Los negocios de la N-II confían en la fidelidad de los clientes para sobrevivir

Empresarios y asalariados se aferran a su oferta competitiva en precios y servicios, pero no ocultan su preocupación por el trasvase de tráfico a la autopista.

Un camionero, en la gasolinera de Pina de Ebro, asegura que los profesionales optarán por la autopista por seguridad, aunque la falta de servicios obligará a los que necesiten parar a seguir recurriendo a la nacional.
Un camionero, en la gasolinera de Pina de Ebro, asegura que los profesionales optarán por la autopista por seguridad, aunque la falta de servicios obligará a los que necesiten parar a seguir recurriendo a la nacional.
Marcos Cebrián

El restaurante El Español cumple este año medio siglo atendiendo a los viajeros de la N-II en Bujaraloz y no saben si habrá margen para celebraciones. Tras el varapalo sufrido con la pandemia llega ahora el final del cobro de peaje en la autopista de Barcelona y como el resto de negocios situados junto a la carretera nacional ven con “preocupación” el previsible trasvase de tráfico. Su esperanza está puesta en la fidelidad de sus clientes y esperan que la “calidad y precios competitivos” de sus servicios de restauración y hostelería permita paliar la situación. Confían especialmente en los transportistas, que se quejan de la escasa oferta existente en las vías rápidas.

La dueña de El Español, Teresa Vaquer, asegura que muchos clientes a los que han preguntado les asegurado que se desviarán para hacer una parada y comer porque consideran un auténtico problema la falta de áreas de descanso para estacionar cuando llegan al límite fijado por el tacómetro: cuatro horas y media. “Nuestra relación precio-calidad, la cocina casera y el hecho de que esté recién hecha nos hace ser atractivos para el viajero. Y tenemos un menú especial para los transportistas a 11 euros”, señala.

Relata que cada noche duermen en la explanada del restaurante más de 70 camioneros y funcionan como un área de servicio 24 horas, con una plantilla de 21 personas, la mayoría mujeres, que sirve un centenar de comidas diarias. “Cada vez quedan menos locales porque no ha habido relevo y la covid ha hecho mucho daño. No sabemos cómo nos afectará, habrá que esperar medio año”, añade.

Olga Marín, camarera del restaurante El Español de Bujaraloz, tiene la esperanza de que los clientes sigan reconociendo una cocina casera que se hace al momento.
Olga Marín, camarera del restaurante El Español de Bujaraloz, tiene la esperanza de que los clientes sigan reconociendo una cocina casera que se hace al momento.
Marcos Cebrián
"Confiamos en un servicio competitivo"

Una de las trabajadoras, Olga Marín, confía igualmente en la “fidelidad” de clientes que ya se desvían para comer mientras retira los platos de Javier, un trabajador de Elecnor que se ha salido de la AP-2 de vuelta de Fraga a Zaragoza. “Es el que conozco en esta ruta y lo seguiré haciendo”, señala.

Lo mismo apunta Francisco Manuel antes de subirse al coche junto a su familia. De vuelta de sus vacaciones en Zumaia, asegura que la tarta de queso o la fuente de chocolate serán de por sí un motivo para desviarse. “Ahora vamos por la N-II porque pagar 28,5 euros hasta Martorell es mucho castigo y más si cabe cuando hacemos el viaje dos veces al mes, pero cuando se liberalice seguiremos parando aquí”, asegura.

Los estragos de la crisis y de la covid se aprecian en los 91 kilómetros de la N-II sin desdoblar, de Alfajarín a Fraga. El restaurante El Ciervo, en Pina, cerró justo antes de la covid y se aprecian dos gasolineras y otros tantos hoteles desmantelados.

En la estación de servicio de Cepsa, en Pina, se acumulan los camiones. Los trabajadores no pueden hablar, pero tampoco son la excepción y como el resto de trabajadores que dependen de la N-II sufren la incertidumbre por la previsible caída del tráfico.

No obstante, los camioneros no tienen tan claro que se vaya a producir un trasvase en masa de los 6.000 vehículos pesados que ahora van por la carretera. Así lo asegura Mario, que tras repostar 400 litros y comprar en la tienda de Carrefour Exprés sigue su ruta de Barcelona a Madrid. “Seguiré yendo por la N-II porque en la autopista no hay restaurantes ni tiendas y parar para dormir supone un problema”, asegura.

Otros profesionales del transporte, como Francisco Santiago, hace la ruta entre dos y tres veces a la semana y tiene muy claro que la AP-2 será la alternativa por seguridad. “El riesgo es evidente, la de vidas que se ha cobrado la nacional. El tiempo de viaje es muy similar, pero si hay que parar se seguirá cogiendo la N-II”, añade.

Un poco más adelante, en el hotel y restaurante La Pepa, en Villafranca de Ebro, la veintena de trabajadores tienen la incertidumbre de si llegará a jubilarse a pie de la N-II. El encargado, Juan Carlos Bez, lleva 35 años en el establecimiento, como la mitad de la plantilla, y opta por acogerse al comentario de los clientes que garantizan fidelidad. “El negocio depende al 9% de los transportistas y nos dicen que en algún lado tendrán que parar, comer y dormir. Les gusta el menú a la brasa y consideran que el desvío lo seguirá mereciendo”, añade antes de indicar el incremento de seguridad que supone la contratación de un vigilante para el aparcamiento ante los robos de bandas en el corredor.

Los viajeros, satisfechos

En el restaurante ha parado Antonio Tribaldos, un feriante de viaje en su furgoneta de Andorra a Zamora, que no duda en que tomará la AP-2. “La carretera está fatal y hay mucho tráfico de camiones y si no cojía la autopista era por el peaje, que era demasiado”, añade lamentando que el nuevo pago por uso le pueda seguir condenando.

A las puertas del hotel Pepa, en Villafranca de Ebro, el feriante Antonio Tribaldos.
A las puertas del hotel Pepa, en Villafranca de Ebro, el feriante Antonio Tribaldos.
Marcos Cebrián

El ambiente era muy distinto en la vía rápida. En plena operación retorno, las áreas de servicio de la AP-2 como la de Pina, están atestadas de clientes. Los trabajadores están tranquilos porque les han garantizado la continuidad, mientras los viajeros aplauden el fin de los peajes. La voz discordante la pone Sebastián, de vuelta de Segovia a Barcelona, que lamenta el “horror” que supondrá conducir con “todos los camiones” que ahora van por la nacional.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión