arquitectura
La arquitectura racionalista aragonesa sale del olvido
El colegio de Arquitectos inaugura este martes en su sede zaragozana una exposición que recorre las obras menos conocidas de este estilo.
La arquitectura racionalista en Aragón va mucho más allá del Rincón de Goya y de la sede de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Y se puede comprobar a partir de este martes en el Colegio de Arquitectos de Aragón, a través de una exposición que han comisariado José María Castejón, Jorge León y Enrique Cano. La muestra, 'Arquitectura racionalista en Aragón', está integrada por fotografías y planos de casi 50 edificios aragoneses (31 en Zaragoza, 8 en Huesca y 10 en Teruel) y se inaugura este martes a las 19.00 e irá seguida de una conferencia a cargo del máximo especialista en España sobre arquitectura racionalista, Carlos Sambricio. Podrá visitarse hasta el 29 de abril.
"La exposición es fruto del trabajo de varios años -señala José María Castejón-, tiempo en el que un grupo de arquitectos aragoneses nos hemos esforzado en reivindicar esta arquitectura, que tiene que ver con un momento histórico trascendental en Europa, el que sobreviene tras la primera guerra mundial, en el que se producen ciertos avances sociales y en el que existe una gran preocupación por que amplias capas de las sociedad tengan accesso a una vivienda digna y salubre. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que en la Zaragoza de 1900 todavía moría gente por difteria o tuberculosis. Ese debate sobre la necesidad de que los trabajadores tengan una vivienda digna entró también en contacto con una plástica nueva, y todo ello dio origen a la arquitectura racionalista, aunque a España, por variadas circunstancias, ese debate llegó un poco amortiguado. Lo que sí llegó fue la fuerza de la imagen".
Vino la estética, y de qué manera. El Rincón de Goya de Fernando García Mercadal pasa por ser la obra fundacional de la arquitectura racionalista en España. La sede de la Confederación Hidrográfica del Ebro, diseño de 1933 aunque el edificio no se inauguró hasta 1946, es otro edificio emblemático, que aparece reproducido en todos los manuales. Pero hay mucho más.
"Frente a un mundo lleno de guirlandas y bajorrelieves, por ejemplo las que adornaban las ventanas de los edificios modernistas, llegó una arquitectura que apostaba por las líneas y volúmenes puros -relata Castejón- y, de repente, las ventanas se convirtieron en huecos que se abrían en los volúmenes de los edificios. Pero tampoco se fue mucho más allá. De hecho, la exposición es en realidad un conjunto de fotos de fachadas, ya que los arquitectos aragoneses no se atrevieron a profundizar mucho más. En el interior, estos edificios todavía respondían a la arquitectura típica del ensanche burgués, con pasillos infinitos y cocinas al fondo de la vivienda, como ocurre en un edificio como la casa de viviendas de la calle de Sanclemente, número 22. No hubo una voluntad real de transformar los interiores salvo en casos muy puntuales".
Por eso los paneles de la exposición se han distribuido 'mirando' hacia la calle. La muestra tiene mucho de reivindicación, de nombres como los de los hermanos Regino y José Borobio, Teodoro Ríos, Francisco Albiñana, José Beltrán o Lorenzo Monclús. Y de edificios en muchos casos ignorados, a los que la mayoría de los ciudadanos no concede interés.
"El malentendido de que solo los edificios con muchos años de antigüedad son valiosos está aún muy extendido -concluye José María Calleja- Y a buena parte de los que hemos seleccionado para la exposición los hemos querido sacar del anonimato porque, en ellos, los arquitectos que los diseñaron pudieron conseguir mucho con muy poco. Y hoy, cuando los edificios consumen el 40% de la energía y producen buena parte del Co2 que se emite a la atmósfera, y esta es una de las principales preocupaciones de los nuevos diseños arquitectónicos, es muy importante recordar que ellos, en la época que les tocó vivir, supieron utilizar los recursos que tenían a su alcance de manera muy eficiente y rentabilizarlos".
