Abanicos, Robocop y punto de cruz: una treintena de 'nuevos' coleccionables invaden los quioscos

Menos del 10% de quienes compran el primer número acaban la colección. La Unión de Consumidores recomienda informarse previamente del número de entregas y del precio de cada una.

Los coleccionables utilizan los grandes cartones como reclamo publicitario.
Los coleccionables utilizan los grandes cartones como reclamo publicitario.
José Miguel Marco

No por esperada es menos voluminosa. La invasión de coleccionables que se inicia esta semana hace que los quiosqueros se las tengan que ingeniar para colocar los cartones con rosarios, recetas de cocina o maquetas de tren entre los arbustos colindantes a su puesto. En televisión ya los anuncian también a todo trapo porque, a pesar del paso de los años, del cambio de gustos y de las nuevas tecnologías, la tradición de lanzar coleccionables no decae. 

En las próximas semanas está previsto que se lancen cerca de 30 nuevos títulos, aunque algunos de ellos (abanicos, relojes, vajillas Disney...) son de sobra conocidos. El de los huesos del cuerpo humano es otro ejemplo y, ojo, si bien la oferta de lanzamiento hace que la primera entrega cueste 1,95 euros, a partir de la tercera cada fémur, riñón, vejiga o falange de este esqueleto de 1,10 metros de altura costará 8,95. Son un total de 86 piezas, que al comienzo se venden cada 15 días y, después, semana a semana.

“Es esencial calcular de entrada el precio final de la colección. Con la suma de todos los gastos y los posibles accesorios que se ofrecen”, explican en la Unión de Consumidores de Aragón (UCA), donde son conocedores de que hay colecciones que se prolongan durante más de dos años y cuyo precio final puede superar los mil euros.

Según las estadísticas de las editoriales (RBA y Planeta DeAgostini son dos de las principales) apenas entre un 5 y un 10% de quienes inician una colección consigue llegar hasta el final, y la gran mayoría de clientes potenciales apenas compran los dos o tres primeros número que son los que se publican a precios populares. Las empresas, así, van acotando en función de la demanda la tirada de sus colecciones, si bien están obligadas a suministrar todas las piezas hasta el final a quien lo requiera. “Una vez iniciada la colección se puede solicitar hasta el último ejemplar aunque haya sido retirada del mercado por una escasa demanda”, informan las asociaciones de consumidores, que suelen recibir consultas y quejas por este asunto. También el departamento de Consumo del Gobierno de Aragón recomienda que, antes de comenzar una colección, se tenga en cuenta que algunos lanzamientos requieren que el consumidor posea todas las entregas para completar el producto, de lo contrario, no servirá para nada. Es el caso de maquetas o construcciones, bien sea de una granja infantil o de un acorazado de la guerra de Corea. 

Es conveniente disponer de un número de atención al cliente de la editorial para solucionar cualquier incidencia que pueda surgir, para realizar cambios de números defectuosos o solicitar números atrasados”, añaden en la UCA, donde advierten que el grado de fidelización no suele ser muy alto. Las editoriales, de hecho, distinguen entre ‘clientes constantes’ (los más disciplinados) y los ‘caza ofertas’, que compran el primer número porque es barato y gracias.

El de los fascículos es un negocio que llega a mover unos 150 millones de euros al año y que, a pesar de las sucesivas crisis económicas, ha aguantado el tipo sin apenas cambiar de modelo. Entre las novedades de Planeta DeAgostini figuran este 2021 una colección de camiones americanos (escala 1:43), otra del poder de las piedras (joyas con energía) y los cascos completos de Valentino Rossi. En RBA destacan ‘Las Crónicas de Excalibur’ o ‘Un paseo por el cosmos’ para descubrir qué es el bosón de Higgs.

Las colecciones suelen componerse de un mínimo de 60 números y llegan a durar más de dos años

¿Qué tendencias se van a llevar este año? Hay quienes creen que el confinamiento llevó a una recuperación de las relaciones familiares y, en consecuencia, pueden funcionar mejor los coleccionables que inviten a colaborar a niños y mayores, los de recetas de cocina, por ejemplo, evocando aquellos meses en los que se hacían tartas durante la pandemia.

Lo que no cabe duda es que la nostalgia es un factor que tiene mucho tirón entre los coleccionistas y, de hecho, sólo así se explica que la muñeca Mariquita Pérez o los cuentos de María Pascual conserven su atractivo intacto. También sucede con muchos iconos de la cultura de los años 80 como ‘Star Wars’, los figurines de la Marvel o ‘Dragon Ball’ porque, claro, los niños de entonces son los que poseen ahora poder adquisitivo. Siguen apostando también las editoriales por clásicos en apariencia más rancios, pero que parecen una apuesta segura: todo lo que tenga que ver con lo militar o la Segunda Guerra Mundial (ya sean máquinas belicistas o insignias y condecoraciones), así como los tutoriales de punto de cruz, tricot y ganchillo. “Los productos con mayor aceptación y más salida son los ligados a un público con edades comprendidas entre los 4 y los 10 años. De ahí la abundancia de cuentos, cómics y personajes como Hello Kitty o Pocoyó”, comentan en las distribuidoras.

Pero, ¿por qué al ver el reclamo en los quioscos es tan fácil picar? Y, sobre todo, ¿por qué se elige esta época del año para los lanzamientos? Existe lo que los sociólogos llaman una ‘motivación de la conducta adquisitiva’, que viene a ser un afán por adquirir más de lo que se necesita, lo que se suma al hecho demostrado de que el coleccionismo es un hábito en todas las culturas.Buena parte de la culpa la tiene la compra compulsiva: para saciar la ansiedad se compra la primera entrega en el quiosco de forma rápida e instintiva, aunque en el fondo ya sepas que no vas a seguir la colección”, explica la psicóloga Asunción Bastarós. A su juicio, el lanzar los fascículos al acabar el verano contribuye a poner freno al estrés vacacional y septiembre siempre es una época de emprender buenos propósitos, al igual que el inicio de año. Por este motivo, muchos de los coleccionables son "cursos de idiomas u obras esenciales de la literatura", a los que se otorga más utilidad que la mera reunión de objetos y fetiches. 

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