oleicultura

Más consumo, menor oferta y ¿peor precio?

Dice el sector oleícola que solo una circunstancia, la "especulación", puede explicar por qué los precios siguen cayendo.

[[[HA REDACCION]]] olive-oil-507129_960_720.jpg
El aceite de oliva ha sido uno de los productos alimentarios que ha incrementado sus ventas durante el confinamiento.
Pixabay

Los oleicultores no lo entienden. El comportamiento del mercado del aceite está rompiendo las más básicas reglas. La cosecha fue menor y, por lo tanto, hay menos aceite. El consumo ha crecido, especialmente durante el mes de marzo, cuando la presencia y expansión del coronovirus en España obligó a la población a confinarse en sus hogares y desató -en los primeros días del estado de alarma- el nerviosismo de los consumidores, que acudieron masivamente a los supermercados y tiendas de alimentación a hacer acopio de productos básicos, entre ellos el aceite. Las exportaciones han mantenido un buen tono en volumen a pesar del impacto de la crisis sanitaria en los mercados europeos a los que habitualmente va destinado el oro líquido español, más en concreto Italia.

Sin embargo, y aún con este escenario, los precios en origen se resisten y no hay manera de conseguir ese alza de las cotizaciones que sería lógico, como dictan las leyes del mercado, cuando la oferta es menor que la demanda. Y los agricultores no esconden su frustración ante esta situación "ilógica", que está dando al traste con ese respiro que podría haberles dado el repunte de las compras, tras más de dos años cargando con una crisis de precios que, según los cálculos del sector, ha provocado ya pérdidas superiores a los 1.100 millones de euros en el conjunto de las zonas productivas, entre ellas la Comunidad aragonesa.

Para las organizaciones agrarias solo hay una explicación. UAGA-COAG habla claramente de especulación. Y aún más, asegura que estas prácticas, que no son desconocidas en el mercado del aceite de oliva, "se han visto acentuadas con la situación de estado de alarma por la crisis sanitaria del coronavirus".

"Algunos se están enriqueciendo a costa de los olivareros", denuncian desde UPA, que lamenta que haya eslabones que aún no han querido enterarse de que aquellas movilizaciones que recorrieron el país desde comienzos de enero hasta apenas unos días antes del confinamientos han conseguido un refuerzo de la ley de la cadena que exige pagar precios justos al productor. O al menos, que no se sitúen por debajo de los costes de producción.

Y es que al sector del aceite no le salen las cuentas. Los precios en origen del conocido como oro líquido, uno de los alimentos esenciales de la dieta mediterránea, apenas alcanzan los dos euros por kilo, cuando producir esa misma cantidad exige un desembolso de 2,70 euros. Y nada parece posible para revertir esas cifras.

Ni siquiera las medidas aprobadas por la Unión Europea, que han permitido el almacenamiento privado de 200.000 toneladas de aceite de oliva han conseguido aliviar la situación.

Por eso, ante este adverso escenario, tanto las organizaciones agrarias como las cooperativas agroalimentarias exigen medidas urgentes y una acción contundente contra "aquellos operadores que están destruyendo valor en la cadena del aceite de oliva".

La campaña de aceite, que puede darse prácticamente por concluida, no ha sido una gran campaña en cuanto a producción se refiere. Lo dicen las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Agricultura, a través de la Agencia de Información y Control Alimentario (AICA), que cifra en 1.116.000 las toneladas de aceite de oliva producidas. Una cifra inferior a la esperada y que supone nada menos que un descenso del 37,6% respecto al año anterior.

Sin embargo, la comercialización ha tenido un comportamiento bien diferente. Al menos durante el pasado mes de marzo. Entonces, y según los datos del departamento que lidera Luis Planas, las ventas en el mercado interior alcanzaron las 65.600 toneladas (71,3 millones de litros). Y eso supone que se han comercializado 15.000 toneladas más (16 millones de litros), lo que representa un aumento del 30% respecto al mismo período del año pasado.

No solo la demanda interna ha respondido. A pesar de las dificultades con las que se han encontrado los intercambios internacionales en los últimos meses, las exportaciones han mantenido buen tono y durante el primer semestre de campaña han sido 500.000 las toneladas de aceite español que han viajado por todo el mundo.

Además, confirma el Ministerio, en el mes de marzo las salidas al mercado de aceite de oliva superaron las 140.000 toneladas, con lo que el acumulado en lo que va de campaña alcanza las 783.000 toneladas, que suponen el 70% de lo producido en toda la campaña. Con ello, se estima que las salidas a final de campaña puedan estar entre 1,4 y 1,5 millones de toneladas, siempre, aseguran desde UAGA-COAG, que lo permita el impacto de la covid-19. Y todas estas cifras se traducirán en un descenso de las existencias a finales de septiembre. Para entonces se prevé un estocaje un 23% inferior si se compara con el año anterior.

Para cerrar este círculo, las organizaciones agrarias han echado mano a los últimos datos proporcionados por el Ministerio de Agricultura, en los que se evidencia el impulso que durante el mes de marzo experimentó el consumo de aceite de oliva en los hogares. Sus ventas en el mercado nacional han crecido un 31,5% respecto al mismo mes del año anterior. Claro que es escenario es muy distinto al que había entonces en 2019. La expansión del coronavirus en España llevó al Gobierno central a decretar el estado de alarma el pasado 14 de marzo, lo que ha obligado a los ciudadanos a mantenerse confinados en sus casas. Pero también desató, al menos en los primeros días, un nerviosismo entre los consumidores, que, ante la excepcional situación, decidieron hacer acopio de alimentos por el temor de que esta desconocida situación de emergencia sanitaria pudiera llevar aparejada un desabastecimiento de alimentos.

Compras compulsivas

Prueba de estas compras compulsivas es que solo en la primera semana del confinamiento las ventas de aceite de oliva prácticamente se duplicaron -crecieron un 97,7%-. Es cierto que en los días posteriores se relajó el ímpetu comprador, una vez que los ciudadanos se dieron cuenta de que el estado de alarma consideraba esencial la actividad agrícola, que los supermercados y las tiendas de alimentación no cerrarían sus puertas y que realizar la compra era una de las escasas salidas que permitía la restricción de movimientos para frenar la pandemia. Sin embargo, a pesar de ello, durante la segunda y la tercera semana las compras de aceite continuaron creciendo a dos dígitos, concretamente un 13,6% y 13,3% y un 13,6%, un crecimiento que descendió al 1,3% cuando la población ya llevaba cuatro semanas en casa.

No hay que olvidar que el estado de alarma ha obligado al cierre de restaurantes, cafeterías, y hoteles, una circunstancia que también ha tenido impacto en aquella parte del aceite que se comercializa a través del canal Horeca. Pero desde el sector recuerdan que la pérdida de este canal tiene un impacto menor a la que se ha producido en otro tipo de producciones agrarias, ya que la venta de la mayor parte del aceite producido en España se canaliza a través de la distribución.

Dicho en cifras, tres de cada cuatro litros consumidos lo son en el hogar, lo que explica que cerca del 89% de la cuota del mercado del aceite lo representen los lineales de las grandes cadenas de alimentación.

El sector tenía cierta esperanza de que ese escenario de incrementos tuviera también reflejo en las cotizaciones en campo. Pero nada más lejos de la realidad. Los olivareros, sumidos desde hace dos años en una grave crisis, han tenido que soportar una nueva caída, nada menos que del 15% de las cotizaciones en origen en apenas un mes, advierten desde las organizaciones agrarias. "Solo se puede explicar esta situación por la especulación que existe en el mercado", señala David Andreu, secretario provincial de UAGA en Teruel, una de las principales provincias productoras de aceite en Aragón.

Por eso, Andreu insiste en la necesidad de tomar cartas en el asunto. Y, como la organización agraria a la que representa, urge a la AICA a realizar una investigación exhaustiva para identificar las conductas fraudulentas. Insiste en que lo que el sector pide no es otra cosa que el cumplimiento de la norma. "Este órgano tiene que comenzar inmediatamente a verificar que en los contratos de compraventa el precio fijado es superior a los costes de producción, tal y como recoge la última reforma de la Ley de mejora de la cadena alimentaria, porque es intolerable mantener esta crítica situación por más tiempo, más cuando hay un repunte del mercado del que se está beneficiando todo el mundo menos el agricultor", señala.

Más tiempo almacenado

Andreu admite la Agencia de Control e Información Alimentaria le asegura que no hay recursos humanos para controlar este tipo de conductas. "Nos dicen que estemos pendientes y denunciemos y así lo hacemos pero no podemos estar todo el día haciendo de policías", detalla.

Al sector le preocupa también que la crisis económica que llega tras la crisis sanitaria suponga un nuevo mazazo para el aceite de oliva. "Todos sabemos y tenemos experiencia de que cuando los consumidores tienen problemas uno de los productos que más resiente son los aceites de mayor calidad", explica Andreu,

Para complicar la situación, añade, hay 200.000 toneladas de aceite en almacenamiento privado a punto de salir al mercado, lo que podría provocar una nueva distorsión en las cotizaciones. Por eso, UAGA-COG considera "necesario" que la Unión Europea prorrogue por otros seis meses más esta medida dar mayor margen a la recuperación de los precios, "máxime en una situación de incertidumbre por los efectos económicos que va a tener la covid-19 a corto y medio plazo», señala la organización agraria.

Desde las cooperativas también se ha lanzado una llamada de socorro. La organización que las representa ha advertido por carta al ministro de Agricultura que el sector "precisa de acciones para garantizar su viabilidad", por lo que solicita que estas producciones se tengan en cuenta en el paquete de medidas contempladas por la Comisión Europea para hacer frente al impacto provocado por la crisis sanitaria generada por la covid-19.

Las cooperativas consideran ineludible, entre otras medidas, que se apruebe un mecanismo de autorregulación voluntario "con total seguridad jurídica", que incluya un apoyo económico para aquellos operadores que participen en él. Apuestan además por reducir la oferta de producto en el mercado, para lo que solicitan que, por ejemplo, se elimine aceite de inferior calidad, como el aceite de orujo, mediante el fomento de usos alternativos a la alimentación humana (industria, biodiesel o alimentación animal entre otros).

Las lluvias (mil) de abril caen en el olivar como agua de mayo

Es todavía muy pronto para saber cómo será la cosecha de este año en el olivar aragonés, cuya recolección no comenzará hasta prácticamente final de año. Pero la situación actual permite al sector hablar con optimismo. "Los árboles están muy bien", señala David Andreu, secretario provincial de UAGA en Teruel.

El año no empezó con buen pie para este cultivo, al menos en el Bajo Aragón. El paso de la borrasca Gloria, que a primeros de febrero dejó intensas nevadas en el norte de la provincia, tumbó la mitad del arbolado en alrededor de 20.000 hectáreas de olivar. Los cultivos dañados se repartían entre el Bajo Aragón, el Bajo Martín, Andorra-Sierra de Arcos, Maestrazgo y, sobre todo, el Matarraña, donde la nieve alcanzó hasta un metro de espesor y derribó con su peso ramas y árboles enteros. Se advirtió entonces de que la cosecha en esas zonas podría llegar a reducirse hasta en un 50% e incluso que la capacidad productiva que los árboles tenían antes del temporal no se recuperase hasta dentro de cuatro o cinco años.

La primavera ha sido, sin embargo, una gran aliada. Ha regado los olivares con "una barbaridad" de lluvia, destaca Andreu, que reconoce que para los cultivos de secano, los mayoritarios en el Bajo Aragón, las precipitaciones de abril han llegado como agua de mayo.

Las lluvias han sido además muy oportunas, ya que se han presentado precisamente en la época de floración de estas producciones, a la que también están ayudando las suaves temperaturas.

Por eso, y si el tiempo lo permite, la cosecha, así a priori, "podría ser este año más que decente", señala el sindicalista, que, sin embargo, se muestra cauto porque recuerda "que quedan todavía muchos meses por delante y la situación podría dar un vuelco".

Es cierto que la Comunidad no tiene la producción y la superficie con la que cuentan otras regiones productivas, entre ellas la todopoderosa Andalucía. Pero el sector oleícola aragonés tiene una destacada presencia y una reconocida calidad. De hecho, cuenta con dos denominaciones de origen de laureado prestigio -Aceite del Bajo Aragón (Teruel) y Sierra del Moncayo (Zaragoza)-. Una cifra que podría incrementarse si llega a buen puerto el proyecto puesto en marcha en Huesca para crear una denominación de origen para el aceite del Somontano.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión