Aragón

Los refugiados ucranianos empiezan a encontrar trabajo pese a las dificultades

El idioma y su inestable situación en España son las principales barreras.

Natasha Ivzhenko, esta semana en el puesto del Grupo Ferruz en FIMA.
Natasha Ivzhenko, esta semana en el puesto del Grupo Ferruz en FIMA.
Oliver Duch

Los refugiados ucranianos han empezado a encontrar sus primeros trabajos en Aragón pese a las dificultades. La principal es el dominio del idioma, una barrera que muchos tratan ya de superar con cursos intensivos de español. También influye el hecho de que un importante porcentaje estén únicamente de paso en la Comunidad -circunstancia que está complicando la labor de las fundaciones y entidades sociales que tratan de facilitar su incorporación al mercado laboral- y la necesidad de guardar un tiempo de reposo para "contextualizar" y asimilar todo lo vivido desde #el estallido de la invasión rusa.

Colectivos como Accem estiman que entre un 5% y un 8% de los desplazados en edad laboral han encontrado trabajo o están en procesos de selección, un dato que, según su responsable territorial, Julia Ortega, irá "indudablemente a más" en las próximas semanas. La mayoría, apunta, son mujeres, ya que los pocos hombres que han podido salir de Ucrania "están próximos a su edad de jubilación o presentan graves problemas de salud".

Los porcentajes más altos se dan entre quienes han sido acogidos por amigos o familiares. "Hay una inserción más rápida por cercanía al territorio y por la necesidad de no ser una carga para las personas que han decidido ayudarles. Lo estamos viendo en municipios pequeños y en otros de mayor tamaño como Tarazona o Calatayud", explica Ortega.

En su opinión, este colectivo lo va a tener más fácil que otros, pero no por una mayor capacidad de adaptación, sino por los cambios normativos, que han beneficiado también a los ucranianos que ya estaban en Aragón antes de la guerra. Quienes ya han encontrado trabajo lo han hecho, sobre todo, en la hostelería, aunque también está habiendo oportunidades en el sector tecnológico -donde el castellano no es tan necesario como el inglés- o incluso "como personal de apoyo en colegios".

Los ayuntamientos están jugando un papel "fundamental" como nexo entre las asociaciones y los empresarios. También destaca la solidaridad de estos últimos.

Hay que tener en cuenta, pese a todo, que, hasta ahora, la prioridad no ha estado en el acceso al mercado laboral, sino en otras cuestiones más urgentes como la asistencia sanitaria o la escolarización de los menores desplazados.

También influye otro factor. "Nuestro manual de gestión dice que cuando estas personas acceden al mercado laboral pierden las ayudas económicas o se minoran. El problema es que en esta primera fase de acogida no hay subsidios de este tipo, sino que se les provee ‘en especie’ de casa, ropa o comida. Esto hace que, por el momento, se hayan paralizado las contrataciones parciales, aunque esperamos disponer de una aclaración en los próximos días para saber cómo actuar", dice Ortega.

Cruz Roja, por su parte, solo tiene constancia de una persona que esté trabajando, aunque lo está haciendo "en remoto" con su país de origen. El resto está aprendiendo español y haciendo entrevistas de trabajo a través del plan de empleo de la organización, donde se les pregunta por sus intereses y afinidades. La mayoría tiene un nivel académico medio-alto, y se confía en que pronto puedan empezar a decir sus primeras frases en castellano.

Orientación laboral

Fundaciones como la de San Ezequiel Moreno imparten actualmente tres cursos de alfabetización y aprendizaje de castellano. "Estamos ofreciendo orientación laboral a una veintena de refugiados ucranianos. El problema es que muchos han empezado y, a mitad del proceso, han terminado yéndose a otra comunidad", señala Inés Cebolla, directora de la organización. El colectivo les enseña a hacer su currículum o a enfrentarse a una entrevista laboral.

Entre quienes ya han recibido ayuda "hay de todo", desde personas con formación básica a otras con perfil sanitario. "Lo primero es que aprendan castellano, aunque sea lo básico. Pese a que aún no lo hablan con soltura, ya hemos visto avances en cuestión de semanas", agrega Cebolla.

"Somos cuatro y necesitaba empezar cuanto antes"

Natasha Ivzhenko ha encontrado trabajo gracias al Grupo Ferruz, donde, por ahora, se encarga de la gestión de los perfiles de la compañía en redes sociales. Para ella, lo más importante era "empezar cuanto antes", ya que llegó a Zaragoza con su suegra y dos sus hijos y es la única que puede trabajar. Natasha habla cinco idiomas, y en Ucrania ejercía de gerente de exportaciones, teniendo entre sus clientes a este grupo. "Cuando estalló la guerra me puse en contacto con ellos para ver si podían ofrecerme trabajo. Me conocían desde hace tiempo y sabían que soy una persona responsable", dice.

Esta misma semana ha estado en la FIMA, una experiencia "muy interesante". Este primer mes de adaptación ha sido fácil para su hijo pequeño, pero más complicado para su hija adolescente, que ve la televisión, está en contacto con sus amigos y es perfectamente consciente de lo que pasa en Ucrania. Su suegra, mientras tanto, se está encargando de llevar a los pequeños al colegio y las tareas domésticas.

Su intención es seguir de momento en Zaragoza, aunque volverá a Ucrania cuando la situación lo permita.

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