Apertura de discotecas en Zaragoza: "Ha sido el cierre más corto, pero el más duro de asimilar"

Las discotecas reabrieron ayer sin restricciones de aforo y horario después de un mes con las persianas bajadas y los bares recuperaron las consumiciones en la barra.

Dos empleados de la Sala Oasis, ayer, mientras preparaban la reapertura del local.
Dos empleados de la Sala Oasis, ayer, mientras preparaban la reapertura del local.
Francisco Jiménez

Los bares respiran y las pistas de baile reviven. La Sala Oasis de Zaragoza ya estaba preparada para la reapertura desde hace semanas. En todo caso, ayer ultimaron los preparativos por la mañana para abrir por la noche. "Ha sido el cierre más corto en el tiempo, pero el más duro de asimilar. Ha sido desesperante", reconoció Mario Montañés, el gerente de la sala. Desde el 30 de diciembre, han suspendido 13 conciertos y la fiesta de Fin de Año –habían vendido 950 entradas antes de que el Gobierno de Aragón impusiese el cierre de pubs y discotecas a las 2.00–. A pesar de ser uno de los sectores más afectados por la pandemia, Montañés aseguró tener "muchas ganas del reencuentro" con los clientes. Al mismo tiempo, denunció que el ocio nocturno "no ha desparecido en ningún momento". "La gente se juntaba en casas o en la calle al tener los locales cerrados. Lo cierto es que no hemos llegado a comprender la estrategia", añadió.

El grupo Canterbury, que cuenta con locales de hostelería y de ocio nocturno, esperaba "con ansiedad" el levantamiento de restricciones. "Estamos muy contentos y esperamos que sea la última vez. Tenemos esperanzas en que la vacunación y los antivirales frenen por completo la pandemia", subrayó Miguel Ángel Salinas, gerente del grupo hostelero. Consideró que la vuelta a las pistas de baile es "necesaria". "Hay un agotamiento generalizado. Necesitamos retomar un poco la vida que teníamos antes", añadió. La mayoría de discotecas de Zaragoza llevaban un mes cerradas, ya que no les compensaba económicamente abrir hasta las 2.00.

Los bares del Tubo respiran

El Tubo de Zaragoza revivió ayer. Después de un mes con las barras precintadas y los aforos reducidos, los bares sirvieron el vermú a los primeros atrevidos que no dudaron en pasearse por las calles más populares de tapas de Zaragoza. A pesar de que la afluencia no fue especialmente notable, los hosteleros afrontan las próximas semanas con "ilusión", aunque también con "incertidumbre".

"Tenemos miedo por si la gente sigue siendo reticente a venir, pero tenemos muchas ganas de volver a trabajar como antes. Esperamos que no vuelva a haber más restricciones", sostuvo ayer la encargada de Doña Casta, Siete Golpes, Personal y Balcón, Patricia Sánchez. En algunos locales, tan solo podían tener a 12 clientes al mismo tiempo. "Que no haya aforo es muy importante para nosotros porque los bares de esta zona son muy pequeños y la barra es nuestro punto fuerte ya que supone el 70% de nuestra facturación", apuntó. Ahora tienen la vista puesta en el turismo. "Antes venían viajeros de otros países porque hay vuelos muy baratos. Los franceses nos han visitado a cuentagotas y el resto de europeos, muy poco", apuntó.

A la "esperanza" porque la situación revierta se suma la "necesidad" de que así sea. «Nos está tocando poner dinero todos los meses. Al alquiler y los gastos se suma el recibo de la luz, que está por las nubes. Si antes pagábamos 500 euros, ahora la factura es de más de 1.000", subrayó el encargado de El Champi y el Burladero, Matías Della Ghelfa. El gasto en electricidad ha sido la gota que ha colmado el vaso de muchos hosteleros. 

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