a otros pueblos como Sástago o Gelsa. “Como estamos bastante cerca, muchos clientes prefieren venir y ver el género pero hay otros que, por sus horarios laborales, no pueden acercarse y nosotros se lo llevamos”, explica Jesús.

El sorprendente éxito del gallo

Tras la sobredosis de marisco y pescados de gama alta de las navidades, el día a día de la pescadería de Quinto lo acapara el gallo. Tanto se vende que a Jesús le ha sorprendido cómo triunfa tanto. También destaca la dorada, la merluza o pescadilla de tamaño medio, los chipirones o los mejillones. Junto con la venta de pan, la fruta y la verdura, que son las compras más habituales, en Las 4 esquinas no se aburren. “Estamos los tres y tenemos todo el trabajo que queremos”. La mayoría de su clientela son vecinos de Quinto pero también les visitan desde La Zaida o Pina.

La recuperación de la venta de pescado fresco en Quinto es un paso más hacia la repoblación del medio rural. De esta forma, se evita que por necesidad haya que salir del pueblo a comprar estos productos y, ya que se entra a un hipermercado, hacer el resto de la compra en él. El lugar donde se ubica la tienda de Jesús representa de alguna forma esta despoblación. El establecimiento se encuentra en el cruce de dos calles donde toda la vida había habido un comercio en cada esquina, de ahí el nombre de su tienda. Además de esta, había una carnicería, una clínica veterinaria, una tienda de productos de limpieza… Pero ahora solos están ellos. “Ojalá pronto venga algún otro emprendedor como nosotros para recuperar más negocios”.

Para Jesús, hacerse con la tienda e incorporar la venta de pescado fresco ha sido la vía para seguir echando raíces en el pueblo. “Quería quedarme a vivir aquí a toda costa, aunque tuviera que hacerlo emprendiendo por mi cuenta”, asegura. Además, lo hace en un sector que siempre le ha gustado, desde que estudió cocina. Su establecimiento está abierto de lunes a sábado de 9.00 a 13.30 y, ahora, también se puede hacer la compra por whatsapp. Cuando la persiana se baja, todavía queda un rato de trabajo para revisar lo que falta y prepararlo todo para el día siguiente. Un día que para Jesús comienza demasiado temprano pero la buena acogida de sus clientes y poder prestar servicio en su pueblo lo compensan todo. 

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