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Meléndez, la librería más antigua de la provincia de Zaragoza resiste a la digitalización y la pandemia

Javier es la tercera generación de libreros de la familia y regenta el establecimiento que abrió su abuelo en 1898, situado en la calle Visconti.

Javier Meléndez comenzó a trabajar en la librería con 22 años. Es la tercera generación de su familia al frente de este negocio.
Javier Meléndez regenta la librería familiar, abierta en 1898 en Tarazona.
Heraldo

Javier tenía 22 años cuando empezó a trabajar en la librería de la familia. Es la tercera generación de los Meléndez, una saga de libreros de Tarazona que comenzó con el abuelo, quien abrió el establecimiento en 1898. Es la primera fecha de la que se guardan registros, lo que hace de la Librería Meléndez la más antigua de la provincia de Zaragoza y la segunda de Aragón, después de un establecimiento similar abierto anteriormente en Huesca.

Desde aquellos primeros años, todavía en el siglo XIX, los tiempos han cambiado mucho y los nietos del fundador han ido adaptando el modelo de negocio a la demanda en cada momento. También se cambió de local, a uno más amplio y moderno pero en la misma calle Visconti donde se abrió la librería original.

Hace ya un tiempo que Javier es el único de los hermanos que ha continuado con el negocio familiar y, a sus 63 años, reconoce estar un tanto cansado, tras toda una vida llevando la librería y trabajando de cara al público. “Esto es una lucha constante porque nunca sabes lo que te va a venir, pero nos hemos ido adaptando a las tendencias”, explica. Así, de la inicial venta de libros y prensa, ahora, la Librería Meléndez ofrece todo tipo de servicios de impresión, recibe encargos por correo electrónico o a través de dispositivos de almacenamiento de datos que conecta a su ordenador.

También venden suministros informáticos y trabajan para el Ayuntamiento y la comarca, así como para otras oficinas de la Administración Pública. Además, se han especializado en material escolar. Por eso, su punto fuerte es la campaña de la vuelta al cole, en septiembre, sobre todo con la venta de libros de texto, que le reportan los mayores ingresos del año.

Mantienen la prensa y revistas aunque reconoce que ninguno de sus clientes tiene menos de 55 años. “Lo que no se ha perdido, a pesar de los peores augurios, es la venta de libros. Con el ebook se temió lo peor pero muchos lectores siguen prefiriendo el papel”, indica Javier. Además de novelas, en la Librería Meléndez también se pueden encontrar volúmenes para el conservatorio de música, publicaciones de todo tipo o libros educativos de todas las editoriales y también del método Montessori. Por otro lado, cuenta con una sección de juegos educativos Djeco, la marca más prestigiosa en el sector. “Aunque las cosas están complicadas y hay mucha competencia, tocamos muchos temas y nos hemos especializado en algunos para diferenciarnos”, explica.

A este panorama ya de por sí peliagudo, la pandemia no ha hecho más que trastocar la situación. Aunque, en el caso de la Librería Meléndez, Javier asegura que, afortunadamente, apenas les ha afectado económicamente. “Al vender prensa, pudimos estar abiertos en todo momento, y así lo hicimos”, explica. Y eso que sus hijos trataron de disuadirle. “Tenían miedo de que nos contagiáramos y enfermáramos. Pero si cerrábamos, salvando las distancias, también podíamos morir de hambre”, recuerda Javier.

Así que de un día para otro, se hizo con mascarillas, guantes, dispensadores de gel, pantallas y mamparas de protección para poder seguir prestando servicio de la manera más segura posible. Se redujo el aforo de personas en el interior de la librería (solo podían entrar de uno en uno) y también se cambió el horario. “Los primeros meses del confinamiento abríamos solo por las mañanas, con todos los medios de seguridad que creímos convenientes”, explica.

Afortunadamente, un año y medio después no han tenido que lamentar ningún contagio, y tampoco se han visto obligados a solicitar ninguna ayuda. Javier suele apañarse solo al frente de la librería y, en campaña alta, por ejemplo, con la vuelta al cole, contrata a una persona de apoyo temporal.

El resto del tiempo, de lunes a viernes por la mañana y por la tarde, y los sábados en horario matutino, Javier atiende a los clientes en la Librería Meléndez, su segunda casa desde hace más de 40 años. Es el tiempo que este turiasonense de pro lleva viviendo en Tarazona, donde nació y de donde solo se ha ido para estudiar su carrera de Filología Inglesa. Una vez terminados los estudios, tenía claro que quería continuar su camino en su localidad natal. “No quise prepararme las oposiciones porque este era mi ambiente, mi naturaleza y mi todo”, asegura Javier. Con esta determinación es con la que regresó a casa y se incorporó a la librería que, por aquel entonces, regentaba su hermana mayor.

Ahora, a sus 63 años, la jubilación está a la vuelta de la esquina y todo indica que la trayectoria de los Meléndez como libreros terminará con Javier. “Mi hija vive en Finlandia y mi hijo estudia Ingeniería Informática. Puede que continúe mi mujer algunos años, porque es más joven que yo, pero con ella se acabará”, vaticina.

Ante este pronóstico, los sentimientos son enfrentados. Por un lado, después de tantos años, hay cierta tristeza pero, como dice Javier, también están cansados de enfrentarse al día a día de llevar un negocio propio y sobrevivir. Sobrevivir en un mundo donde la digitalización está acabando con el papel en muchos sentidos y donde quien no se adapta con las nuevas tecnologías es fácil que se pierda por el camino.

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