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Arantxa Argüelles: "Me gustaría inspirar a alguna generación que otra para que baile"

La exbailarina aragonesa y profesora de danza cuenta con un centro en Zaragoza y da clases en uno de los conservatorios de Madrid.

Arantxa Argüelles, este miércoles en Madrid.
Arantxa Argüelles, este miércoles en Madrid.
Enrique Cidoncha

Hoy se celebra el Día Internacional de la Danza. Su vida gira en torno al baile.

Totalmente. La danza ha sido mi mundo desde muy pequeña.

Empezó con tan solo 4 años.

No los había ni cumplido. No concibo la vida sin la danza; de una u otra manera siempre ha estado presente.

¿Qué primeros recuerdos tiene?

Pocos y tengo pocas fotos. Por ejemplo, mi primer festival en la Escuela María de Ávila. Me había roto un brazo días antes y me empeñé en bailar con la escayola.

¡Qué tenacidad!

Siempre he sido muy responsable.

¿Qué cualidades tiene que tener una bailarina para llegar a ser considerada una de las mejores de la danza, como usted?

Gracias por lo que dice. Obviamente hay unas cualidades físicas que te ayudan, pero lo más importante es tener la cabeza bien dirigida hacia lo que quieres hacer y que te apasione la danza.

¿Es la de bailarina una vida tan sacrificada y dura como se percibe?

Un deportista de élite tiene una vida sacrificadísima, al igual que un músico. Si te gusta, nunca lo he visto como un sacrificio muy exagerado. Sarna con gusto no pica.

¿Se ha perdido algo por esa vida?

Seguramente muchísimas cosas. Como todo lo hice muy joven, he tenido una infancia y una adolescencia atípicas. Pero insisto, lo que te gusta, te gusta.

Ha trabajado a las órdenes de grandes maestras, ¿a quién recuerda con más cariño?

La gente con la que trabajas en tu más tierna infancia te marca mucho. A parte de María de Ávila, a Cristina Miñana -que por desgracia también falleció- la recuerdo con un enorme cariño. Trabajaba en la escuela y conmigo fue muy cercana: se ocupó de mí en muchos aspectos y sabía de música. He tenido mucha suerte porque a lo largo de mi trayectoria me he encontrado con gente superespecial: desde Alicia Alonso, Maya Plisetskaya…

Despuntó muy pronto. A los 11 años debutó como solista en el Ballet Clásico de Zaragoza, en el Teatro Principal, y dos años más tarde, y también como solista, en el Ballet Nacional de España.

Sí. Cosa que ahora no se haría. Dudo mucho que en la Compañía Nacional de Danza contraten a nadie por debajo de los 18 años o 16, con permiso de los padres.

"Poder dirigir el Ballet de Zaragoza fue una suerte. Fue todo un aprendizaje y recuerdo esa etapa con mucho cariño"
"Hay que acercar la danza a los colegios y a la gente; no puede ser considerada elitista"
"Queremos hombres bailarines, hay muy pocos. En la escuela en Zaragoza he vivido situaciones de niños que venían y les han pegado en el colegio por decir que iban al ballet, en pleno siglo XXI. Es una locura"

Se retiró muy joven y después ejerció dos años como directora del Ballet de Zaragoza. ¿Cómo se ven las cosas desde el otro lado?

Es un equilibrio complicado. Fue una suerte poder dirigirlo. Era muy joven, seguramente hice cosas bien y muchísimas otras mal. Fue todo un aprendizaje y recuerdo esa etapa con mucho cariño a pesar de que quizá no terminara de la mejor manera.

Y ahora dirige su propio centro de danza en Zaragoza. Su vínculo con Aragón no lo ha perdido.

Aunque ahora estoy en Madrid, soy muy de Zaragoza. Me encanta mi ciudad y mi familia está ahí.

¿Qué hace en la villa y corte?

Trabajo como profesora en uno de los tres conservatorios de danza que hay en Madrid. Había hecho varias colaboraciones, salió la oportunidad y estoy a caballo entre Madrid y Zaragoza.

¿En España se cuida la danza?

No. Además pienso que, por desgracia, vamos hacia atrás. Cuando yo era pequeña incluso había programas en la televisión dedicados a la danza o que la incluían. Hay una cantidad increíble de alumnos y personas a las que les gusta. Hay que acercar la danza a los colegios y a la gente; no puede ser considerada elitista. Y tendría que haber más facilidades para que, si hay una iniciativa de un pequeño grupo o compañía, no cuesten los alquileres de las salas y de los teatros un dineral. Hay que saltar muchos obstáculos.

¿Tiene sueños aún por cumplir?

Ahora estoy muy contenta con mi labor como docente y solo espero poder seguir haciéndola e inspirando, si puedo, a alguna generación que otra para que baile.

Eso está muy bien.

Y queremos hombres bailarines, hay muy pocos. En la escuela en Zaragoza he vivido situaciones de niños que venían y les han pegado en el colegio por decir que iban al ballet, en pleno siglo XXI. Es una locura; por eso digo que vamos para atrás.

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