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Aragón dice adiós a las mascarillas en el recreo: "No es lógico ser más estrictos que en la calle"

Padres, profesores y niños acogen la autorización del Gobierno para retirarlas entre la comprensión, el alivio y las dudas por si se mantendrán las distancias de seguridad.

Un grupo de niños, este martes en el patio del colegio Joaquín Costa de Zaragoza, durante una clase de educación física.
Un grupo de niños, este martes en el patio del colegio Joaquín Costa de Zaragoza, durante una clase de educación física.
Oliver Duch

Llega la hora del recreo. Los niños salen, se bajan la mascarilla y almuerzan a una distancia prudencial; guardan los fiambreras, se la vuelven a subir y se lanzan a jugar. La disciplina de los más pequeños con el uso de este protector frente a la covid resulta ejemplar. A partir de este jueves, el Gobierno permite que deje de ser obligatorio su uso en el patio del colegio, lo mismo que ocurrirá en la calle en general para toda la población, siempre -eso sí- que se puedan mantener las distancias de seguridad. El Gobierno de Aragón ha decidido este miércoles que las mascarillas no sean obligatorias en los recreos, así como relajar algunas de las medidas más duras adoptadas ante el ascenso de casos por la variante ómicron.

Este martes, a las puertas de los colegios la noticia era esperada para unos y algo desconcertante para otros. “¿Pero cómo se va a mantener aquí la distancia?”, se preguntaba una madre en el Joaquín Costa de Zaragoza. Otras lo veían como un paso natural: “Me parece fenomenal, no es lógico ser más estricto aquí que en la calle”, apuntaba Elisa Cuartielles, madre de dos chicas de 9 y 6 años. “El cumplimiento de las medidas es extremo, la ventilación que se hace en las aulas, por ejemplo, no se hace en ningún otro edificio”, apuntaba.

Alejandro Vitan, de 6 años, decía a la salida de clase en el Joaquín Costa que prefiere poder quitarse la mascarilla en el patio. “Si corro mucho no tengo aire”, señalaba. Abderhim, compañero de 7 años, decía que la iba a seguir llevando “por si hay algún niño que tenga el coronavirus. David Garcés, director del centro, afirma que este cambio en la normativa será “un paso más que habrá que controlar”. El problema que puede haber, a su juicio, es que “será imposible determinar con quién ha estado un niño que ha dado positivo”, ya que los niños en el patio “tienden a juntarse, como todos los seres humanos”.

No obstante, afirma que cumplirán “lo que se diga” desde el Servicio Provincial, y valora que es normal que “las cosas poco a poco vayan volviendo a la normalidad”. Hasta ahora, el cumplimiento de los chavales con las mascarillas ha sido “un ejemplo para todos”. Cuando llegan por la mañana, todos se la cambian a la entrada para estrenar una a primera hora. “Lo llevan a rajatabla, pero ojalá podamos ir soltando lastre”, señala.

En el colegio Gascón y Marín de la capital aragonesa creen que el fin de la obligatoriedad de la mascarilla en la calle “puede ser un paso adelante”. Desde la dirección del centro apuntan que “si la sociedad va intentando volver a la normalidad, los centros escolares también”.

Según explican, el año pasado las clases estaban separadas por sectores en el patio durante el recreo, una medida que este año ha desparecido salvo para los alumnos de Infantil, que no llevan mascarilla. “El comportamiento de los niños ha sido excelente. Cuando se les rompe la mascarilla y no tienen de repuesto, vienen a pedirte una con la mano en la boca o se sujetan la mascarilla con la mano”, explican en el centro.

Si hay un momento en el que la mascarilla ha sido un incordio dentro de los colegios es en las clases de educación física. El sobresfuerzo que supone hacer estas actividades con la boca cubierta resulta evidente, por lo que la retirada de la obligatoriedad puede suponer un alivio. Alfonso Zafra, profesor del CEIP Octavus de Utebo y miembro de la plataforma Más Educación Física, cree que la medida “es coherente”. “Si se permite en los parques y en las zonas al aire libre… Lo que pedimos es que no nos mareen, que lo hagan porque están seguros, pero que luego no quiten la medida de forma apresurada”, apunta.

Según explica, los profesores de educación física están trabajando “bien” con los niños pese a la mascarilla, por lo que retirarla “no es una medida imprescindible”. “Hacemos muchos juegos de interacción, de contacto, por lo que en muchas ocasiones tendremos que mantener la mascarilla”, afirma. Aunque hay estudios que sostienen que el rendimiento físico no se resiente con el cubrebocas, su experiencia cuenta que “tanto los alumnos como yo nos ahogamos más”.

Por eso, "se diseñan ejercicios de intensidad media y baja, y cuando suben las pulsaciones se habilita una zona de desahogo” para que los niños puedan ir allí, bajarse la mascarilla y recuperar el resuello. “La mascarilla es un hándicap para las actividades de alta intensidad”, asegura.

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