Heraldo del Campo

heraldo del campo

Las viñas están llorando

Con la llegada de la primavera, el viñedo vuelve a la vida tras la parada invernal y se produce uno de los espectáculos vegetales más curiosos, el lloro de la viña.

El lloro de la vid en un viñedo de Bodegas Tempore, una empresa familiar situada en Lécera.
El lloro de la vid en un viñedo de Bodegas Tempore, una empresa familiar situada en Lécera.
P. Yago

A pesar de las gélidas temperaturas que nos están acompañando durante este fin de semana, la primavera ha llegado y el viñedo lo sabe, incluso lo anticipó hace unos días cuando los mercurios eran los propios de esta estación.

Las viñas reciben con lágrimas la conocida como la temporada de las flores y en el campo se produce uno de los espectáculos vegetales más singulares y que se conoce como el lloro de la vid. No es pena, aunque el sector este atravesando un complicado momento por el impacto de las restricciones en hostelería impuestas por la pandemia. Más bien, todo lo contrario. Es la vuelta a la vida, el momento en el que las viñas se ponen en marcha y se preparan para dar el próximo fruto.

Atrás queda el invierno, esa época en la que el cultivo permanece inactivo porque "la tierra está fría y la savia no puede circular por la cepa de forma natural", explica Paula Yago, propietaria y directora general de Bodegas Tempore, empresa familiar situada en Lécera integrada en la IGP Vinos de la Tierra Bajo Aragón,

Ese es precisamente, en la llamada parada invernal, cuando llega el momento de la poda, una labor que se realiza tanto para limitar a la cepa de diversos excesos que la llevarían a tener una producción no adecuada, como para controlar el crecimiento.

Pero, cuando llega marzo y la tierra comienza a calentarse, la viña entiende que ha llegado la primavera y es momento de volver a la vida. "La condición para que se produzca este lloro es que haya tres o cuatro días seguidos en los que la temperatura supera los 10 grados", señala Yago, que destaca que las lágrimas que se observan en las vides "suponen un momento de especial importancia porque indican cambios biológicos en la planta".

Así, la savia vuelve a circular por la cepa, irriga todas las ramas y alcanza los bordes podados por los que se desborda. Es cuando comienzan a verse unas constantes gotas que parecen agua, pero no lo son. Porque en realidad ese líquido transparente con el que la planta se prepara para que vayan saliendo los brotes que más tarde florecerán y se convertirán en uvas es una rica mezcla de sustancias vegetales vivas que tiene además una curiosa función. Con ellas, la planta se hace su propia cura y cicatriza las ‘heridas’ que le ha dejado la poda. De esta manera se protege además de agresiones exteriores, como las plagas, que también aparecen con la llegada de las suaves temperaturas de primavera.

El lloro de la vid marca el inicio del trabajo de la propia planta, pero también indica al viticultor que es momento de comenzar a preparar la próxima campaña. Yago explica que en los viñedos de Tempore se deja que la cubierta vegetal crezca libremente durante el invierno. Con ello se evita la erosión del suelo, al que se aporta además materia orgánica que activa la vida microbiana y mejoran su estructura. Así que una de las primeras tareas que esta bodega realiza en cuanto llora el viñedo es "envolver esta cubierta con el suelo para que siga siendo un aporte de nutrientes, porque así se evita que compita con la planta por el agua disponible durante la primavera".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión