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Riñoneras, materiales reciclados, zonas de desahogo… Así es la educación física de la era covid

Las medidas de distanciamiento e higiene condicionan la actividad deportiva en las aulas. Los profesores buscan soluciones imaginativas para solucionar los problemas de espacio y material.

Niños jugando a pisar sombras en una clase de educación física en Valdespartera.
Niños jugando a pisar sombras en una clase de educación física en Valdespartera.
Heraldo

La pandemia ha condicionado por completo la vida de los colegios. En el interior de los centros, las clases de educación física son, probablemente, las que más han visto trastocada su esencia por las medidas de seguridad, distancia social e higiene que se tienen que aplicar. Hacer deporte con estos condiciones es complicado, pero lo es aún más si se hace en grupos de hasta 26 niños, en algunos casos de edades muy tempranas.

Para empezar, los gimnasios y pabellones están prácticamente proscritos. En algunos casos, porque han tenido que habilitarse como aulas para permitir los desdobles. En otros, porque las labores de desinfección que hay que llevar a cabo entre grupo y grupo imposibilitan en la práctica su uso.

Así, la educación física se desarrolla íntegramente en el patio -en invierno será más duro-, en los parques cercanos -con permiso del centro y del ayuntamiento en cuestión-… o incluso se queda en las aulas. Aunque son los menos, algunos profesores se han limitado a dar clases teóricas y a mandar a cada alumno que hagan los ejercicios en casa.

La gran mayoría, en cambio, sí ha decidido empezar con la práctica deportiva en el colegio, aunque sea con las limitaciones que impone la era covid. Los espacios dependen en gran parte del centro, ya que no todos pueden disponer del patio necesario para dar todas las clases en el exterior.

El uso de la mascarilla es obligatorio en prácticamente todos los centros, a pesar de la sensación de ahogamiento que produce con el ejercicio físico. “Procuramos hacer ejercicios de intensidad media o baja para evitar el sofoco y tenemos zonas de desahogo”, explica Alfonso Zafra, miembro de la asociación de profesores Más Educación Física.

Estas zonas son puntos que quedan un poco alejados del epicentro de los ejercicios en los que los alumnos se pueden bajar la mascarilla para recuperarse, coger aire y volver al grupo con la mascarilla ya puesta. En otros colegios se han denominado zonas de descanso seguro e incluso están señalizadas con carteles.

Para poder hacer las clases sin mascarilla debería haber permanentemente una distancia de dos o tres metros entre todos los alumnos, cosa que en algunos casos es físicamente imposible. Además, ese distanciamiento obligaría a un deporte totalmente individual, con juegos “menos motivantes y socializadores”, señala Zafra.

Algunos profesores permiten retirarse la mascarilla a los alumnos, pero solo en momentos muy puntuales, como para hacer una carrera de alta intensidad, y siempre a una distancia adecuada del resto. Para guardarla durante esos momentos, hay docentes que han pedido a los alumnos que vayan a clase con una pequeña riñonera en la que guardan el gel y, durante esos momentos concretos, también la mascarilla, como explica una profesora de un colegio del sur de Zaragoza.

Los ejercicios han cambiado. Quedan vetados los juegos colaborativos o de contacto, así como los que impliquen compartir materiales. En algunos colegios se han comprado materiales para cada clase, que se desinfectan tras las sesiones. En otros, se ha optado por elaborar de forma artesanal algunos útiles. Para evitar el contacto con la mano, se enrollan periódicos para jugar a pillar; o se usan pelotas hechas con globos y arroz para hacer malabares, botes de detergente como cesta punta… “Por sacar algo positivo, esto nos está obligando a sacar un extra de creatividad y originalidad”, apunta Alfonso Zafra.

Los deportes colectivos, como fútbol o baloncesto, está prácticamente descartados, salvo que se hagan ejercicios de técnica individual con material para cada alumno. Algo que contrasta con lo que, por las tardes, se hace en algunas extraescolares. “A veces nos sentimos un poco tontos, porque estamos aquí con todo el cuidado del mundo y con las mascarillas y luego, en los equipos y clubes, hacen todo como siempre y con niños de diez colegios diferentes”, señala este profesor del colegio Octavus de Utebo.

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