Los temporeros empiezan a llegar a las zonas frutícolas de Aragón en pleno repunte del covid

Los contratos caerán por las heladas, pero con la duda de si esto frenará la presencia de jornaleros. Los agricultores aseguran tener "las mismas armas" que en 2020, a falta de saber si habrá PCR o vacunas.

Muchos temporeros residen en Fraga todo el año y ahora están parados por la falta de trabajo en las fincas.
Muchos temporeros residen en Fraga todo el año y ahora están parados por la falta de trabajo en las fincas.
Rafael Gobantes

Los temporeros han comenzado a llegar a las principales zonas frutícolas de Aragón. Y lo están haciendo en pleno repunte de casos de coronavirus. La situación preocupa entre la población de comarcas como el Bajo Cinca, Calatayud o Valdejalón tras la experiencia del pasado año cuando varios brotes entre trabajadores del campo obligaron a dar marcha atrás en la recién estrenada normalidad y la Comunidad se vio inmersa en una segunda ola de contagios.

Hasta ahora, los nuevos positivos no tienen relación con los temporeros. De hecho, todavía llegan con cuentagotas y está por ver si lo harán en el número esperado, después de que las heladas de marzo hayan mermado de forma drástica la producción de fruta de hueso. La comarca del Bajo Cinca es una de las más afectadas al haber perdido el 50% de su cosecha. Y eso significa que las contrataciones previstas -alrededor de 5.000- se reducirán a la mitad.

Ahora bien, todavía es una incógnita conocer si las cuadrillas de trabajadores llegarán igualmente, generando un problema social todavía mayor, al carecer de empleo y vivienda, o por el contrario, optarán por desplazarse hacia otros lugares con mejores perspectivas laborales.

El perfil de los trabajadores es muy diverso, desde los que están afincados en la zona hasta cuadrillas que se contratan en origen o temporeros que se desplazan de norte a sur de la península, es decir, de la oliva de Andalucía a la uva de La Rioja. A ellos, también se sumaron el pasado año algunos de los más golpeados por la crisis, desde manteros hasta trabajadores de la hostelería.

"No sabemos si vendrán o no, lo que está claro es que se encontrarán con muchas dificultades para conseguir trabajo y por lo tanto, lo más probable es que se muevan hacia otras zonas", vaticina el responsable de fruta dulce de Asaja, Ramón Portolés. Desde UAGA, su homólogo, Óscar Moret, muestra sus dudas, al ser consciente de que las heladas también han castigado otras zonas productoras dentro y fuera de Aragón, desde la comarca leridana del Segriá a grandes superficies de Francia o Italia. "No tendrán fácil encontrar otro destino y por lo tanto, es posible que muchos lleguen y el problema sea mayor, sin que la responsabilidad pueda caer sobre el productor. La administración tampoco tendrá sencillo su control", reconoce.

Para evitarlo, está el cierre perimetral, con controles "dinámicos y aleatorios", señalan desde la Subdelegación del Gobierno en Huesca, que, al mismo tiempo, indican que se reforzarán los puestos de la Guardia Civil de las comarcas ligadas a la fruta.

Además, los productores ya están contactando con sus cuadrillas habituales, advirtiéndoles de que "este año no hay trabajo y por lo tanto, deben evitar desplazarse a la zona o, al menos, retrasar su llegada, a la espera de que la recogida de otras variedades menos afectadas", añade Moret.

El mismo llamamiento se lleva a cabo desde las administraciones. Y es que hay poblaciones del Bajo Cinca donde los daños van más allá del 50% como Ballobar, Belver, Zaidín u Osso de Cinca. "Aquí las heladas nos han dejado sin cosecha y ahora mismo, la situación está muy tranquila, ya que hemos avisado a nuestros trabajadores de la imposibilidad de contratarlos y tampoco tenemos grandes almacenes, lo que vaticina una campaña con muy poco movimiento y en teoría con menos dificultades ante la pandemia, aunque sea a costa de la pérdida económica", indica la alcaldesa de Ballobar, Esther Saló.

¿Habrá vacunación?

A la posibilidad de que descienda el número de trabajadores y al incremento del ritmo de vacunación, se agarran los que temen una nueva oleada de casos ligada a los temporeros. Y es que sobre el terreno poco ha cambiado respecto a la campaña anterior. El productor cuenta "con las mismas armas que hace un año: termómetros, mascarillas y geles", indica Portolés. A día de hoy, y a pesar de estar entre las propuestas de organizaciones y sindicatos agrarios, ni habrá PCR antes de ir a los tajos ni test de antígenos periódicos.

"Algunos tenemos claro que haremos pruebas por nuestra cuenta, por seguridad de los trabajadores y de nuestras familias", indica Moret. Además, aunque la posibilidad sigue estando sobre la mesa, el Gobierno de Aragón tampoco ha confirmado que vaya a realizar una campaña de vacunación sobre los temporeros contratados, "a pesar de que ahora sería más factible, ya que será un número inferior al previsto y por lo tanto, supondría una menor coste", apostilla Moret. La pasada semana, el consejero de Agricultura, Joaquín Olona, manifestó que la vacunación de los temporeros "es una cuestión que corresponde a Sanidad".

La única diferencia con la campaña anterior está en las declaraciones responsables de los productores. Al requerimiento de la DGA respondió el 84,5%. Contra el resto, el 14,6%, que representan un 5% de la superficie, se ha abierto un expediente sancionador

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