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El jurado declara culpable por asesinato a Rodrigo Lanza por el crimen de los tirantes

Pide 20 años de cárcel y las acusaciones, 23. La defensa no asume el veredicto y exige solo 2 por lesiones

Rodrigo Lanza presta declaración esta mañana en el juicio del jurado del crimen de los tirantes.

El jurado del llamado crimen de los tirantes ha declarado a Rodrigo Lanza culpable del asesinato de Víctor Laínez, quien falleció en diciembre de 2017 tras ser víctima de una brutal paliza en el pub Tocadiscos, en el Casco Histórico de Zaragoza. Tras dos días de deliberaciones, los jurados de este segundo juicio –porque el primero lo anuló el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA)  por falta de motivación del veredicto– llegaron a la conclusión de que el acusado mató al zaragozano con alevosía y por motivos ideológicos. No apreciaron sin embargo la agravante de ensañamiento que pedían las acusaciones.

Cabe recordar que, en el primer juicio, los miembros del Jurado concluyeron que el procesado nunca quiso matar a Laínez y lo condenaron a cinco años de prisión por un delito de lesiones. No en vano, dijeron que la causa del fallecimiento fue el fuerte golpe que la víctima se dio en la cabeza al desplomarse contra el suelo.

El veredicto de culpabilidad emitido ayer fue casi unánime: 8 votos a 1. «Aunque no tuviera intención de causarle la muerte, al menos era probable que esta se produjera, dada la contundencia de los golpes. Asumió dicha probabilidad y debe responder por ello», concluye el tribunal popular. Es decir, considera que se produjo lo que técnicamente se conoce como dolo eventual. Tras escuchar el pronunciamiento del Jurado y dado que este aprecia una atenuante leve de intoxicación alcohólica, la Fiscalía solicitó 20 años de prisión. Los abogados de la acusación particular, Enrique Trebolle y José Luis Melguizo, elevaron la petición a 23 años, idéntica a la de la acción popular, a cargo del letrado David Arranz, en representación de Vox.

El Ministerio Público exige también que se impongan al procesado los gastos de la asistencia sanitaria prestada al fallecido, que ascienden a 5.620 euros. La misma cantidad reclama el abogado del Salud. Los abogados de la familia de Laínez solicitan una indemnización de 500.000 euros.

La defensa, a cargo de Endika Zulueta, cuestionó la validez del veredicto por la pregunta número 27, en la que se preguntaba a los jurados si alguien advirtió al acusado que la víctima portaba una navaja (hecho que consideraron no probado por 5 votos a 4). Zulueta criticó también la legalidad de otras preguntas sobre la alevosía y el motivo ideológico: «No hay asesinato», manifestó categórico durante su intervención. Por ello y sin tener en cuenta la calificación de alevosa de la muerte de Lanza, el abogado consideró oportuno imponer a su cliente cinco años de prisión por un delito de lesiones. Y aplicándole la atenuante de embriaguez, entiende que la condena debe fijarse en dos años.

El jurado contestó a las 45 preguntas que planteó la presidenta del tribunal, María José Gil Corredera, a través del objeto del veredicto y consideró probadas todas aquellas encaminadas a demostrar que fueron los contundentes golpes que Lanza asestó a Laínez los que acabaron con su vida. Para los jurados, lo que no quedó probado durante la vista fue que el fallecido portara una navaja, argumento al que se aferraba la defensa para reivindicar la legítima defensa. Tampoco comparte el tribunal popular la versión del acusado de que atacó de frente a la víctima con la única intención de desarmarlo.

En esta ocasión, los jurados han tenido muy en cuenta la declaración del dueño del bar Tocadiscos, quien manifestó que el homicida atacó a Laínez por la espalda impidiendo que pudiera defenderse. Asumen también que Lanza se colocó sobre la víctima y empezó a pegarle puñetazos y patadas en la cabeza. «Para, para, que lo vas a matar», le dijo el propietario del local. Pero no le hizo caso. Y, al final, lo mató.

El veredicto considera probado que, antes de la agresión, ambos hombres discutieron, escuchándose insultos como «facha» y «fascista» –en boca de Lanza– o «sudaca» –por parte de Laínez. Los jurados también dan por sentando que el fallecido llevaba puestos unos tirantes con la bandera española y que un amigo del acusado le dijo que la víctima era de extrema derecha o neonazi. Descartan, eso sí, que el homicida actuara víctima de un estado de pánico.

                                                                    

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