El campo advierte de que la reforma laboral complica los contratos y destruirá empleo

Las organizaciones agrarias critican que la nueva legislación "desprecia y penaliza la realidad del sector". Afirman que temporalidad y precariedad no son sinónimos.

Aragón supone el 60% de la superficie de cultivo de alfalfa en España.
Aragón supone el 60% de la superficie de cultivo de alfalfa en España.
Eva Núñez

La reforma laboral pactada por el Gobierno y los agentes sociales -CEOE, UGT y CC. OO.- ha caído como un jarro de agua fría entre los empresarios agrarios, que advierten que la nueva legislación aprobada a finales de 2021 complica en exceso la contratación en las explotaciones agrícolas y «terminará por frenar la generación de empleo».

La normativa, ya en vigor aunque tiene que ser refrendada por el Parlamento, tiene como objetivo terminar con la temporalidad. Para ello, desaparece el contrato por obra y servicio -el utilizado habitualmente para los trabajos de campaña (en especial la recogida de la fruta )-, el indefinido pasa a ser el ordinario y los temporales se limitan a circunstancias de la producción (hasta seis meses, ampliables por otros seis) o de sustitución. Y en aquellas ocasiones en las que se prevea que la duración del trabajo es reducida y delimitada, podrá contratarse a un trabajador durante un total de 90 días al año y nunca de manera continuada, lo que significa que si el empleo supera ese plazo el contratado tendrá que tener la condición de fijo discontinuo.

Ahí es donde el sector ha levantado la voz. Aseguran los representantes agrarios que esta decisión «penaliza a esta actividad». Porque un agricultor, insisten, no sabe cuándo va a llover ni si lo hará, cuándo llegará una riada que inunde sus cultivos, si habrá heladas que mermen sus cosechas o si un granizo reducirá su producción justo en el momento en el que iba a recogerla. Y por eso «no sabe tampoco cuál será el volumen de mano de obra que exigirá la campaña», explican.

«Esta reforma evidencia el desconocimiento total de lo que son las necesidades de contratación en el campo español y aragonés», señala Fernando Luna, presidente de Asaja en Huesca y máximo responsable de la patronal oscense CEOS-Cepyme, que reconoce que en la negociación el presidente de CEOE (a la que pertenece su organización), Antonio Garamendi, «ha estado entre la espada y la pared y ha tenido que elegir entre una situación difícil y una situación complicada».

Luna advierte que la reforma «complica las contrataciones» y genera inquietud y dudas. «Un trabajador puede estar empleado un mes en una explotación, otro mes y medio en otra y al siguiente de nuevo en la primera y entonces, ¿quién lo tiene que hacer fijo discontinuo?», se pregunta, para afirmar seguidamente que «esto es un handicap que no se ha tenido en cuenta».

El presidente de Asaja en Huesca destaca además que los trabajadores agrícolas tienen una movilidad muchísimo mayor que la que se produce en cualquier otro sector. «Si contratamos, por ejemplo, a un trabajador de Senegal, lo empleamos en nuestra explotación más de 90 días y se va a su país, irremediablemente tienes que contar con él porque lo has hecho fijo discontinuo, así que tienes un trabajador contratado en Senegal que no sabes si va a volver ni si quiere hacerlo», detalla Luna para insistir en las incertidumbres que la norma añade al campo.

«Es una carga laboral que se nos está echando encima a las empresas agrícolas», advierte el representante de la organización agraria, que asegura que la reforma va a conseguir en el campo el efecto contrario al que busca y que en lugar de reducir la temporalidad terminará por destruir empleo. Porque, según asegura, si a los problemas que tiene el sector por los disparados costes de producción se suma ahora una legislación laboral que complica cada vez más el trabajo, muchos fruticultores, que son los que más volumen de mano de obra utilizan en campaña, terminarán, como ya lo están pensando, por cambiar sus cultivos de fruta dulce por producciones de cáscara (frutos secos), que están más mecanizadas y apenas necesitan empleados. «Lo que va a pasar es que no vamos a hacer ni fijos, ni fijos discontinuos, ni temporales, sino que vamos a vernos obligados a echar a mucha gente al paro», advierte.

"Temporal no es precario"

Desde UAGA-COAG defienden que «temporalidad no significa precariedad» e insisten en que el trabajo temporal es intrínseco a la realidad del campo porque la necesidad de mano de obra viene delimitada por las campañas, en las que debido a factores externos relacionados esencialmente con el clima no siempre es necesario el mismo número de trabajadores.

Aunque no se muestra muy preocupado, el responsable de Relaciones Laborales de UAGA, Vicente López, reconoce que la reforma laboral va a complicar las contrataciones y es «una traba más» para un sector asfixiado por la normativa, por los bajos precios y los altos costes de producción.

«Es más un maquillaje que otra cosa», afirma Vicente López, que cree que «no van a cambiar en exceso» los modelos de contratación ahora existentes. «La mayoría de las fincas de Aragón que contratan trabajadores por temporada ya lo hacen en la modalidad de fijos discontinuos, porque la norma obliga a que así sea si los empleas durante tres campañas a lo largo de cinco años», explica.

Reconoce, sin embargo, este fruticultor que la norma provoca dudas para las contrataciones que superan los 90 días o en aquellos casos en los que las jornadas son inferiores. Porque la ley también dice que estarán penalizados aquellos contratos inferiores a un mes.

«Esta normativa es querer enmascarar el trabajo temporal, que es el habitual tanto en el sector servicios como en agricultura porque se realiza en campañas. No vamos a hacer más que cambiar de nombre a las personas que cubren estos empleos», señala López, que insiste en que esta reforma «no se lo pone fácil a los empresarios agrícolas, pero tampoco va a ser a ser catastrófico».

No es el tipo de contratación lo que realmente le preocupa al representante de UAGA. Su inquietud, y así lo manifiesta, es la falta de mano de obra disponible en el sector. «Hay momentos puntuales en los que no hay trabajadores para contratar», asegura López, que lamenta que con el elevado número de parados que hay en Aragón «nadie acude a las ofertas de empleo del campo».

Quienes no piensan lo mismo son las federaciones agrarias de UGT y CC. OO. Para UGT-FICA el problema no está en los nuevos contratos, «sino en los incumplimientos reiterados de la legislación laboral que se vienen reproduciendo entre algunos empresarios agrarios que fomentan la precariedad y la explotación de las y los temporeros hasta convertir la eventualidad en un mal endémico del sector».

En similares términos se expresan desde la federación de Industria de CC. OO, que insiste en que no es de recibo que una persona que lleva 10 años haciendo campañas de tres o cuatro meses siga siendo temporal. «El campo tiene que evolucionar como el resto de sectores. Hay que acabar con la precarización y todo lo que sea hacer contratos fijos discontinuos e indefinidos será bienvenido para dignificar el campo y hacerlo más atractivo», señala.

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