Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Sanidad vegetal

Insectos, fundamentales para equilibrar el ecosistema agrícola

Los insectos desempeñan funciones ecológicas esenciales. Para conservar su biodiversidad, es necesario comenzar a tomar medidas locales en entornos agrícolas.

Episyrphus balteatus libando sobre cilantro.
Episyrphus balteatus libando sobre cilantro.
Eva Núñez Seoane

La agricultura desde el Neolítico ha seguido un proceso de intensificación gradual desconectándose del medio natural. El aumento exponencial de la población humana ha incrementado las necesidades de alimento, fomentándose una producción intensiva ajena a la naturaleza, con poca conciencia del impacto ambiental y de los grandes costes ambientales y económicos motivados por la alteración de los ecosistemas agrícolas. Llegados a este punto, hay que cambiar el enfoque e integrar la agricultura en el contexto natural, donde es fundamental potenciar, aparte de la producción, valores naturales como la biodiversidad, la conservación de los hábitats, las interacciones entre los organismos y los procesos ecológicos que, además, van a asegurar la salud del cultivo.

La sociedad en general y las instituciones públicas y privadas en particular son conscientes de la necesidad de promover un cambio hacia una agricultura que potencie cultivos saludables, lo que implica la reducción del impacto de los insumos sobre los elementos del agroecosistema (biodiversidad, suelo, agua, aire). Es por ello que la iniciativa One Health de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aborda un enfoque multidisciplinar para garantizar la salud de todos los seres vivos (humanos, animales y vegetales) y, en definitiva, del medio ambiente.

Desde el enfoque de la iniciativa One Health, la conservación de la biodiversidad es fundamental para garantizar entornos y agroecosistemas saludables y sostenibles, donde los insectos desempeñan funciones ecológicas fundamentales como la polinización, el parasitismo y depredación, el reciclado de nutrientes, la dispersión de semillas o, incluso, son un recurso trófico para otros animales como los vertebrados superiores (anfibios, reptiles, aves).

Todas estas funciones permiten una cadena de subsistencia de los elementos del ecosistema, donde los insectos polinizadores permiten la existencia de especies vegetales que son el hábitat de especies beneficiosas (parasitoides y depredadores) que, a su vez, regulan las poblaciones de otros insectos oportunistas (plagas). En definitiva, los insectos son elementos fundamentales para equilibrar el ecosistema agrícola. Sin embargo, la simplificación del paisaje, la pérdida de hábitats o el uso excesivo de insecticidas, entre otros, puede reducir las poblaciones de insectos tan sensibles a cambios ambientales como los polinizadores o las especies que constituyen la fauna auxiliar (parasitoides y depredadores). Por el contrario, insectos oportunistas como las plagas son capaces de adaptarse y proliferar en entornos modificados por el ser humano como los cultivos intensivos.

Foco de adultos de langosta mediterránea Dociostaurus maroccanus.
Foco de adultos de langosta mediterránea Dociostaurus maroccanus.
Mª Milagro Coca Abia

Tomar medidas

Así pues, para potenciar la salud del planeta es fundamental conservar la biodiversidad en general y la entomológica en particular. Por ello, hay que comenzar a tomar medidas locales en entornos agrícolas como la reducción de productos químicos ajenos al sistema biológico y la conservación de los hábitats necesarios para su supervivencia.

Desde este punto de vista, es importante establecer infraestructuras verdes, como márgenes y cubiertas vegetales en campos cultivados y cultivos leñosos, asegurándose de que sirvan de hábitat para los polinizadores y la fauna auxiliar, evitando la proliferación de malas hierbas que afecten a los campos colindantes.

No obstante, en muchos casos la entomofauna que se instala en los márgenes y cubiertas puede ser transmisora de enfermedades y nociva para el cultivo, este es el caso de los vectores de la bacteria Xylella fastidiosa, que, actualmente, es una gran amenaza para la agricultura de los países mediterráneos. Desafortunadamente, no se conoce fauna auxiliar efectiva que controle los vectores de esta bacteria, solo el manejo de la cubierta vegetal podría disminuir las densidades poblacionales de estos insectos, de ahí la importancia de la gestión de los márgenes y cubiertas vegetales en los cultivos, no solo para la proliferación de los polinizadores y la fauna auxiliar, sino también para el control de las especies dañinas.

Por otro lado, moléculas como las feromonas son muy útiles en el control de plagas de insectos. Estos compuestos son sintetizados y emitidos por los propios organismos como señales químicas específicas, por lo tanto, no son ajenas al sistema biológico ni contaminantes y permiten llevar a cabo el seguimiento y control de las plagas mediante trampeo masivo o confusión sexual. En España, la plaga de langosta mediterránea Dociostaurus maroccanus, por su carácter polífago, causa daños importantes en todos los cultivos y actualmente se está investigando una feromona para su control.

Tanto el control biológico de plagas con fauna auxiliar, como el tecnológico con feromonas y otros semioquímicos son métodos específicos, no contaminantes y respetuosos con el enfoque de la iniciativa One Health (una salud única para todos, humanos, animales, vegetales y medio ambiente), fomentando la salud de los agroecosistemas y la conservación de la biodiversidad entre la que se encuentra los insectos polinizadores, tan beneficiosos para la agricultura.

Mª Milagro Coca Abia y Eva Núñez Seoane Investigadoras de la Unidad de Protección Vegetal del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)

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