Carmen Marcuello: "La música se escucha con los oídos y también con el corazón"

‘Musethica’ es un nombre que tiene su miga...

Sí, nos costó unos cuantos días decidirlo. Es la combinación de música y ética. En el fondo, de belleza y de bondad.

Acercan la música de cámara a colectivos vulnerables. ¿Cómo reacciona –por ejemplo– un temporero que escucha en directo un trío de cuerda?

Cuando la interpretación es excelente, pues como cualquier persona, tenga la edad que tenga, sean las circunstancias que sean. Comenzará a escuchar con los oídos y, poco a poco, descubrirá que escucha con todos los sentidos, con el corazón y le encantará.

¿Por qué han decidido llevar Musethica al campo de La Almunia?

Porque responsables municipales como Anabel Langarita y José Manuel Latorre Martínez apuestan claramente por compartir el arte.

Durante el confinamiento se dijo se «democratizaba la cultura» a través de las redes y los ‘streamings’. ¿Se llega realmente así a todos los públicos?

Hay muchos tipos de culturas y formas de experimentarlas. Se llega, pero hace falta conectividad y red. Esto no es igual en todos los pueblos de Aragón.

Han pasado ocho años y el proyecto está consolidado. Tendrán un buen puñado de anécdotas...

Como ‘mejores momentos’ tenemos muchos, pero hay uno que se repite siempre: cuando empiezan a sonar las primeras notas de los conciertos en los centros sociales y de educación especial. El peor, cuando se rompió un violonchelo en mitad de un concierto en un auditorio. Fue un pequeño desastre.

¿Cuál fue el germen –imagino que primero sobre el papel– de este ‘invento’?

La idea de Musethica nace en la cabeza y el corazón del violinista Avri Levitan y, después, lo que hubo que hacer es mucho trabajo, innovar, atreverse. Afortunadamente, en el camino hemos encontrado a instituciones y, sobre todo, personas que han creído en el proyecto, porque entendieron que la idea de compartir la música clásica va más allá de los auditorios y las salas de concierto.

Organizar todo con la pandemia habrá sido un lío monumental...

Tremendo. Mucho más complejo que en ediciones anteriores: ha habido cancelaciones, dudas, cambios de última hora…

Los virtuosos llegan de China, Israel, Alemania… ¿Con una PCR?

Por supuesto.

¿Veremos a alguno de esos jóvenes (Siqi Yu, Izak Nuri, Vika Gelman…) en un futuro en el Carnegie Hall o dirigiendo el concierto de Año Nuevo?

Ya tenemos una violinista en la Filarmónica de Berlín o una violista en la Orquesta Nacional de España. Nuestros jóvenes músicos han actuado en las mejores salas de Europa y otros continentes.

El proyecto tiene un gran «valor educativo», pero quizá a los niños les llame más la atención el cine o los videojuegos...

El valor educativo sobre todo es para los jóvenes músicos. Las personas de los centros sociales, nuestra principal audiencia, nos ayudan a crear un modelo de formación muy especial para los músicos. Sorprendería comprobar cuánto les gusta a los pequeños Bach, Tchaikovski, Guillermo Lago, Gaspar Cassadó...

Usted es una reconocida profesora de Economía de la Universidad. ¿Musethica tiene alguna relación con su trabajo o es más una vía de escape?

En el trabajo estoy especializada en gestión de entidades de economía social, así que aplico lo que enseño en clase y me ayuda a tener experiencia para llevarla al aula del Grupo de Estudios Sociales y Económicos de la Universidad.

¿Cuál es su compositor clásico preferido y qué música moderna escucha?

Depende del momento. Ahora estoy con Palestrina, Monteverdi y Haydn. También me encantan los programas de Radio 3 como ‘Cuando los elefantes sueñan con la música’, ‘Na na na’, ‘El sótano’, ‘El patillas DJ’ y, por supuesto, Nieves Arilla.