infraestructuras

Cuatro de las nueve autovías proyectadas en Aragón siguen bloqueadas en trámites previos

El Ministerio de Transportes aún debe repetir los estudios de la A-24 y A-25 y evalúa qué hacer con la
A-40 y el tramo pendiente de la A-2. Las vías rápidas en ejecución suman 544 millones y las pendientes, 2.147.

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La liberalización del peaje de la AP-2 cumplió finalmente la semana pasada la reivindicación aragonesa de contar con una vía rápida gratuita con Cataluña, pero aún habrá que esperar décadas para completar la red de autovías comprometida en las tres provincias. Cuatro de los nueve trazados previstos solo existen en los planos y siguen atascados en los trámites previos desde hace años a pesar de las promesas ministeriales y de aparecer en los presupuestos con partidas testimoniales que nunca se gastan.

La reclamación de una de estas autovías se terminó incluso por aparcar, los 91 kilómetros pendientes de desdoblar en la N-II entre Alfajarín y Fraga, a la espera de que la concesión de la autopista terminara. Y eso que el Ministerio disponía desde hace años de un estudio informativo que hubiera permitido licitar los proyectos y luego las obras, como sí se hizo en el mismo caso del corredor de Logroño.

El Ministerio de Transportes se resiste a oficializar su desistimiento y ha encargado un estudio sobre la distribución de la demanda del tráfico para "determinar y priorizar las actuaciones necesarias en el corredor". "Estamos considerando las peticiones para favorecer un determinado nivel de tráfico en la actual carretera que permita mantener la actividad económica que ha venido generando en los municipios del itinerario", se limitaron a señalar fuentes oficiales.

Su construcción requeriría 420 millones, una quinta parte de la cuantía total a la que ascienden las autovías pendientes: 2.147 millones, una cifra inabarcable si se aplican los actuales parámetros de inversión del Estado en Aragón, donde Transportes ejecutó el año pasado 91 millones. Solo hay que hacer una división para darse cuenta de que harían falta 24 años.

Voluntad política no ha existido hasta el momento, porque la A-24 (Daroca-Calatayud) y la A-25 (Alcolea del Pinar-Monreal del Campo) disponen de un estudio informativo desde hace más de una década y tampoco ha salido a concurso ni siquiera el proyecto de alguno de sus tramos. Y ahora hay un compromiso del Gobierno de Pedro Sánchez, aún no satisfecho con Teruel Existe, de rehacer el diseño para adaptarlo a las actuales especificaciones para vías rápidas.

En ambos casos, el Ministerio señala que sigue "trabajando internamente" en su planificación mientras invierte en la mejora de una de las carreteras pendientes de desdoblar, la N-211: está ejecutando la variante de Alcorisa y ha dado la orden de estudio de las de Montalbán, Mata de los Olmos y Calanda, justo en sentido contrario. La N-234 tiene mucha peor suerte porque solo "evalúan actuaciones de carácter prioritario como la eliminación de las travesías en el tramo de Villafeliche a Calatayud".

Varapalo ambiental

La autovía Cuenca-Teruel (A-40) sufrió el varapalo de un estudio de impacto negativo y ahora está en redacción un anteproyecto de alternativas de mejora del "itinerario". Es decir, se analiza su posible duplicación o la mejora de las carreteras existentes que, en todo, se tendrá que someter de nuevo a un estudio de impacto ambiental. Mientras, acaban de salir a concurso la mejora de la conexión de la N-330 con la variante de la N-234 en Teruel y la adecuación de Villastar a Teruel.

La otra cara de la moneda son las autovías oscenses, donde se concentra buena parte del esfuerzo inversor de Transportes. Los tres tramos en ejecución entre Huesca, Jaca y Navarra (la A-23 y la A-21) avanzan sin contratiempos y la previsión es que estén en servicio entre finales de 2022 y principios de 2023, al igual que el último tramo de la A-22, de Huesca a Siétamo. No obstante, la fecha de conclusión sigue siendo una incógnita porque la ministra, Raquel Sánchez, aún le tiene que poner fecha a la licitación de los otros tres proyectos pendientes, que suman casi 40 kilómetros y un coste de 380 millones: Puente la Reina-Fago (A-21), variante de Jaca y Lanave-Sabiñánigo (A-23).

Del mismo modo, están en redacción los tres proyectos de la autovía de la Ribagorza (la A-14) para adaptarse a la nueva normativas. Sus partidas presupuestarias son testimoniales.

La que ha entrado en la recta final es la A-68 en dirección a Logroño, que se estrenará en un año, y avanzan las obras en el sentido contrario, de El Burgo a  Fuentes de Ebro. Tras años de paralización, el Gobierno de Pedro Sánchez se comprometió con el eje de Castellón y ha lanzado la redacción de otros tres tramos en Zaragoza y Teruel.

Todas las obras en marcha en Aragón suman un presupuesto nada desdeñable, que asciende a 544,7 millones.

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