Opiniones sobre la vuelta al cole en tiempos de pandemia

Expertos aragoneses reflexionan desde distintos ámbitos sobre un comienzo de curso que supone un desafío complejo para toda la comunidad educativa.

Víctor M. Juan Borroy, en la sede del Museo Pedagógico de Aragón, que dirige.
Víctor Juan Borroy, en la sede del Museo Pedagógico de Aragón, que dirige.
Rafael Gobantes.

DESDE LA PEDAGOGÍA/Víctor Juan, director del Museo Pedagógico de Aragón

MÁS MIEDO QUE ESPERANZA

Es imposible hacerse una idea cabal de las dosis de ilusión que las maestras tienen que reunir cada septiembre para empezar el curso, para estrenar, a lo largo de su ejercicio profesional, treinta o cuarenta septiembres con las mismas ganas de querer a sus alumnos, con los mismos deseos de conducirlos, cada día, hacia lo mejor. Y lo hacen sin importar quienes son o de dónde han venido. Asumen cada año ese compromiso, aunque no cuenten con muchos apoyos y no tengan el reconocimiento que, sin duda, merecen. Hay que tener en cuenta que empezar un curso no es continuar el trabajo interrumpido en junio. Cada septiembre las maestras crean un universo, alumbran una era, y lo hacen con palabras, entendimientos, grandes dosis de complicidad y de entusiasmo.

Yo he iniciado mi curso número treinta y cuatro a este lado de los pupitres y tengo que confesar que estoy desorientado. La vida cambia permanentemente y las escuelas y las aulas, que son mi ecosistema desde hace más de medio siglo, también han cambiado. Aparentemente, vivimos en el mismo tablero de ajedrez, pero las reglas cambian antes de que podamos aprenderlas. No sabemos cómo mover las fichas. El mundo se ha convertido en un lugar tan disparatado como el que dibujaba Humpty Dumpty, el personaje de Lewis Carroll, en el diálogo que mantenía con Alicia: "Cuando yo uso una palabra –insistía Humpty Dumpty– quiere decir lo que yo quiero que diga".

"Hoy más que nunca necesitamos maestros
que lleven ilusión a sus clases,
que den confianza a los escolares"

Con el virus ha llegado el caos. No han servido las previsiones. Sabemos muy poco de él y no hemos encontrado el tratamiento para combatirlo. Tomamos las decisiones al dictado de la cabeza y del corazón. La cabeza nos dice que no y el corazón nos pide que sí. Nos repetimos que de alguna manera hemos de enfrentarnos a la tristeza. Ahora tenemos que comenzar el curso y no nos sentimos seguros ni debidamente protegidos. Ojalá el transcurso de las semanas nos permita ser más optimistas.

Celestin Freinet repetía una expresión en la que yo encuentro respuesta a muchas de mis dudas: "D’abord les enfants", "primero los niños". Tenemos que confiar en las autoridades sanitarias. Hemos de procurar que no cunda el pánico antes de hora, que no se extienda el temor infundado e innecesario. Trabajemos con responsabilidad y compromiso. Seamos conscientes y cuidadosos.

Las maestras saldrán de casa cargadas con más esperanza que miedo.

"Necesitamos maestras que siembren
alegría en lugar de crispación"

En este tiempo de incertidumbre necesitamos que alguien nos cuente qué está pasando. Necesitamos aferrarnos a las palabras para combatir el miedo. En estos tiempos pandémicos y altamente humanos hemos de contarles a los niños que no será fácil, pero que todo saldrá bien, que hacemos cuanto está en nuestra mano, que no están solos. Hoy más que nunca necesitamos maestros que lleven ilusión a sus clases, que den confianza a los escolares. Necesitamos maestras que siembren alegría en lugar de crispación. Si se generaliza el pánico, si se impone la irracionalidad de las estampidas, entonces es imposible pensar ni siquiera en uno mismo. Y es la hora de pensar en todos. En los momentos de crisis hay que mantener el temple, el optimismo, el ánimo y la esperanza.

Hay algo imprescindible, más importante que el gel hidroalcohólico, las mascarillas, las limitaciones de aforo o los grupos burbuja. Los niños necesitan que alguien los mire amorosa y serenamente a los ojos y les diga que, como sucede en los cuentos, todo va a salir bien. Ahora más que nunca los niños necesitan que les repitamos setenta veces siete: "todo ha cambiado menos mi amor por ti. Todo ha cambiado, salvo mi fe en tus posibilidades. Recuerda que pase lo que pase, yo siempre estaré de tu parte".

Pilar de la Vega, durante una reciente rueda de prensa en la sede de las Cortes.
Pilar de la Vega, durante una reciente rueda de prensa en la sede de las Cortes.
José Miguel Marco

DESDE LA GESTIÓN/Pilar de la Vega, Catedrática de Geografía e Historia de Instituto

ASUMIR RESPONSABILIDADES

Empezamos un curso que será muy difícil. El más difícil de las últimas décadas. Somos el país con mayor índice de contagios de toda Europa. Los ciudadanos lo sabemos y las encuestas lo corroboran. Se ha anticipado en nuestro país la segunda ola y para explicarla estamos asistiendo a un reparto de responsabilidades.

Los ciudadanos empezamos a sentir que las administraciones están desbordadas. La vuelta al colegio y su gestión ocupa las primeras páginas de los medios de comunicación. Dicho debate nos recuerda bastante el que vivimos con la emergencia sanitaria de los meses de marzo y abril. En ambos contemplamos, por un lado, una fuerte polarización política y, por otro, la dispersión de responsabilidades. La primera nos lleva a poner el foco en el quién y olvidarnos del qué, lo que me parece gravísimo. Pues lo importante son las propuestas concretas y su posible eficacia para garantizar el derecho a la educación y a la salud de los niños y jóvenes.

"Hoy más que nunca es necesario el Pacto por la Educación, que nos permitiera solucionar los problemas que aquejan a nuestro sistema"

El segundo elemento es la propia estructura del Estado autonómico, que facilita la dispersión de responsabilidades. En la conferencia sectorial de Educación del 14 de mayo llegaron al acuerdo de trabajar conjuntamente para retornar a las aulas. Un difícil equilibrio entre el rol organizador del Ministerio y las competencias educativas transferidas a las comunidades autónomas. Fue entonces cuando se creó el grupo de trabajo para abordar el desarrollo del presente curso. Sanidad y Educación redactaron un documento donde se reflejaban los principios bajo los que debía prepararse el próximo curso. Se aprobó un fondo de 2.000 millones a las comunidades para preparar el retorno a las aulas, dejando margen a cada comunidad para que decida en qué aplicarlo.

De acuerdo con nuestro modelo competencial las comunidades deben desarrollar los planes de retorno a los centros educativos. No debemos olvidar que las comunidades tienen las competencias de educación y sanidad, y éstas deben ejercerse.

Desgraciadamente estamos asistiendo a una clara ausencia de lealtad y al ejercicio de comportamientos oportunistas. Es muy fácil acusar a otro nivel administrativo de la mala gestión. Siempre me gusta recordar que en un sistema democrático es fundamental que los ciudadanos sepamos evaluar la responsabilidad de cada cual, lo mismo que los liderazgos. No podemos ni debemos permitir que la vuelta al cole se convierte en un conflicto competencial.

"El problema es que en este país el conflicto es mucho más rentable electoralmente que el acuerdo, en lo que a política se refiere"

Este comienzo de curso ya no va de unos u otros, sino de todos; está en juego el sistema educativo. Esta certeza debe ser el revulsivo para motivarnos a actuar concertadamente, conscientes de nuestras debilidades y de nuestras fortalezas, que las tenemos.

Yo creo que cualquier persona sensata que conozca mínimamente el mundo de la educación tiene claro cuál es el diagnóstico. El problema es que en este país el conflicto es mucho más rentable electoralmente que el acuerdo, en lo que a política se refiere, y no ha habido en muchos años ni hay una voluntad real de llegar a alcanzar ese acuerdo tan necesario. Hoy más que nunca es necesario el Pacto por la Educación, que nos permitiera solucionar los problemas que aquejan a nuestro sistema educativo.

Como profesora y responsable institucional que fui de muchos comienzos de curso sigo confiada en la reflexión de Albert Einstein: "Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es afrontarla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla".

JESUS MORALES ARRIZABALAGA ( PROFESOR DE LA FACULTAD DE DERECHO DE ZARAGOZA ) / 03/12/2019 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]] [[[HA ARCHIVO]]]
Jesús Morales Arrizabalaga
Oliver Duch

DESDE LA LEY/ Jesús Morales Arrizabalaga, profesor de Historia del Derecho (Unizar)

¿Y DE LA FORMACIÓN, QUÉ?

Todo mal". Escribo mucho fuera de casa, en bancos o paseando; en esa calle escucho y observo. Si agrego conservaciones sobre el inicio del curso la conclusión es esa: todo mal. Luego, poniendo orden en el fruto de mi inmisión en privacidades ajenas, resulta que el fundamento del malestar es uno y su contrario: que empiecen las clases y que no empiecen completas.

"Todo bien". Esto lo oigo de ‘ellos-los-políticos’ (como la araña de Frodo).

Ante representaciones tan extremas ¿Qué hacer? Primero, verbalizar: no estamos bien; tenemos un problema y no tenemos la solución. No podemos decir que la captura simple y emisión de la imagen de clase con una cámara fija sea la alternativa no presencial a la cadena de ausencias. Una enseñanza en línea requiere sistemas integrados de recursos, con gran parte de ellos dedicados a la activación de unos alumnos que el alejamiento tiende a desactivar. ¿Cuántos tenemos?

"Tenemos un problema y no tenemos la solución. No podemos decir que la captura simple y emisión de la imagen con una cámara fija sea la alternativa a la cadena de ausencias"

En la nueva política del Dr. Castells-Schrödinger —su "presencialidad diferenciada"— hoy estoy, mañana no estoy, pero siempre estoy. Cuando me toque desarrollar un tema ¿qué perfil cuántico debo tomar como público objetivo? Uno que está-está en el aula o el que está-no está y me verá en su pantallita. Si alguien piensa que son intercambiables es que hace mucho tiempo que no pisa un aula o nunca debió pisarla.

La estrategia de un profesor se adapta al entorno; instantáneamente. Es nuestra aportación de valor: hacemos trajes formativos a medida ajustando nuestra intervención a las circunstancias de todo tipo que concurren… Parece que ya no se necesita.

¿Y los alumnos? ¿Sabrán adaptar sus estrategias de aprendizaje a ese estímulo alternante? ¿ Tienen repertorio bastante? En su mundo de micromensajes ¿Mantendrán atención continuada a un ‘tablón’ de 50 minutos, con lenguaje fílmico monocorde? En comparación, Agnès Varda es una ‘blockbuster’

Las cápsulas inteligentes. En los colegios ‘no-de-proximidad’ hemos recibido adiestramiento en la Brigada Paracaidista: reduciremos la velocidad del coche y nuestros hijos irán saltando en marcha; acudirán al punto de reunión, donde se encontrarán con otros eyectados. Permanecerán mimetizados hasta que una bengala les indique que tienen que ir a formar ‘las cápsulas’. En ellas se mantendrán disciplinados cinco horas. Hasta la recogida, extraescolares o rutas de autobús, en que ya se cruzarán con participantes de otras cápsulas. En efecto: las cápsulas discriminan docencia reglada (se activan) de otras actividades (desactivan).

"Una enseñanza en línea requiere sistemas integrados de recursos, con gran parte de ellos dedicados a la activación de unos alumnos que el alejamiento tiende a desactivar"

Una realidad compleja que afecta a decenas de miles de familias no puede ser capturada satisfactoriamente en una ley. Fijemos reglas más ajustadas de aplicación de las pautas epidemiológicas de distancia e higiene extrema, y dejemos margen para que los centros adapten la organización a sus circunstancias.

Estamos abriendo la puerta a una contrarreforma educativa: al final parece que lo importante es la información, los contenidos que puedan televisarse. Quedan para otro momento capacidades transversales y competencias básicas, que difícilmente pueden trabajarse mediante conferencias grabadas. En estas condiciones competimos con YouTube, no con la Sorbona. Streaming oregonés contra el mundo universo. Mi vídeo contra el de Umberto Eco.

Las medidas son eficaces para proteger el sistema sanitario. ¡Bien! Pero la crisis tiene muchos efectos. Los daños sobre el sistema educativo y el desarrollo de los estudiantes son ciertos, pero no tienen todavía nombre, ni son fáciles de cuantificar. Con una capa de sobrecalificaciones apenas serán detectables en años; nadie quedará descolgado porque ya acercaremos la meta. Sin nombre ni gráficas, el problema hoy no existe. El que venga detrás, que arree.

El epidemiólogo veterinario y profesor titular de la Universidad de Zaragoza analiza la situación actual y los posibles escenarios en la crisis de la covid-19
Ignacio de Blas.
Carolina Eseverri

DESDE LA EPIDEMIOLOGÍA/Ignacio de Blas, profesor de la Universidad de Zaragoza

APRENDER DE LOS ERRORES

Se acerca el final de la cuenta atrás para la vuelta al colegio, y los padres están preocupados por la salud de sus hijos y por la calidad de la docencia que van a recibir. Es cierto que los cuadros clínicos son leves en la gran mayoría de los casos, pero un porcentaje nada desdeñable cursa de forma grave con secuelas desconocidas y un riesgo muy bajo de resolución fatal. Por no hablar de las complicaciones para conciliar la vida familiar con la laboral en caso de tener a un hijo en cuarentena por ser un contacto estrecho con un caso. Esta preocupación se extiende al profesorado que afronta la siempre difícil tarea de formar a unos estudiantes en unas condiciones complicadas. En su caso hay que sumar el temor a infectarse, sobre todo los profesores de mayor edad.

Los contradictorios estudios sobre la susceptibilidad y el potencial de los niños para transmitir el coronavirus no ayudan a despejar esta incertidumbre. En las últimas semanas hay trabajos que indican que los niños apenas se infectan porque la replicación viral en sus vías respiratorias es muy baja, mientras que otros afirman lo contrario, que a esas mismas edades presentan altas cargas virales incluso durante más tiempo que un adulto lo que les convertiría en potenciales supercontagiadores.

Lo que parece que está claro es que la probabilidad de que aparezcan casos en los centros escolares depende directamente de la incidencia existente en la zona donde residen. La OMS afirma que los centros son reflejo de esa transmisión comunitaria y no se actúan como centros de amplificación de la epidemia.

"Los planes que se han preparado para una vuelta segura a las aulas se enfrentan a un desafío complejo y habrá que ir modificándolos conforme vayamos aprendiendo de los errores"

En consecuencia, se deberían estar considerando seriamente el cierre preventivo de centros cuando se supere una determinada incidencia acumulada en los últimos 14 días, que según las fuentes varía entre 150 y 350 casos por cada 100.000 habitantes.

Pero esa decisión no está en manos de los centros sino de las autoridades sanitarias y escolares, así que la tarea de los colegios se centra en controlar la propagación del virus. Un punto clave es la notificación inmediata de casos y sospechas: los padres son los responsables de notificar a los centros que su hijo es positivo y de mantenerlo en casa si tienen síntomas. Por su parte los centros pueden tomar la temperatura cada día para detectar precozmente a potenciales infectados y aislarlos en instalaciones adecuadas hasta que sus padres pasen a recogerlos.

Más difícil es implementar de forma eficiente medidas para evitar la circulación del virus en las instalaciones escolares. La apuesta por los grupos ‘burbuja’ puede pinchar fácilmente porque las burbujas desaparecen cuando los niños no están en el colegio: contactos durante traslados, convivencia con hermanos, participación en actividades extraescolares…

"La apuesta por los grupos 'burbuja' puede pinchar fácilmente porque las burbujas desaparecen cuando los niños no están en el colegio"

Por lo tanto, las medidas más efectivas son las orientadas a reducir la infección por contacto con objetos contaminados: lavado frecuente de manos con jabón y/o uso de geles hidroalcohólicos, desinfección de superficies, evitar compartir material…, pero las más importantes son las dirigidas a minimizar la transmisión aerógena (tanto por gotitas como por aerosoles). En este caso las medidas estrella son la adecuada utilización de mascarillas durante todo el tiempo que sea posible, la ventilación frecuente de las aulas y cuando no sea posible la utilización de purificadores de aire con filtros HEPA, mantener distancias entre personas y la realización de actividades al aire libre siempre que sea posible. El objetivo de todas estas medidas es reducir la carga viral ambiental que está directamente relacionada con la probabilidad de infectarse.

Los planes que se han preparado se enfrentan a un desafío complejo y habrá que ir modificándolos conforme vayamos aprendiendo de los errores que cometamos.

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