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"La toma de posesión de Biden será de las más agitadas de la historia"

Los expertos aragoneses en Protocolo analizan los cambios obligados en la ceremonia por la covid, la convulsión social y la ausencia de Donald Trump.

Washington (United States), 17/01/2021.- The US Capitol is seen ahead of President-elect Joe Biden's inauguration from the National Mall in Washington, DC, USA, 17 January 2021. Biden will be sworn-in as the 46th president on 20 January. (Estados Unidos) EFE/EPA/JIM LO SCALZO President-elect Biden Inaugural Events

Ni la alfombra roja de los Óscar ni el intermedio de la SuperBowl. Pocos actos atraen más miradas y son, a la vez, más complicados de organizar que la toma de posesión de un presidente de Estados Unidos. Generalmente se reparten hasta 200.000 invitaciones, pero parece que este año Joe Biden tomará posesión en ‘petit comité’. Los expertos aragoneses en Protocolo, aunque sea por televisión, no se perderán un detalle este miércoles de una ceremonia, que -cuentan- estará cargada de simbolismo y en la que cantará el himno Lady Gaga.

“Una toma de posesión es un acto regulado y pautado, si bien la Constitución estadounidense hace una descripción muy vaga del mismo, apenas da unas pinceladas de un acto que se rige por los usos y costumbres, y se limita a explicar cuál es el orden tradicional que ha de seguirse”, explica Javier Carnicer, jefe de Protocolo del Gobierno de Aragón. Este año el desembarco de Joe Biden en la Casa Blanca estará condicionado no sólo por las actuales circunstancias de pandemia mundial, sino también por el reciente asalto al Capitolio y el hecho inédito de que el presidente saliente, Donald Trump, haya anunciado su intención de no estar presente en el juramento de su adversario político.

“Este lunes está siendo el ‘protus’, esto es, el ensayo general con figurantes y con todos los aditamentos. Sin embargo, las medidas de seguridad son tan potentes que en las imágenes todo lo que se ve un Capitolio blindado con más de 20.000 soldados”, explica Chema Gimeno, responsable de Protocolo de las Cortes de Aragón.

“Lo más complicado al organizar un acto de esas características es la coordinación global entre las tres patas clave del evento: prensa, seguridad y protocolo”, considera Javier Montijano, delegado de la Asociación Española de Protocolo. “La prensa quieren sacar cuanto más y mejor, el presidente de Estados Unidos viene a ser la persona más importante del planeta y el protocolo debe estar allí para cumplir con el ceremonial que marca el acto y, sobre todo, que salga bien y que el trabajo que hay detrás apenas se note”, dice Montijano.

“Juro solemnemente que ejerceré fielmente el cargo...”, serán las palabras que pronuncie Biden mañana, después de que haya dicho lo mismo Kamala Harris, que será la primera mujer en ocupar el segundo puesto de mayor rango político en el país norteamericano.

“Al ser un acto que se produce cada cuatro años, se genera experiencia y puedes haber aprendido de los fallos de años anteriores”, explica Gimeno, quien -“si las obligaciones profesionales no lo impiden” (hay junta de portavoces)- mañana no se perderá detalle de la toma de posesión. “El que no haya tanto invitado ni tanta gente en las calles parece que hace más fácil su organización, pero también es más complicado porque la tensión es máxima”, añade.

“Va a haber escenas que no se produzcan este año como el saludo y la despedida del presidente saliente de la Casa Blanca o el paso de la comitiva por la avenida de Pensilvania”, dice Carnicer, para quien es precisamente la ausencia de Trump lo que más puede distorsionar la toma de posesión de Biden. Las restricciones de aforo y salud propias del coronavirus ya han estado presentes en otras grandes ceremonias, pero un asalto al Capitolio no se había producido nunca. Incluso, según comentan los analistas, estos días se repasa a toda velocidad la filiaciones de los integrantes de la Guardia Nacional para asegurarse de que no tienen mácula, puesto que se sospecha que en el asalto de hace dos semanas hubo “colaboración desde dentro”. Sí que hubo otras tomas de posesión algo distintas como cuando Ronald Reagan tuvo que comenzar uno de sus dos mandatos bajo techo por las inclemencias meteorológicas.

"Trump hace un favor no yendo. Tras su intento de boicot sería un ejercicio de hipocresía"

De vuelta a la ceremonia de mañana (a partir de las 18.00 en España), se anuncia la presencia de un buen número de famosos: desde el chef español José Andrés hasta el actor Tom Hanks que hará un programa televisivo especial. El himno lo cantará Lady Gaga y Jennifer López tomará el testigo de Aretha Franklin o Beyoncé que actuaron en ceremonias anteriores.

“No es tan extraño que estos actos institucionales cuenten con una parte más tendente al espectáculo que acompañe a lo que está establecido y regulado", comenta Carnicer, y pone de ejemplo que la celebración del Día de Aragón suele invitarse a grupos folclóricos de la tierra. En el último, dado que se entendió que no había mucho que celebrar, las intervenciones tan sólo estuvieron acompañadas por una guitarra.

Los aragoneses expertos en Protocolo consideran que para preparar un acto de la envergadura y magnitud de la toma de posesión de un presidente de Estados Unidos se precisaría paciencia y “mucho tiempo de antelación para planificarlo”. “Si bien es cierto que al producirse cada cuatro años se genera experiencia y puedes haber aprendido de los fallos de años anteriores, este 2021 el acto será muy singular, cambiarán muchas cosas, será de las más agitadas de la Historia”, explican. Gimeno, por ejemplo, considera que Trump “hace un favor no yendo” porque “después de sus intentos de boicot sería un ejercicio de hipocresía sublime”.

Sobre sus experiencias propias, unos y otros comentan que se han visto en apuros pero han salido airosos para, por ejemplo, montar convenciones privadas con más de 1.400 asistentes, en el caso de Montijano. Carnicer considera que “respecto a la complejidad técnica”, lo más difícil que ha tenido que tutelar desde Protocolo fue la Expo de Ranillas. “Acudí a Lisboa, donde había sido la exposición anterior para poder aprender de ellos, ponerme en la piel del otro. Allí me dijeron que serían ‘tres meses de desastre’ y me fue muy útil aquella lección”, bromea. En la Expo había 142 profesionales que velaban por que nada se torciera en los más de 9.000 actos que se organizaron durante 93 días: celebraciones, recepciones oficiales, días nacionales… “El 15 de septiembre, aunque no me pude ir de vacaciones porque teníamos que hacer las memorias y rendir cuentas, al menos, me dejó de sonar el teléfono a todas horas”, cuenta Carnicer.

Tanto a él como a Gimeno les ha tocado durante décadas organizar los 23 de Abril, los Premios Aragón, las jornadas de puertas abiertas y muchos otros eventos. Coinciden, ambos, sin embargo, en el más complejo y el que “más quebranto” les supuso en su trayectoria: el funeral de Manuel Giménez Abad. “Con los de Labordeta, Gastón o Carbonell ya teníamos experiencia, pero el de Giménez Abad fue tal conmoción...”, recuerdan. “Es increíble pensar que entonces ya existía un documentos en el que se señalaba qué había que hacer en caso de que un diputado aragonés muriese asesinado”, rememora Carnicer, recordando que eran los tiempos en los que ETA mataba día sí, día también. “En las Cortes estaba ya todo protocolizado y en 30 minutos supimos qué había que hacer y cómo”, afirma. “Lo terrible es que nos unían muchos lazos y que la relación, incluso con sus familiares, era muy cercana. Es el tipo de acto que nunca hubiera querido organizar”, concluye Gimeno.

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