Abierto el proceso para declarar BIC los 52 órganos históricos de Aragón

El objetivo de la declaración es garantizar el conocimiento, difusión y conservación de estos instrumentos como testimonio irremplazable del patrimonio cultural aragonés.

Organos. Organista en la Iglesia Santa Maria de Albarracin. Foto Antonio Garcia. 28-10-04[[[HA ARCHIVO]]]
El órgano de la iglesia de Santa María de Albarracín.
Antonio García

El Boletín Oficial de Aragón publica este martes la resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural por la que se abre un periodo de información pública para la declaración como Bien de Interés Cultural de 52 órganos históricos, los más relevantes de la Comunidad, repartidos en las tres provincias: 10 en Huesca, 13 en Teruel y 29 en Zaragoza, con el fin de protegerlos singularmente.

El objetivo de la declaración es garantizar el conocimiento, difusión y conservación de estos instrumentos como testimonio irremplazable del patrimonio cultural aragonés, informa el Ejecutivo en una nota de prensa.

Conocido desde la Antigüedad clásica, el órgano, como instrumento musical, ha evolucionado y adoptado múltiples variantes hasta la actualidad. Como elemento ligado a la liturgia católica, se constata su presencia desde los inicios del cristianismo, pero es a partir del siglo XIV cuando se documentan los órganos parados (no portátiles).

En la segunda mitad del siglo XV se produce el asentamiento de los grandes órganos en los templos, primero en los de mayor rango y en los monasterios, para generalizarse en las iglesias a lo largo del siglo XVI y siendo indispensable para el culto durante el Barroco.

Durante los siglos XVII y XVIII se conforman las escuelas europeas de organería y se crean diferentes tipologías instrumentales según escuelas y países, entre las que destaca la alemana por el uso de un cuerpo de pedal, o la española por las trompetas en batalla.

En las primeras décadas del siglo XIX, Francia da un nuevo impulso a la construcción instrumental y propone un órgano romántico, que inmediatamente evoluciona en Inglaterra y Alemania, mientras que en el siglo XX es América del Norte la que asume el protagonismo.

Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un doble movimiento en la evolución del órgano: por un lado, la producción del modelo denominado neoclásico y, por otro, la recuperación del patrimonio histórico organístico.

Tipológicamente, entre los órganos históricos conservados en Europa se puede establecer una primera diferenciación en función de si se pueden desplazar (portátiles, realejos, portativos, procesionales, etc.) o se trata de órganos parados o asentados, con una estética que va evolucionando con las corrientes artísticas de cada época.

En la Europa católica los órganos han sido uno de los principales medios de atracción de fieles y han constituido un lenguaje diferencial para acercarla a los fieles, y, además de un importante legado material formado por notables obras de arte, también constituyen un relevante legado inmaterial como elementos transmisores de cultura.

Aragón destaca porque en su territorio se han conservado numerosas muestras excepcionales de órganos desde el siglo XV hasta el XX, con ejemplos representativos de todas las épocas y estilos tanto para las cajas (desde el Gótico hasta el Modernismo) como para los instrumentos (desde el órgano blockwerk hasta el sinfónico), lo que constituye un legado cultural y patrimonial de primer orden.

La conservación en Aragón de cuatro cajas góticas es un caso único en el mundo, reflejo de un momento histórico de gran desarrollo de la organería como parte de un proceso general de florecimiento de las artes a finales del siglo XV, que culminará en el Renacimiento.

En este periodo Aragón se mantuvo a la cabeza a nivel nacional en este arte gracias al organero turiasonense Guillaume de Lupe, genio creador que cambió el devenir del órgano, modernizándolo y proyectándolo hacia un brillante futuro.

Durante el Barroco la presencia de órganos de la más alta calidad se generaliza por todo el territorio aragonés y se documentan maestros organeros en numerosas poblaciones de las tres provincias, ya que el órgano es una fuente artística y artesanal de primera magnitud en el orden económico y gremial aragonés de los siglos XVII y XVIII.

En siglo XIX, tras el Concordato Iglesia-Estado de 1851, Aragón vuelve a liderar la organería nacional y ultramarina, con la exportación desde Zaragoza de órganos a numerosas iglesias de otros continentes, lo que mantuvo varios talleres activos hasta la Guerra Civil.

Los órganos singulares en Aragón se encuentran en Agüero, Almudévar, Alquézar, Ayerbe, Huesca (4), Jaca y Roda de Isábena, en la provincia altoaragonesa; en templos de Alba del Campo, Albarracín, Báguena, Bañón, Bello, Caudé, Cella, Gea de Albarracín, Mirambel, Pozondón, Teruel capital (2) y Villafranca del Campo, en la provincia de Teruel, y en la de Zaragoza en las localidades de Acered, Aguarón, Almonacid de la Sierra, Aniñón, Arándiga, Ariza, Atea, Borja, Brea de Aragón, Calatayud (3), Cariñena, Daroca (3), Longares, Miedes de Aragón, Muel, Paracuellos de Jiloca, Tarazona (2), Tauste y la capital (6).

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