Los encantos de la casa ansotana del Parque Grande vuelven a relucir

La sección de etnología del Museo de Zaragoza abre sus puertas, tras cinco años de trabajo para eliminar las carcomas, con una exposición temporal dedicada a Pedro Cativiela, impulsor del proyecto.

El sonido del río Huerva y el 'chuchú' del trenecito dan la sintonía a la casa ansotana del Parque Grande José Antonio Labordeta de Zaragoza, que este verano ha recobrado la vida. Los muebles, enseres e indumentaria de siempre –y también nuevas piezas- de la sección de etnología del Museo de Zaragoza se pueden visitar de nuevo tras un lustro cerrada a consecuencia de una plaga en el edificio.

"Detectamos la presencia de unos insectos, que finalmente se vio que era el inicio de una tremenda plaga de carcoma", recuerda María Ángeles Hernández, conservadora del Museo y al frente de la sección. Explica que era un tipo de carcoma relacionado con los ámbitos de humedad –cerca está el cauce- y que necesita unos volúmenes de madera muy grandes -como las vigas de la casa-. Hasta enero de 2021 se ejecutaron tratamientos sistemáticos, unas fumigaciones mensuales, y también puntuales, la inyección en las vigas para eliminar las larvas. "Ha sido muy largo porque la vida de las larvas dentro de la madera no se puede controlar. Entonces, todo el tratamiento se ha enfocado a impedir la reproducción de la carcoma. Cuando maduran, salen al exterior, vuelan, entran donde les parece y se reproducen. Lo que hemos intentado es que los adultos no lleguen a término", concreta Hernández.

Durante el tiempo que la puerta de la casa ansotana ha estado cerrada se ha aprovechado para tratar también las colecciones, a la vista del problema de la carcoma. "Se hizo fue un tratamiento completo de todos los materiales orgánicos. El textil por si tenía polillas y todos los objetos de madera se han sometido a una temperatura de -25ºC en una cámara de frío seco para asegurar que las larvas no proliferaran en el interior de las piezas", expone la conservadora, que apunta que este tratamiento garantiza una seguridad entre 20 y 25 años. Después se aplicó un tratamiento externo. "Se ha trabajado en todo lo que era madera, independientemente del tamaño o formato –incide Hernández-, desde la cadiera hasta el mango de las chocolateras". María Ángeles conoce la historia de los objetos como la palma de su mano y la cuenta con mimo y pasión.

Elementos religiosos, joyas, juegos de cama bordados, utensilios de cocina, tronas o juegos de niños son parte del legado que se puede disfrutar entre los gruesos muros de la casa. Algunos llegaron hace décadas a la sección, sin embargo, otros son de última incorporación como un brasero o un juego de café de juguete, en ocasión procedentes de donaciones o de intestados.

Una visita a la sección de etnología del Museo de Zaragoza. 

El 24 de julio se cerró este capítulo para abrir las puertas de nuevo. "En el museo había muchas ganas", reconoce Hernández, que destaca que, a pesar de que el espacio no es muy amplio, pero esta casa otorga un abanico de posibilidades. La distribución que realizó Alejandro Allanegui fue remodelada en 2010, cuando se abrió al público tras siete años cerrada.

En el dintel de la puerta está esculpido 1955, su año de construcción, a imagen y semejanza de los edificios del Pirineo. "Dotar a Zaragoza y a Aragón de un lugar que recogiese los testimonios de la manera de ser y de vivir de los aragoneses" fue la razón de erigirla, tal y como se contó en las páginas de HERALDO. Antonio Beltrán –director del museo-, Eduardo Cativiela –hijo de Pedro Cativiela, impulsor de la sección- y José Manuel Pardo de Santayana –gobernador civil en ese momento- se pueden considerar los nombres propios de este proyecto, aunque la implicación fue tanto de particulares como de instituciones. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Zaragoza cedió el suelo para levantar tanto esta como la de Albarracín, que se emplaza al lado y que acogió el Museo de Ciencias Naturales en origen y ahora la sección de cerámica.

Recreación de una cocina ansotana, en la sección de etnología del Museo de Zaragoza, en el parque Grande.
Recreación de una cocina ansotana, en la sección de etnología del Museo de Zaragoza. 
M. M. M.

A pesar de que la casa se construyera a mediados de la década de los cincuenta, el germen de la sección de etnología se remonta a 1924. Parte de los recursos que ahora se muestran ya se expusieron en las dependencias de la plaza de los Sitios del Museo de Zaragoza, pero con el tiempo, la colección aumentó y se precisaron más espacios. Así, se plateó el proyecto de varias casas en el Parque Grande José Antonio Labordeta, por aquel entonces Primo de Rivera.

El padre de la sección en la exposición hasta septiembre

En lo que serían las caballerizas de una casa ansotana, en la planta baja, se descubre en la actualidad una muestra hasta mediados de septiembre sobre Pedro Cativiela López. Se trata de un homenaje a quien fuera impulsor de la sección de etnología.

Un pendón de cañamado bordado, su reloj de cadena, una pequeña navaja o un tenedor con las iniciales son algunos de los objetos personales de don Pedro que han prestado sus bisnietos para la ocasión. En el centro, una vitrina recrea la escena de cómo unos novios ansotanos se visten para su boda con la indumentaria que donó Cativiela López cuando se creó la sección.

Objetos personales de Pedro Cativiela, en la casa ansotana del Parque Grande de Zaragoza.
Objetos personales de Pedro Cativiela.
M. M. M. 
"Tenía mucha memoria de su casa, de su pueblo, y nunca se desvinculó de Ansó"

Pedro era un joven ansotano que se estableció en Zaragoza para trabajar en el negocio textil de su tío, cuenta Hernández. En paralelo a su labor profesional, mostró interés por demostrar lo que sentía por su cuna. "Al llegar joven, tenía mucha memoria de su casa, de su pueblo, y nunca se desvinculó de Ansó. Además, tuvo la suerte de que su llegada coincidió con un momento en el que en Zaragoza se está desarrollando la Exposición Hispano Francesa de 1908 y luce un esplendor social, comercial y económico bastante importante”, explica la conservadora del Museo de Zaragoza.

Precisamente, en esos años se articuló el Museo del Comercio: "Se instaló en la plaza de los Sitios y en la muestra se presentaron los logros económicos, empresariales e industriales de Aragón y del resto de España". Cativiela se integró en este proyecto y "con el tiempo consigue un espacio para instalar allí la casa ansotana, unos espacios donde se recreaba la cocina tradicional, la sala y las alcobas", un reflejo de que se exhibe ahora en el Parque Grande.

Exposición temporal de los preparativos de una boda ansotana.
Exposición temporal de los preparativos de una boda ansotana.
M. M. M.

Junto a su hijo Eduardo, que siguió con la misma trayectoria de colaboración cultural, consiguió una importante colección de piezas que unieron a sus objetos familiares. "Es decir, actuaron como mecenas en todos los sentidos", resume Hernández. "Todavía no han contestado, he visto en casa de Chanillas un banco-caja que tiene un largo de ½ 3 metros. Mira a ver si cabría en alguno de los testeros de la sala y veré si me lo puede ceder el propietario, un hombre bastante raro y no sé si prestará a la venta o al cambio", firma don Pedro en una carta fechada el 7 de agosto de 1924. Justo 97 años después, esas piezas vuelven a brillar con la misma ilusión que los Cativiela las consiguieron como testimonio de lo que fue esa parte de Aragón.

Horario de apertura:

Sábados de 9.00 a 14.00 y domingos de 10.00 a 14.00.

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