Agricultura

La campaña de aceite comienza con «desánimo» por la caída de la producción y los bajos precios

Los oleicultores auguran que la cosecha será hasta un 35% menor que el pasado año por el impacto de la sequía.

Un agricultor realiza las labores de recolección de la oliva en una explotación del Bajo Aragón
Un agricultor realiza las labores de recolección de la oliva en una explotación del Bajo Aragón
J. M.

«Con desánimo». Así acuden los olivareros a la recolección de la oliva, que comienza ahora a dar sus primeros pasos. Ya saben que tendrán menos cosecha, pero, sobre todo, temen que vuelva a repetirse una campaña tan «ruinosa» como la del pasado año en la que los precios no han dejado de caer llevando al borde de la ruina al olivar tradicional, el que tiene la mayor presencia en Aragón. De lo primero responsabilizan al clima. Lo segundo, dicen las organizaciones agrarias –UAGA, Asaja, Araga y UPA–, es «especulación pura y dura».

Un invierno extremadamente seco y, después, un verano infernal en el que las temperaturas superaron con creces los 40 grados, han impedido que la buena floración no terminase en una adecuada maduración. Y eso que las lluvias caídas a comienzos de noviembre dieron un respiro a estos árboles «fuertes y capaces de soportar situaciones de sequía», pero donde ya eran evidentes los signos de estrés hídrico. «Al menos este agua ha propiciado que la oliva ganara tamaño e hiciera más aceite», señala David Andreu, secretario provincial de UAGA en Teruel.

Con todo, habrá menos cosecha. Las estimaciones realizadas a mediados de noviembre por el Ministerio de Agricultura auguran una producción de aceite de oliva en España de 1.233.500 toneladas, un 31,7% menos respecto a la temporada anterior. Solo Cataluña, Comunidad Valenciana y Castilla y León se libran de la merma. En Aragón, los datos del departamento que dirige en funciones Luis Planas sitúan la producción de aceite en 12.796 toneladas y cifran en un 25,1% el descenso respecto al pasado año.

«La caída va a ser mayor», coinciden en señalar los representantes de las organizaciones agrarias, que aunque aseguran que es pronto todavía para hacer cálculos concretos, están convencidos de que las pérdidas rondarán entre el 30% y el 35%. «Cuando hemos ido al campo hemos comprobado que no ha salido tanta oliva como se esperaba», señala Jesús Escario, vicepresidente de Asaja Huesca y de la organización regional de productores olivareros (ORPO). «El inicio de año fue optimista porque el clima acompañó, pero el verano ha sido muy dañino para el árbol y además hemos tenido mosca del olivo que ha provocado una importante merma en la producción», destaca Escario, que reconoce, sin embargo, que las bajas temperaturas y las intensas nevadas caídas en el norte de la Comunidad no han provocado afecciones al fruto en los olivares oscenses. Eso sí, «las calidades van a ser muy buenas», explica este olivicultor, también presidente de la Cámara Agraria de Huesca, que detalla que los fuertes vientos en los primeros días de noviembre «tiraron lo malo al suelo y de lo que ha quedado sale un aceite excepcional».

El mazazo de Bruselas

La pérdida de producción que provocan las adversidades del clima es «una situación con la que tenemos que convivir», señala José Manuel Roche, secretario general de UPA Aragón, que se muestra convencido de que la reducción de cosecha será muy superior a la estimada por el Ministerio de Agricultura. Pero el verdadero problema, insiste Roche, es el «desplome injustificado de los precios». Y es que producir un kilo de aceite cuesta alrededor de 2,5 euros por kilo, pero ahora el oleicultor cobra por ese mismo kilo apenas dos euros, casi la mitad que hace un año.

Como él, el resto de los representantes de las organizaciones agrarias insisten en que el «sector está totalmente desmoralizado» por unas cotizaciones que no dejan de caer en España, mientras los productores tienen que ver cómo en otros países del entorno europeo, especialmente en Italia, se está pagando al doble. Por eso, asegura Andreu, en algunas parcelas de cultivos superintensivos, sobre todo en Andalucía, se está dejando de recoger el fruto porque como la oliva no tiene mucha carga de aceite «el coste que supone la recolección no sale a cuenta».

Pese a este nada halagüeño escenario, los productores aragoneses iban a comenzar la recolección de la oliva con «ciertas expectativas». La multitudinaria manifestación convocada en Madrid –en la que participaron los aragoneses– hizo que el Ministerio moviera ficha y solicitara a Bruselas la activación del almacenamiento privado de aceite, una retirada temporal (180 días) y primada con ayudas para aliviar la presión sobre los precios. La Unión Europea aceptó la medida y estableció cuatro rondas para presentar ofertas.

La primera de ellas terminó el pasado 26 de noviembre, pero su resultado ha sido un «mazazo» para el sector. De las 113.000 toneladas ofertadas, Bruselas solo ha aprobado la retirada de 3.600, apenas un 3%, a un precio de 0,83 euros por tonelada y día. Aragón no presentó ofertas, si bien, según el Gobierno regional, «se mostró interés por la medida», aunque los productores de la Comunidad habían defendido esta medida «porque podía beneficiarnos colateralmente».

Pero la solución no ha sido tal. «Incluso podría ser contraproducente», lamentan los representantes agrarios, convencidos de que el escaso volumen aceptado por Bruselas «va a provocar un nuevo descenso de los precios».

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