desescalada

Escasas aperturas en hostelería y en comercios en el regreso a la actividad

Las tiendas extreman las medidas sanitarias y luchan para que los clientes "pierdan el miedo". Sólo abren el 8% de bares y cafeterías.

Jorge, Isabela, Ousmane y Dalia, en la terraza del My Way, en la calle Cádiz.
Jorge, Isabela, Ousmane y Dalia, en la terraza del My Way, en la calle Cádiz.
Oliver Duch

El coronavirus ha convertido en extraordinarios actos hasta hace dos meses tan rutinarios como tomar café, comprar un vestido o adquirir un regalo. Una sensación que experimentaron ayer aquellos que acudieron a los comercios y a los establecimientos hosteleros que reabrieron sus puertas. Una reapertura efectuada con sordina ya que fueron muchos los que permanecieron cerrados o que lo hicieron con una capacidad menor de la habitual por las restricciones y las medidas de seguridad.

Según los datos facilitados por la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza y Provincia, únicamente el 8% de los negocios del sector retomaron la actividad. Un porcentaje que se espera que aumente cuando se ingrese en la fase 2 y se alivien algunas restricciones que faciliten la viabilidad económica. En cuanto a los comercios, se estima que ayer abrieron el 50%.

Durante algunos momentos del día, conseguir una mesa en alguna de las terrazas de bares y cafeterías de Zaragoza se tornó en una hazaña. «Nos ha costado mucho dar con un sitio. Entre los pocos bares que han abierto y las pocas mesas que hay...», explicaba Javier Blanco, a quien acompañaba su madre, Elena Barrachina, en Mondo Café, en la calle Cádiz. «Nos ha hecho mucha ilusión beber un café. He estado muy bien estos 50 días en casa, cocinando, viendo la tele..., pero ya me apetecía. Me sabe a gloria», indicaba la progenitora.

En la calle de Antonio Candalija, que conecta la calle de Alfonso I con la plaza de San Felipe, la Cafetería Ceres también llenaba las siete mesas dispuestas, aunque con un susto puntual. «Estamos muy contentos por volver al trabajo. Llevamos abiertos medio año y este parón nos ha hecho daño, pero estamos ya preparados para seguir adelante. Eso sí, en este primer día nos ha dado la bienvenida un vecino que ha llamado a la Policía y que nos ha amenazado, pero afortunadamente los agentes nos han dicho que estuviéramos tranquilos», relataba Sonia Aladrén, la propietaria.

Dos de sus clientas eran las hemanas Isabel y Remedios Ruiz Jiménez, quienes brindaban con sus cafés con leche, tazas en alto, por «este primer desayuno». «Esto es una bendición. Llevábamos dos meses sin salir y lo necesitábamos», afirmaban.

A escasos metros, en el 4 de la misma calle, Almacén de Moda recibía a sus primeros visitantes y nuevas creaciones para su stock. Ana Mateo, la dueña, se mostraba expectante mientras daba el último repaso a las medidas sanitarias que aplica. «Tenemos a disposición del visitante geles hidroalcohólicos, guantes y calzas desechables. Además, he aplicado la plancha de vapor para desinfectar. Está todo limpísimo. Pese a que la temporada de primavera-verano la doy un poco por perdida, soy optimista al 100% y seguro que le damos la vuelta a la situación», aseveraba.

Un optimismo que matizan en Comercial Algodonera, situado en la plaza de Salamero. Este establecimiento, que cumplió en abril sus 64 años de existencia, está tratando de revertir la bofetada propinada por el coronavirus. «Al no tener venta ‘on line’, los ingresos en estos dos meses han sido cero y los gastos se han mantenido. Económicamente la situación es muy mala. Pero no nos rendimos. Vinimos el pasado viernes a preparar las cosas para la reapertura. Va a costar que la gente pierda el miedo a salir, a entrar en las tiendas y a comprar. Pero aquí les esperamos con toda la atención y cariño, como hemos hecho en las últimas seis décadas», advertía Luis Fernando Fernández Marqueta, el propietario.

En la misma plaza de Salamero, la también emblemática Flores Aznar atendía a las personas que formaban una fila, perfectamente espaciada, aguardando su turno. Entre ellos, Edmundo Peris. «Es el primer comercio al que he ido desde el confinamiento. Vengo a comprar una tomatera para mi huerto en Uncastillo», compartía.

La tienda de regalos Fauste, en la calle Azoque, volvió a subir ayer la persiana tras el paréntesis pandémico. Fundada en 1929, ha instalado cintas adhesivas para que se mantengan las distancias entre los clientes que no tardaron en hacer acto de presencia. Como Raquel Sánchez, de Utebo: «He venido para comprar un artículo para el Día del Padre. Como en marzo no fue posible, he aprovechado la primera ocasión que se ha presentado. Habrá que acostumbrarse a esta nueva forma de vivir y de comprar. Por ejemplo, el otro día en Utebo tuve que esperar una hora y media en la ferretería para adquirir una bombilla».

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