violencia urbana

“A los integrantes de las bandas latinas hay que reconducirlos a través del arte”

Juan Daviz Gómez Quintero, profesor colombiano de la Universidad de Zaragoza, analiza la procedencia, símbolos y comportamientos de estos jóvenes.

El sociólogo coloombiano Juan David Gómez, profesor de la Universidad de Zaragoza.
El sociólogo coloombiano Juan David Gómez, profesor de la Universidad de Zaragoza.
Heraldo

El sociólogo Juan David Gómez Quintero, un profesor colombiano de la Universidad de Zaragoza que trabaja en la Facultad de Trabajo Social, propone que la fórmula para frenar la violencia de los miembros de las bandas latinas pasa por “reactivarlos y reconducirlos a través del arte, con el graffiti, el hip-hop o con alguna organización juvenil que sirva de alternativa a estas organizaciones”.

Aunque su especialidad tiene que ver con asignaturas como Sistemas de Bienestar Social y Habilidad de comunicación, Juan David Gómez dirigió un trabajo de una estudiante sobre la participación de las mujeres en la violencia de las bandas latinas y otras relacionadas con los reformatorios de menores.

Muestran una estética y una simbología asociada a vínculos imaginarios de los 60 en Estados Unidos, esto se da entre jóvenes colombianos, dominicanos o nicaragüenses. Para ellos son elementos de identidad”, detalla el sociólogo. En este sentido, reconoce que es “un tema difícil para realizar trabajo de campo” y recuerda que uno de los libros que recoge de forma más próxima y directa esta violencia es “El Rey. Diario de un Latin King”, de Carles Freixas.

A la hora de responder sobre cómo frenar la violencia que generan, el sociólogo incide en que “en otras ciudades” se actúa a través de “las casas de juventud” para que “sirvan las actuaciones del Ayuntamiento. Necesitamos la resocialización de los integrantes de las bandas porque es la mejor manera de combatir la reincidencia”, precisa.

El sociólogo colombiano (paisano de los integrantes de los Black Panther) reconoce que la violencia desatada en Madrid con dos fallecidos recientemente no es la misma que la detectada en la capital aragonesa. “Zaragoza es una ciudad no muy grande para que tenga muchos integrantes de estas bandas, como ocurre en Madrid o Barcelona. Por eso su población de bandas es intermitente (alrededor de 50)".

El hecho de que el número de bandas detectadas en la capital aragonesa sea menor que en otras ciudades no quita para que caigan en “los mismos rituales”, por ejemplo, reconocen los machetes “como un símbolo” de estos grupos.

Gómez Quintero detalla que la socialización de los latinos miembros de las bandas suele coincidir con familias desestructuradas, que responden a madres trabajadoras (empleadas en hostelería, residencias o viviendas) cuyas parejas no les acompañan y sus hijos “van por libre”. “Es un patrón: mujeres que trabajan unas doce horas, que tienen que dejar a los menores en manos de otros miembros de la familia que no son los padres. En las ciudades suelen hacerse cargo los abuelos".

"En realidad, se trata de una red social muy frágil y hay poca autoridad para educarlos para frenarlos”, incide el sociólogo.

Al proceder unas familias tan poco sólidas, el sociólogo destaca que a los miembros de las bandas se les reconoce “como fundamentales” para la identidad del grupo. “Por eso, superan que lo primero sea la familia y a partir de ahí acumulan más carencias y desestructuración”, concluye.

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