Colegios mayores: Adiós al comedor repleto y a las quedadas con los debutantes

Los colegios mayores recobran la vida con unas rutinas marcadas por las estrictas medidas de seguridad pero intentando mantener su esencia de acogida y convivencia.

Colegio mayor Pedro Cerbuna de la Universidad de Zaragoza, 13.30. El comedor con capacidad para 210 personas tiene ahora limitado el aforo a 48. Sus usuarios son conscientes de que disponen de media hora para dar buena cuenta de los platos. Las mesas en las que antes compartían menú y tertulia ocho estudiantes están ahora preparadas para dos, uno en cada extremo, y el resto de sitios se inutilizan con cintas de balizar cruzadas. Si la silla del comensal está apoyada en la mesa significa que el puesto tiene que ser desinfectado para que se siente el siguiente. La fuente de agua que hay en el pasillo a la entrada la han cerrado para evitar las habituales aglomeraciones de gente llenando botellines.

"Para los veteranos ver así un comedor habitualmente repleto y bullicioso es un auténtico ‘shock’", apunta Salas López, estudiante oscense de 4º de Derecho que ya ha empezado con las clases teóricas ‘online’ y espera poder hacer prácticas.

La pandemia ha traído un cambio profundo en el modo de vivir de los universitarios en estos centros. Atrás quedan también las bienvenidas multitudinarias. "La incorporación de la gente ha sido escalonada a lo largo de todo el fin de semana. Desde el viernes y hasta el domingo dimos cita a través de una aplicación a 10 personas por hora y cada uno solo podía venir acompañado por un familiar. Si no hubiera pasado como siempre, todos el domingo por la tarde", cuenta Elías Lacasta, estudiante de Huesca de último curso de Fïsica. Las quedadas multitudinarias con los recién llegados, con actividades que facilitan su integración, tienen que esperar. "En una situación normal, después de las primeras cenas el vestíbulo se llenaría de gente y se saldría por ahí. No podemos estar todos juntos, pero lo solventaremos con alguna videollamada grupal", sugiere Lacasta.

Las habitaciones individuales son obligadas. Una adaptación covid que para el Cerbuna no ha supuesto pérdida de plazas, cuenta con 262 de las que 250 se han ocupado. Las restantes se reservan por si hay positivos que aislar.

"Un contagio puede ocurrir"

¿Hay temor a que se produzcan contagios? "Yo no tengo miedo. Estoy alerta porque estadísticamente puede ocurrir. Temo más por las personas vulnerables con alguna patología previa que hay tanto entre el personal como entre los propios colegiales", contesta el director del Cerbuna, Enrique García. En caso de un infectado será Sanidad la que determine a quién se debe hacer prueba PCR de sus contactos en el colegio mayor y quién tendrá que guardar cuarentena.

Los carteles que reciben a los que acceden a las instalaciones advierten de las nuevas normas de convivencia: "Por resolución del rector se cancelan las actividades culturales de la Universidad, por tanto, no habrá ciclos de cine ni cineclub hasta nuevo aviso", "por favor pisad en la alfombra", "es obligatorio el uso de mascarilla en todo el recinto colegial".

Esta revolución también se percibe en las rutinas más pequeñas. Las llaves ya no se depositan de la forma habitual en recepción, sino que cada uno lleva su manojo para acceder a las plantas del edificio y a la propia habitación, y las duchas y los inodoros están asignados a cada grupo de habitaciones. Los estudiantes no pueden usar sábanas ni alfombras ni textiles personales, sino las sábanas que proporciona el colegio para garantizar su limpieza y desinfección. Los baños se limpian tres veces al día y las 300 butacas de su teatro  (con anfiteatro incluido) se han rebajado a menos de 70.

La convivencia es una de las riquezas de los colegios mayores y no quieren perderla. "Estamos estudiando cómo seguir organizando actividades y cumplir las medidas de seguridad, el grupo de teatro está claro que puede continuar fácilmente, la charanga con los instrumentos lo tiene más díficil", señala Elías Lacasta.

Guillermo Gómez, de Badajoz, y Cristina Calvo, de Teruel, acaban de empezar Medicina y sabían que la experiencia en su hogar estudiantil iba a ser "diferente". "Te esperas medidas pero a la hora de la verdad te chocan. Hay que cumplirlas", coincidían.

Prohibidas las visitas

Los aforos limitados en las estancias comunes y el uso de gel hidroalcohólico son el pan de cada día. En el colegio mayor Pablo Serrano del campus de Teruel, que ha pasado de contar con 180 usuarios a 150 (algunas habitaciones dobles se han individualizado), se han prohibido las visitas y las invitaciones para dormir. Su director, Javier Uría, cuenta que también se ha regulado el incumplimiento reincidiente del plan de contingencia como una infracción grave que puede conllevar la expulsión o la pérdida del derecho de renovación,

En el colegio mayor Virgen del Carmen de Zaragoza hay cinco turnos de comedor entre las 13.30 y las 15.15 porque las 120 plazas se han limitado a 40. Además, los estudiantes que acuden al gimnasio tienen que registrarse.

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