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La piedra de Calatorao hace las Américas

Tras utilizarse para urbanizar a plaza de la basílica de Saint Michel de Burdeos, la firma Gramablack emprende nuevos proyectos que llevan el material calizo a mercados de Estados Unidos o China.

La iglesia de Burdeos, con la plaza urbanizada con el mármol negro de Calatorao.
La iglesia de Burdeos y la plaza urbanizada con el mármol negro de Calatorao.
Heraldo

No es una imagen nueva pero -cosas que tienen las redes- hace unas semanas corrió como la pólvora entre los móviles de decenas de aragoneses. Era la estampa de la impresionante iglesia de Saint Michel de Burdeos, enmarcada a sus pies por una suerte de alfombra de piedra de Calatorao. “Aquella intervención se hizo en dos fases, la segunda hace cuatro años. Ahora han vuelto a contactar con nosotros porque quieren urbanizar también alguna calle adyacente y porque tienen que levantar parte de la plaza para hacer una acometida de vertido”, explica Santiago Pueyo, director técnico de Gramablack, la empresa que hace todo el proceso desde la extracción de la piedra de la cantera del Jalón hasta su venta. En los últimos meses, aunque en muchas ocasiones a través de terceros, la piedra de Calatorao está conquistando nuevos horizontes y se ha comenzado a colocar en hoteles y edificios públicos de Estados Unidos e, incluso, forma parte de un proyecto de internacionalización de emprendedores en China.

“En Aragón y en España es un material muy conocido. Está en el Pilar, en la Seo y hasta en la colegiata de Calatayud que ahora se está restaurando para que pueda reabrir al año que viene”, explica Pueyo. Desde el siglo XV hay constancia de que se utiliza este tipo de piedra en edificios insignes a orillas del Ebro y el llamado mármol negro se usó mucho en la Zaragoza barroca: hay una escalera espectacular en el claustro de San Carlos y también la enorme pila bautismal de San Pablo. No fue, no obstante, hasta las décadas de 1920 y 1930 cuando comenzó a extraerse de las canteras de forma industrializada. De hecho, el siglo pasado Calatorao era considerado un “pueblo industrial” cuando pocos espacios en Aragón podían presumir de esa etiqueta. “Después llegó un ‘boom’ en los años 60 cuando se utilizó, incluso, para los arcángeles del Valle de los Caídos. También proliferó mucho por Madrid, Pamplona o San Sebastián, en donde hemos hecho los zócalos de la playa de la Concha”, explican desde la empresa. En Zaragoza el inventario de intervenciones con piedra de Calatorao es prácticamente infinito (Moneo lo usó, por ejemplo, en la manzana de Aragonia) y mucho se discutió en su día de si no hubiera sido mejor utilizarla para urbanizar la plaza de la Seo en lugar del mármol travertino que se escogió y que, a todas luces, resultó caro y erróneo.

Javier Grasa, director general de Gramablack, en las canteras.
Javier Grasa, director general de Gramablack, en las canteras.
Laura Uranga

El hecho de que en la cornisa norte guste tanto este material constructivo tiene una explicación y es que es de lo más resistente. La piedra de Calatorao es poco porosa y eso hace que la climatología adversa no le afecte como a otras rocas, cuando el agua se cuela y puede romperla desde dentro. “Otra de sus ventajas es que también resiste la abrasión de la sal que suele utilizarse para limpiar las calles, además de ser muy fuerte y soportar golpes de vehículos o, incluso, dilataciones térmicas extremas”, comentan.

No obstante, una de las características principales y por la que se le identifica con facilidad es su color negro. Cuentan que todo depende de cómo y cuánto se pula. “Es la única piedra oscura porque la marquina (más propia de Vizcaya) no se suele usar para urbanizar y, en todo caso, su veta es más ancha y más blanca”, explican los expertos. “Luego también está el prefabricado de hormigón, que es grisáceo pero menos resistente, y el granito, el granito gris, que podría considerarse como su competencia más seria”.

Las canteras de Calatorao son un bien geológico del subsuelo aragonés, que también ha granjeado otras alegrías como el alabastro y las graveras del Valle del Ebro, las areniscas de Sos del Rey Católico, la sal de Remolinos o las -tan de actualidad- Cuencas Mineras turolenses.

Remates y detalles hechos en caliza de Calatorao en el Hotel América de Madrid.
Remates y detalles hechos en caliza de Calatorao en el Hotel América de Madrid.
Heraldo

Gramablack cuenta con unas reservas mineras de más de dos millones de metros cúbicos que datan de la formación Chelva (Jurásico Medio, unos 160 millones de años atrás). ¿Implica eso que tenemos piedra de Calatorao para rato? “Es seguro que nuestros hijos y nietos no verán extinguirse esta cantera”, explica Pueyo, al tiempo que informa que las explotaciones son a cielo abierto y que sus orígenes están recogidos en documentos que datan del siglo XV. Desde entonces, el uso de la explotación ha permanecido abierta gracias a la labor de maestros canteros de Calatorao, que iban transmitiendo sus conocimientos y trucos de generación en generación. En los últimos años la empresa, como complemento a la fabricación de sus productos, ha instalado en la cantera un equipo de producción de áridos para aprovechar mejor todo el material extraído.

El gran hándicap de la caliza de Calatorao es precisamente que su enorme peso ha hecho hasta la fecha muy difícil su transporte y, por tanto, su internacionalización. No obstante, en Gramablack trabajan para que haga las Américas y para darla a conocer en el extranjero también por un motivo casi sentimental. “Nos gusta decir que llevamos un pedacito de Aragón a los cinco continentes. Los rasgos distintivos de esta piedra son parecidos a los del carácter aragonés y emociona reconocer la piedra de Calatorao cuando estás lejos de casa”, dice Pueyo. Ahondando en esta veta más sentimental, el realizador aragonés Jorge Nebra junto a los actores Alfonso Desentre y María de Rada grabaron recientemente una serie de anuncios -disponibles en Youtube- en los que subrayan la relación de la piedra con la raigambre aragonesa y buscan tender puentes con diversas actividades culturales. De hecho, incluso, recogen el verso de Rafael Alberti que dice: “Yo nunca seré de piedra, gritaré cuando haga falta, reiré cuando haga falta, cantaré cuando haga falta”.

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