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"Como alemana puedo ir a Mallorca a tomar el sol, pero no a Zaragoza a ver a mis abuelos"

La Comisión Europea reclama "coherencia" ante las restricciones de viajes en Semana Santa. Marina Kirchner, una joven alemana de ascendencia aragonesa, cuenta cómo en Colonia los cines y restaurantes siguen cerrados pero el aeropuerto no.

Marina Kirchner, en una parque de su Colonia natal.
Marina Kirchner, en un parque de su Colonia natal.
Heraldo

La covid no da tregua en Alemania. Las restricciones se vuelven cada vez más férreas y los gimnasios, cines y restaurantes permanecen cerrados. El confinamiento no es como el de la pasada primavera pero se le parece. "Solo se pueden hacer los movimientos esenciales. Para ir a comprar a cualquier tienda hace falta tener cita previa", explica Marina Kirchner, una joven de ascendencia aragonesa (tiene la doble nacionalidad) que vive en Colonia. Desde hace unos meses no puede viajar a Fráncfort o Koblenz, aunque ambas localidades estén a poco más de 100 kilómetros de su casa. Sin embargo, en su buzón no deja de recibir propaganda con sugerentes viajes a Mallorca para esta Semana Santa. "No tiene sentido. En Alemania estoy maniatada y me ofrecen irme de vacaciones a España. Bueno, a Mallorca, porque si quiero ir a visitar a mis abuelos de Zaragoza tampoco puedo”, explica la joven de 21 años.

Las incongruencias sobre el turismo alemán a las islas están dando mucho que hablar en España, pero también en Alemania e, incluso, en el Parlamento Europeo. El portavoz de Justicia comunitario, Christope Wigand, sostiene que los riesgos son idénticos para un alemán que para un gallego, catalán o aragonés que viaje a Mallorca. ¿Se están limitando por tanto los derechos fundamentales de los españoles? “La recomendación de Bruselas es que la transmisión y riesgo es similar en los viajes domésticos y transfonterizos, por lo que debería haber coherencia entre las medidas para ambos tipos de viaje”, afirma Wigand, frente a lo que la ministra de Turismo, Reyes Maroto, replica que se tiene más capacidad de control sanitario en los viajes internacionales que sobre los de la piel de toro.

Hasta el pasado lunes ni siquiera se exigía a los visitantes que trajeran una PCR para demostrar que no importaban contagios y, ahora, las reglas han cambiado, pero se les solicita únicamente la prueba al regresar a Alemania, lo que evidencia (y deja en mal lugar) la falta de controles en las islas.

“En Navidad, cuando sí pude viajar a España, me exigieron una PCR de ida y otra de vuelta, además de hacer una cuarentena de diez días encerrada en casa, en Colonia, al regresar”, explica la joven estudiante. Para colmo de males, cuando fue a coger el vuelo en Barcelona se llevó una desagradable sorpresa: “En la fila de embarque, los responsables de Germanwings me advirtieron de que habían pasado 49 horas de mi prueba diagnóstica y, en consecuencia, como excedía las 48 horas exigidas, no me podían dejar subir al avión. No fui el único caso y un buen montón de viajeros nos quedamos en tierra. Alegamos que era lunes y que en Zaragoza no hacían PCR los domingos pero no sirvió de nada. Perdí el vuelo y tuve que volver a hacerme una prueba para viajar tres días después”.

A pesar de tantos desvelos, la incidencia en Alemania parece que tocó suelo hace unos días y ha vuelto a la protagonizar nuevos incrementos. El lunes la presidenta Angela Merkel se reunió con los jefes de los estados federados para aplicar el llamado “freno de emergencia” que congela la desescalada prevista.

La canciller advierte que las medidas son necesarias por la presencia de la variante británica

“Volvemos a tener una incidencia acumulada en siete días por encima de los 100 casos por 100.000 habitantes, por lo que entiendo que se enciendan algunas alarmas, pero debería ser más coherente con los viajes y el turismo”, comenta Kirchner, que también está al tanto de las fiestas de franceses que se han puesto de moda en Madrid. “Si en Europa no van todos a una, entonces es un sálvese quién pueda por la economía, el turismo y los negocios”, opina.

En el país teutón el debate también está sobre la mesa y las opiniones están más que encontradas. Los responsables de algunos länder como Baja-Sajonia o Renania-Palatinado consideran que es un error fomentar los viajes a Mallorca, sobre todo, cuando los alemanes no pueden desplazarse dentro del país a sus segundas residencias. “¿Una estancia en Mallorca es menos peligrosa que sentarse en el coche y viajar una hora a la costa alemana?”, se preguntan.

Alemania vuelve a imponer un confinamiento estricto... salvo para quienes estén de turismo

El Instituto Robert Koch de virología actualizó la semana pasada su lista de zonas de riesgos por la covid y dejó fuera varias comunidades españolas por su baja incidencia: los alemanes tampoco tendrían trabas para ir a Extremadura, La Rioja o Murcia, pero, claro, las facilidades para viajar a las islas son mucho mayores.

El turoperador Tui retomó el lunes los vuelos con Baleares como ya hicieron hace unos días otras compañías como Eurowings. El filón del turismo alemán en las islas es inapelable: en 2019, año previo a la pandemia, llegaron más de 4,5 millones turistas germanos a las islas, en las que se dejaron unos 4.600 millones de euros.

Mientras tanto, en Colonia, siguen vetadas algunas actividades, incluso, al aire libre. “Ni siquiera podemos ir a montar a caballo y también hay quejas de los responsables de cámpines y de casas turísticas que consideran que prestan un servicio turístico más seguro, con menos contactos, que el de los hoteles”, comenta la joven. De hecho, en el comisariado para el turismo alemán, Thomas Bareiss, ha mostrado su extrañeza por que se permita en Mallorca lo que sigue restringido para la Selva Negra o los destinos del Báltico. El tener en cuenta más la situación regional que la nacional a veces conlleva estas incongruencias. “De momento, del 1 hasta el 5 de abril ya nos han informado de que volvemos a un confinamiento duro para tratar de frenar la tercera ola. Eso para todos los que permanezcamos en nuestras casas y no tengamos un billete para viajar, tomar el sol en una tumbona y comer ensaimada”, bromea Kirchner.

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