entrevista

José Ángel Satué, médico: "Todo el mundo debe tener claro que si no hay salud, no hay economía"

Este aragonés trabaja desde hace 30 años en Madrid, donde ha vivido en primera línea la pandemia de covid, desde su especialidad en Medicina Interna.

José Ángel Satué, médico aragonés en Madrid.
José Ángel Satué, médico aragonés en Madrid.
Enrique Cidoncha

José Ángel Satué Bartolomé (Huesca, 1965), estudió Medicina en la Universidad de Zaragoza y posteriormente hizo la especialidad de Medicina Interna en el Hospital Doce de Octubre ya en Madrid. Desde 2004 trabaja en el Hospital de Fuenlabrada. Esta semana ha participado en un foro en la Casa de Aragón en Madrid como especialista en Medicina Interna para contar su experiencia durante la pandemia, junto a la de otro médico oscense, Marco Escribano.

¿Cómo terminó un oscense su carrera en la capital española?

Muchos compañeros terminamos fuera. Mi padre es de Escartín, un pueblo deshabitado de Huesca, y mi madre es de Almudévar. Mis padres son maestros ya jubilados. Viví también en Javierrelatre hasta los 5 años, pero crecí en Zaragoza. Fui al colegio, entonces solo de chicos, López Ornat, hoy Recarte y Ornat, y al Instituto Goya. En la Universidad de Zaragoza estudié Medicina y me vine a Madrid pensando en volver, pero el trabajo surgió aquí. Llevo 30 años en Madrid y tengo tres hijos. Me dicen que todavía me sale el acento...

¿Cómo ha vivido la llegada de la pandemia de covid?

Los sanitarios nos hemos encontrado con una situación inimaginable. Esto ha sido un reto que no había vivido en mi vida. Viví la irrupción del SIDA en los años noventa, que en su momento era un virus desconocido y, como ahora, muchos días te desayunabas con noticias nuevas, pero ahora ha sido brutal. Hace un año ninguno lo conocíamos.

¿Qué fue lo más duro del estallido de la crisis sanitaria?

Hubo que aprender sobre la marcha. En el estado de alarma yo solo veía ambulancias y coches fúnebres cuando iba al hospital. Fue muy duro. Sobre todo, la cantidad de pacientes. La primera semana de marzo ingresó el primero, un joven italiano, y a partir de ahí fue exponencial. Cada semana se doblaban los pacientes de covid. Hubo que redistribuir todo el trabajo. Todo el hospital se volcó en la covid. Medicina Interna y Neumología no dábamos abasto. Todo el mundo colaboró. La dirección echó el resto consiguiendo respiradores de debajo de las piedras y el Ayuntamiento de Fuenlabrada puso una carpa en el aparcamiento del hospital.

¿Se hubiera afrontado mejor sin los recortes en la sanidad pública de la crisis anterior?

Sí. Hubiera sido distinto sin recortes. Dentro del sistema sanitario la que ha salido peor parada ha sido la investigación y el pilar básico del sistema, que es la atención primaria, que en muchos centros ya estaba semicolapsada y ahora, con pundonor, los profesionales siguen sacando el día a día adelante. Hay que cambiar la visión de que el sistema público es un gasto en vez de una inversión en nuestra salud.

¿Estamos abocados a un segundo confinamiento domiciliario en esta nueva oleada de casos?

Nadie quiere el confinamiento y ahora hay zonas en momentos distintos. En Madrid, las cifras de hospitalizados van bajado lentamente. Lo que sigue en un punto complicado son las UCI. Los sanitarios estamos intentando en esta segunda ola que la actividad no covid se vea afectada lo menos posible. En la primera ola los infartos no llegaban al hospital, mucha gente no salió de las residencias… Todo el mundo debe tener claro que no se puede hacer una dicotomía entre salud y economía porque si no hay salud, no hay economía, aunque hay gente que no lo tiene claro. Es uno de los problemas que tenemos como sociedad.

¿Cómo se puede contener la situación sanitaria actual?

El objetivo es ganar tiempo para la vacuna o el tratamiento. En la primera oleada murió mucha gente y muchos han tenido secuelas. Tengo compañeras con un covid crónico. No estoy seguro de que la receta ahora mismo sea igual para toda España.

En Aragón, los contagios aún rondan el millar, ¿sigue la evolución en la comunidad?

Sí. Mis padres viven en las Delicias y estoy preocupado por lo que ocurre, pero creo que en Aragón han sido valientes en los momentos que había que confinar. Ahora el Gobierno central tiene que apoyar económicamente y poner los recursos. Cada comunidad debe pensar cómo tiene sus datos.

¿Se podrá salvar la Navidad?

Salvar la Navidad, pero no la económica, sino la familiar. Hay que apelar a la responsabilidad, sobre todo, de los jóvenes, porque muchos mayores ya se han autoconfinado. Intentemos poner todos los medios para que esto no se vuelva a desbocar.

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