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El madrileño eje Prado-Retiro, Patrimonio de la Humanidad: empeño de un aragonés

La reciente declaración de la Unesco es fruto del proyecto que ideó José Francisco García. Director de la Fundación Uncastillo, insiste en el potencial de la historia y el arte.

El Museo del Prado es uno los polos de atracción del conjunto recién declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
El Museo del Prado es uno los polos de atracción del conjunto recién declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
J. J. GUILLÉN/EFE

Madrid se prepara para sacar provecho de su incorporación, muy reciente (el pasado 25 de julio), a la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco: fue distinguido en la categoría de Paisaje Cultural Urbano el conjunto que forman el paseo del Prado y el parque del Retiro, que aúna espacios culturales y verdes con mucha historia e hitos como la primera pinacoteca nacional o el Jardín Botánico. Es la primera entrada de la capital española en ese catálogo, el cual, además de movilizar el turismo, suele tener otros efectos transformadores. La idea fue de un aragonés: José Francisco García.

Entonces y ahora director de la Fundación Uncastillo, abogado, García (Zuera, 1966) se puso al frente de la Dirección General de Patrimonio del Ayuntamiento madrileño en 2013, en los tiempos de Ana Botella como alcaldesa. Días antes de incorporarse al cargo, estando todavía en Zaragoza, recibió como regalo un mapa de los bienes declarados Patrimonio de la Humanidad en aquel tiempo. Reparó en que Madrid era una de las pocas capitales europeas que no aparecía y meses después puso en marcha el proyecto ahora materializado.

Comenzaron las reuniones con expertos, también para buscar el apoyo de la Comunidad de Madrid o el Ministerio de Cultura, o la organización de jornadas científicas para definir la idea. «Me fui de la Dirección General en 2015, con el grupo de trabajo ya rodado, y he recibido la noticia de la declaración como si aún tuviese alguna responsabilidad, con mucha alegría, como la culminación de un proceso largo en el cual tuve parte, alegre también por la gente que aún queda en el Ayuntamiento del equipo original que montamos», explica. «Cuando decidí intentarlo –prosigue– quería algo impactante, que lanzase un mensaje sobre Madrid, de cambio respecto a la percepción de su patrimonio, de que la ciudad sí que se lo tomaba en serio. El objetivo no era solo ganar sino el proceso en sí, todos los años en que Madrid tenía que trabajar y pensar la candidatura».

Esta ciudad se ha convertido en la primera de Europa y la segunda del mundo (tras Río de Janeiro) en contar con Patrimonio de la Humanidad en la categoría de Paisaje Cultural Urbano. Su candidatura, presentada con el nombre de ‘Paisaje de la luz’, hace referencia a un espacio de 190 hectáreas que incluye el paseo del Prado (promocionado como el primero arbolado en una capital del continente e inspiración también de los americanos), el Jardín de Buen Retiro y su entorno. Es un conjunto con una altísima densidad de bienes bienes arquitectónicos, artísticos y naturales: están allí el gran pulmón verde del centro madrileño, los museos del Prado, Thyssen-Bornemisza o Naval, edificios religiosos como el monasterio de los Jerónimos, monumentos como la puerta de Alcalá o Cibeles, instituciones como la Real Academia Española o la Bolsa, el Botánico...

«El de Paisaje Cultural Urbano es un concepto complejo, un poco abstracto, no tan sencillo como declarar Patrimonio de la Humanidad un edificio y su entorno, como la catedral de Burgos, por ejemplo. En Madrid se han declarado los grandes museos de esa zona y sus hitos arquitectónicos, que son importantes, pero no solo eso. Se está destacando su historia, el hecho de que sea un lugar que permanece en una parte importante en su uso original, lo que se ha incorporado a lo largo de los siglos… Es la suma de la arquitectura, el paisaje, los hechos históricos, las personas».

El Palacio de Cibeles, donde tiene su sede el Ayuntamiento madrileño, va a contar con un centro de interpretación para facilitar la visita y el conocimiento del conjunto distinguido por la Unesco. Llegarán más iniciativas fruto de la declaración de Patrimonio de la Humanidad. «Me gustaría –continúa José Francisco García– que se gestionase de una manera excepcional, ambiciosa, que busque la protección del patrimonio, porque la atracción turística va a ir sola. Y me gustaría que sirviera para que los propios madrileños y el resto de los españoles cambien su percepción de ese espacio. Desde el principio buscamos que esto se convierta en una herramienta transformadora y de cohesión. Me parece que la Unesco busca esto con sus declaraciones».

«El patrimonio tiene esa fuerza de mejorar las cosas si se usa bien», insiste García, que continúa trabajando en Madrid (más bien teletrabajando desde Zaragoza en los últimos meses por la pandemia) como director del área de innovación del Instituto Europeo de Diseño, pero se mantiene al frente de la Fundación Uncastillo, que promueve el futuro de esta localidad cincovillesa sirviéndose de sus bienes histórico-artísticos y su actividad cultural. «En la pandemia hemos seguido adelante con las dificultades habituales. Seguimos gestionando la fortaleza, la iglesia y el yacimiento arqueológico de Los Bañales. Hemos mantenido la actividad y las personas. Y, sobre todo, hemos estado preparándonos para los próximos dos o tres años, con proyectos en Uncastillo que aprovechen la inversión pública que va a haber».

Aluvión de distinciones... y un castigo a Liverpool

La Unesco aprobó la candidatura madrileña durante la cuadragésimo cuarta sesión del Comité del Patrimonio Mundial, en una reunión con sede en China pero que se realizó fundamentalmente de forma telemática. También se incluyeron en la lista, entre otros bienes culturales y naturales, los pórticos de Bolonia y los frescos de Giotto en Padua, los grandes baños termales de varios países europeos, la extensión de la protección de los hayedos de los Cárpatos, el templo indio de Kakatiya, el ferrocarril transiraní, la ciudad portuaria china de Quanzhou, el parque nacional de Ivindo en Gabón, el observatorio solar de Chankillo (Perú) o los sitios de la cultura Chinchorro en Chile.

Además de estas y otras entradas en la lista, hubo una salida: la de la zona portuaria de Liverpool, alterada por unos desarrollos urbanísticos que la Unesco consideró «perjudiciales para la autenticidad y la integrad del lugar».

En Aragón son Patrimonio de la Humanidad el mudéjar, el Camino de Santiago, Ordesa o el arte rupestre mediterráneo. Está en preparación una candidatura de la jota

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