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La ruta de la vacuna por los pueblos de Aragón: la esperanza viaja en furgoneta

La Comunidad tiene dibujados 18 trazados para llevar la inmunidad a todos sus rincones. "Te sientes partícipe de la solución de la pandemia", dice la conductora Arantxa Martín.

Aún no ha amanecido en Zaragoza cuando Arantxa Martín carga su furgoneta. Podría parecer un vehículo de reparto más dispuesto a zigzaguear por las calles de la capital aragonesa y las carreteras de Aragón, pero la mercancía que lleva no es cualquier cosa. En la parte de atrás, esta repartidora ha metido 2.212 dosis de vacunas contra el coronavirus que recibirán durante los próximos días otros tantos aragoneses.

Hacia las 6.30, Arantxa ya tiene la carga lista en el Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza. La noche anterior, el servicio de Farmacia ha preparado los viales. Ahora, varias furgonetas más aguardan con su ruta metida en el GPS. En total se han diseñado 18 recorridos para llevar las inyecciones a todos los rincones de la Comunidad. 

La furgoneta arranca y enfila el Tercer Cinturón, como un vehículo cualquiera, entre el tráfico matinal de Zaragoza. Por delante tiene casi 500 kilómetros para llevar la esperanza de la vacuna a Híjar, Andorra, Alcorisa, Más de las Matas, Calanda, Alcañiz (el hospital y el centro de salud), Valderrobres, Calaceite, Maella y Sástago.

“Hace ilusión llevar la vacuna, porque te sientes partícipe de la solución a la pandemia”, comenta esta repartidora de Alliance Healthcare, que es la empresa encargada del transporte. Ella normalmente se dedica a suministrar medicamentos a las farmacias de Zaragoza, por lo que ha vivido de cerca el impacto de la pandemia. “Cuando no había mascarillas, la gente nos preguntaba si llevábamos alguna en la furgoneta”, recuerda. Por eso, transportar la vacuna resulta especial, y si hay que llevarlas “en domingo y por una carretera horrorosa”, pues “se llevan”.

La primera parada es Híjar. Unos pocos kilómetros antes, en Azaila, una patrulla de la Guardia Civil se coloca detrás de la furgoneta para escoltarla. Los agentes vigilan el reparto de vacunas por todo Aragón, de manera puntual o permanente, para evitar robos -no sería la primera vez- o cualquier otro problema.

A las puertas del centro de salud, una fila de vecinos espera para sacarse sangre. Un murmullo se levanta cuando Arantxa pasa con su carretilla. “¿Son las vacunas?”, pregunta directamente un señor. La repartidora entra con la nevera en la que se transportan todos los viales de la ruta. Dentro hay un termómetro que marca la temperatura mínima y máxima que se ha alcanzado. Sin sacarlo para no distorsionar las mediciones, se comprueba que está entre 2 y 8 grados, como manda el protocolo. En todo el día no se moverá de entre los 4,2 y los 4,5 grados.

La ruta para repartir la vacuna recorre 450 kilómetros por las provincias de Zaragoza y, sobre todo, Teruel.
Marisol Artal, a la derecha, recibe las vacunas de Pfizer en Híjar.
Francisco Jiménez

“Uno, dos, tres, cuatro...”. Uno a uno, Marisol Artal (coordinadora de enfermería del Centro de Salud de Híjar) comprueba que han llegado los 15 viales de Pfizer comprometidos. “Ojalá vinieran más”, señala. Esta enfermera destaca que se trata de una población “muy envejecida”, por lo que la vacuna se espera con ganas. Arantxa Martín entrega también el material sanitario necesario para aplicar las vacunas, firma los albaranes como si fuera una mercancía más y se despide. Queda mucho camino por delante.

Tras pasar por Andorra y Alcorisa, el convoy para en Mas de las Matas, la localidad más pequeña de la ruta con poco más de 1.200 habitantes. Pilar Borraz, coordinadora del centro, apunta que en cuanto la gente ve que las dosis entran en el centro de salud, los vecinos “llaman para ver si les toca ya”. “Se reciben con muchas ganas. Ahora con las mascarillas no se pueden ver las sonrisas, pero los ojos de la gente reflejan la alegría que sienten”, comenta.

"Me han llegado a decir que se quieren poner la vacuna para poder abrazarme", dice Pilar Borraz, médico rural en Mas de las Matas

Su experiencia en estas semanas de proceso de inmunización deja recuerdos imborrables, como la vacunación casi simultánea de una señora de 102 años y de su hija, mayor de 80. Allí, más del 10% de la población supera esta edad. “La medicina rural es muy humana. Me han llegado a decir que se quieren poner la vacuna para poder abrazarme. Con la pandemia hemos descubierto el valor que tienen los abrazos”, reflexiona.

La ruta para repartir la vacuna recorre 450 kilómetros por las provincias de Zaragoza y, sobre todo, Teruel.
Pilar Borraz, coordinadora del centro de salud de Mas de las Matas, comprueba la temperatura a las que se han transportado las vacunas.
Francisco Jiménez

Previo paso por Calanda, la furgoneta llega a Alcañiz, donde toca una doble parada. Primero, en el hospital; más tarde, en el centro de salud, donde se hace la entrega más grande. Muy cerca, en la vieja estación de autobuses, se ha habilitado uno de los ocho espacios de Aragón destinados a la vacunación masiva de mayores de 80 años, policías, bomberos, farmacéuticos, profesionales de la sanidad privada... Allí se dejan 45 viales de Pfizer y 130 de Astra Zeneca, equivalentes a 1.480 vacunas contra el coronavirus.

Pese a ello, aquí también se oye la frase que se repite allí donde llega la vacuna: "Ojalá recibiéramos más". Estefanía Claver, coordinadora de enfermería del centro de salud alcañizano, dice que la vacuna “es una esperanza” y que la gente la recibe “con entusiasmo”. Una compañera incluso fotografía la llegada de los viales. “Hay gente a la que se la pones y se le caen las lágrimas, es realmente emocionante”, señala Claver.

Arantxa Martín, mientras tanto, no tiene tiempo para dejarse llevar por las emociones. El reloj aprieta, por lo que vuelve a su furgoneta y se reengancha a su ruta del día. Es mediodía, y aún tiene que pasar por Valderrobres, Calaceite, Maella y Sástago para dejar una pequeña caja en cada sitio con entre siete y diez viales. La repartidora regresa a Zaragoza pasadas las 16.00, nueve horas y 450 kilómetros después. “Es duro, pero hace ilusión”, sentencia. Mañana, más.

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