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Las patologías ocultas por la pandemia: "Conforme subían los ingresos por covid, bajaban los ictus"

La atención de ictus bajó un 32% en Aragón durante la primera ola, lo que puede agravar los efectos de los casos no tratados. Los infartos y las patologías crónicas, otros efectos colaterales del coronavirus.

Miguel Lierta, presidente de la asociación Aida (Asociación Ictus de Aragón).
Miguel Lierta, presidente de la asociación Aida (Asociación Ictus de Aragón).
Oliver Duch

El coronavirus ha irrumpido con tal fuerza que lo eclipsa casi todo. La pandemia está dejando su rastro en Aragón con miles de contagios y cientos de muertes, pero además está causando daños colaterales con otras patologías que, al no ser atendidas de forma rápida, se agravan. El miedo a acudir a los centros sanitarios hace que muchos pacientes prefieran ignorar síntomas leves que, en algunos casos, pueden acabar en problemas serios.

Esta circunstancia afecta de forma clara a los ictus y a los infartos. María Bestué, coordinadora de Estrategias de Asistencia Sanitaria del Gobierno de Aragón, recuerda que el efecto en marzo fue inmediato: “Veíamos que según se iban incrementando los ingresos por covid, bajaban los ictus”.

Para la cuarta semana de pandemia, vieron que estas patologías “ya bajaban muchísimo”, cosa que era “poco razonable” ya que algunos de sus síntomas suelen llevar a quienes los sufren directamente al hospital. Sin embargo, también estudiaron que “en países como Alemania y China estaba pasando lo mismo”.

El coronavirus ha irrumpido con tal fuerza que lo eclipsa casi todo. La pandemia está dejando su rastro en Aragón con miles de contagios y cientos de muertes, pero además está causando daños colaterales con otras patologías que, al no ser atendidas de forma rápida, se agravan.

Los datos son claros. Durante esa primera ola, la atención de ictus en Aragón bajó “un 32%” con respecto al año anterior. “Atendíamos unos 29 o 30 casos a la semana, cuando en 2019 eran 40 o 50”, cuenta Bestué. Para esta neuróloga zaragozana la explicación es clara: “Se banalizan las situaciones y la gente dice ‘no voy al hospital que parece que ya se me ha pasado’, y eso tiene mucho riesgo”.

Por tipo, la bajada afectó sobre todo a los accidentes istémicos transitorios, “y eso sí que es peligroso”, advierte Bestué, ya que a los tres meses de dejar pasar los síntomas puede haber una recurrencia “con un ictus estable”. De hecho, desde su servicio están analizando ahora mismo las posibles consecuencias de esas dolencias que fueron ignoradas en marzo o abril.

Miguel Lierta, presidente de la Asociación de Ictus de Aragón (AIDA), confirma que en tiempos de pandemia “la gente no va al hospital de primeras”, y que muchos simplemente “esperan a que se les pase”. “Es importante ir pronto, porque las secuelas para el resto de tu vida van a ser menores”, dice.

Por eso, recuerda cuáles son los síntomas principales que deben alertar a quienes los sufren para tratar de tener un diagnóstico de ictus lo más temprano posible: “Suelen ser trastornos bruscos, con pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo, asimetría facial, pérdida de visión en uno o dos ojos, querer hablar y que no te salgan las palabras… Con tener uno de estos síntomas es suficiente”.

En los posibles casos de infarto, las reticencias para acudir a un hospital suponen directamente “un riesgo de muerte”

La situación es similar con los infartos. El código infarto que se enciende en estos casos ha caído drásticamente con respecto al año pasado, en torno a un 40% durante las primeras semanas de pandemia. En estos casos, las reticencias para acudir a un hospital suponen directamente “un riesgo de muerte”, recuerda Bestué.

Pero la influencia indirecta del coronavirus en la salud de los aragoneses va más allá. La falta de atención directa, las dificultades del seguimiento de los casos y hasta el efecto de la pandemia en la economía familiar tiene consecuencias en otro tipo de patologías, que pueden aumentar o agravarse.

La coordinadora de Estrategias de Asistencia Sanitaria del Gobierno de Aragón cree que los grandes damnificados son “las patologías crónicas”, desde un cáncer hasta una artritis o una diabetes. “Los pacientes crónicos han sido los más vulnerables en la pandemia, porque en la primera ola hubo un momento en el que solo se les pudo atender por teléfono, y esa es una manera difícil de abordarlos”, señala.

En la Atención Primaria, la que está en primera línea de la batalla con los pacientes, también se observan los efectos colaterales de la pandemia. Luis Andrés Gimeno, médico de familia del centro de salud de San Pablo (Zaragoza), cree que “la salud de los aragoneses ha empeorado” con la covid, pero también “por otras patologías que se han agravado” como consecuencia de la misma.

Según apunta, el retraso en las intervenciones médicas “puede empeorar la salud de los pacientes”. “En los primeros meses nos dedicamos exclusivamente a atender las patologías derivadas de la covid, el resto se pospuso todo salvo los casos muy urgentes”, señala.

Pero, además, Gimeno alerta de las consecuencias que la situación económica va a tener en la salud de los aragoneses. “Los cierres de empresas, los ERTE y los despidos afectan más al 30% o 40% de la población más desfavorecida, que ya tenían una peor salud que empeorará en los próximos meses si no se pone remedio”, alerta.

Este médico es contundente en sus previsiones, y advierte de que si no ayudas que mejoren la situación de esta población vulnerable “va a haber una ola de enfermedades crónicas y de descompensaciones que va a repercutir claramente en la mortalidad de estas personas”.

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