Frustrados por las heladas: "Tendremos que ir a otro lugar a buscar trabajo"

Muchos temporeros están en Fraga a la espera de si sus jefes les llaman para trabajar o no esta temporada después de los daños provocados por el hielo.

Arriba a la izquierda, Amadu Ba y Usumen Sissoko; debajo, Aliou Mané; y a la derecha, Bara N'diaye, todos ellos temporeros en Fraga.
Arriba a la izquierda, Amadu Ba y Usumen Sissoko; debajo, Aliou Mané; y a la derecha, Bara N'diaye, todos ellos temporeros en Fraga.
Rafael Gobantes

Pamadu Ba y Usumen Sissoko, naturales de Senegal, charlan sentados en un banco, junto al curso del río Cinca, muy cerca del principal acceso al casco histórico de Fraga. Han pasado toda la jornada buscando un nuevo tajo. Y así llevan casi un mes, desde que acabaron la campaña de la poda en Mollerusa (Lérida) y decidieron desplazarse a tierras aragonesas.

A los pocos días de su llegada, las heladas arruinaron sus expectativas laborales. "No hay trabajo. Tendremos que irnos a otra zona", aseguran. Dentro de sus opciones, está volver a Cataluña, "necesitamos trabajar". "Aquí vivimos con un conocido, pero hemos venido para ganar dinero y ayudar a nuestras familias. Aquí no podemos hacerlo", añaden.

Al cruzar el puente, hay varios grupos más de temporeros junto a la estación de autobuses. Tampoco ellos tienen trabajo. Y es que las explotaciones carecen ahora de actividad, a la espera de ver si las heladas han dejado algo que recoger. "Nunca había estado en esta situación", explica Bara N’diaye, natural también de Senegal, que lleva ocho años en Fraga. Acabó las labores de poda hace quince días y de momento desconoce si el productor de la finca en la que trabaja podrá volver a emplearlo. "Me ha dicho que espere, que intentará darme trabajo", explica.

A diario recibe la llamada de otros compatriotas que se encuentran en zonas próximas y que tenían previsto desplazarse al Bajo Cinca. "Aunque les digo que es posible que no haya trabajo, algunos dicen que vendrán igual y que lo intentarán", señala. El jornalero reconoce que el trabajo en el campo es "duro", pero seguro frente al covid, ya que "cada uno se sitúa en su línea y lleva su mascarilla". Ahora bien, otra cosa diferente es lo que ocurre fuera de la explotación, donde admite que es habitual que acaben hacinados en pequeños pisos o viviendas en mal estado.

"No hay muchas opciones para nosotros", indica N’diaye, que vive con cuatro personas. A su lado, Aliou Mané, también senegalés, está en idéntica situación. "Ahora estoy parado. La campaña va a ser mala, pero me voy a quedar y espero que mi jefe me vuelva a llamar pronto", señala, tras explicar que las heladas han arrasado las fincas en las que suele trabajar, en Fraga y Zaidín.

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