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Coronavirus y el fin de los productos caducados

A estas alturas son pocos los que no han aprovechado el confinamiento para deshacerse de productos que caducaron hace meses e incluso años. Aquí van algunos ejemplos.

Javier Jané
Javier Jané conservaba infusiones que caducaron hace dos años.
Heraldo

Sin lugar a dudas tantos días de confinamiento han dado para hacer muchas cosas en casa. Entre la limpieza de primavera y el cambio de armarios habitual en esta época del año, muchos hemos aprovechado para sacar del fondo de nuestros muebles del baño y la cocina productos que ni siquiera recordábamos que estaban. Y, como no, qué mejor que las redes sociales para compartirlos con el mundo.

A raíz de una iniciativa de ‘El Comidista’ muchos españoles han aprovechado para compartir algunas de las reliquias de sus despensas con la etiqueta de #ConfinadosCaducados. Entre los productos más olvidados destacan las especias, levaduras y gaseosas y ciertos tipos de conservas, aunque entre los ejemplos aragoneses hemos encontrado productos de todo tipo.

“Con cosas como esta te das cuenta de que el tiempo pasa volando. Además este tipo de productos no abultan ni molestan, los guardas en un rincón y allí se quedan”, asegura la zaragozana Susana Villuendas que acaba de deshacerse de varios sobres de kétchup de 2014 y de un bote de surtido de decoración de pasteles de 2016. “¡Madre mía, hace cuándo no hacía uno de estos!”, bromeaba.

Susana Villuendas
Susana Villuendas ha tirado un bote de decoración de pasteles de 2016.
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Otra zaragozana, Clara Camín, ha encontrado unas placas de lasaña caducadas en 2016, mientras que el turolense Javier Jané ha aprovechado estos días para deshacerse de algunas cajas de infusiones con fechas de caducidad de entre 2013 y 2017 o un paquete de café descafeinado que caducó en 2016. En la mayoría de los casos los frenéticos ritmos de vida que llevamos al tratar de compatibilizar una jornada laboral con la vida familiar y el cuidado del hogar se traducen en una constante falta de tiempo. Por eso, el confinamiento se ha convertido en una oportunidad de oro.

Clara Camin
Clara Camin se ha despedido de unas placas de lasaña de 2016.
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Otro zaragozano, Pedro Arroyo, nos envía una fotografía de un sazonador de pescado caducado en junio de 2013. “Son esas cosas que compras en un momento puntual, gastas uno y te olvidas de que lo tienes hasta que haces una limpieza a fondo”, afirma.

En el caso de otro zaragozano, Alberto Armisén, en su despensa han aparecido auténticas joyas como varios botes de especias que caducaron incluso hace más de una década, como tomillo, eneldo o cayena entre otros. “Aunque está caducado no se ha puesto malo y las sigo utilizando”, asegura.

Alberto Armisén guardaba botes de especias caducados hace diez años.
Alberto Armisén guardaba botes de especias caducados hace diez años.
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Y aunque haya a quien le pudiese sonar algo descabellado, sobre todo teniendo en cuenta que algunos de estos botes caducaron en 2006, como explica Marilourdes de Torres, Delegada del Área de Nutrición del Consejo General de Enfermería y actual coordinadora del Comité Científico de la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (ADENYD), en el caso concreto de las especias no existe ningún riesgo: “en todo caso habrán perdido aroma o tersura, pero nada más”.

“La fecha de caducidad es para productos muy perecederos y posterior a esa fecha el producto puede entrar o va a entrar en descomposición”, afirma De Torres, mientras que en el caso del consumo preferente, se aplica a productos que pueden ser perecederos pero que no entran en descomposición. “Respecto de la fecha de envasado se calcula cuándo ese producto puede perder alguna característica o propiedad nutricional pudiendo pasar mucho tiempo a que pueda descomponerse o no”, resume.

Un buen ejemplo de este tipo de productos son las legumbres embolsadas las cuales, según la experta, tienen fecha para consumir preferentemente pero si las cocinas más tarde tan solo pierden algunas propiedades o pueden quedar más duras tras la cocción.

En esta misma línea, De Torres explica que existen ejemplos poco conocidos como lo que ocurre con los yogures. “A pesar de que se trata de un producto muy perecedero, como se trata de una leche fermentada por gérmenes es muy difícil que se contaminen cuando se ha pasado de fecha así que se puede tomar después de esta”, advierte. Eso sí, en estos casos habrá que prestar atención a otras características como su aspecto y consistencia.

¿Qué hay que tener en cuenta?

“Si al abrirlo, siempre y cuando no se haya roto la cadena de frío, vemos que ha perdido su forma compacta significa que no es apto para su consumo”, asevera. Algo que también puede aplicarse a las leches uperisadas, es decir, las de tetrabrik. “Se puede llegar a abrir tres o cuatro meses más tarde, tan solo hay que comprobar que huele bien, sabe normal y su color es el habitual”, señala.

Es lo que en nutrición se denominan las propiedades organolépticas, es decir, aquellas características físicas que pueden percibirse a través de los sentidos como el sabor, la textura, el olor, el color o la temperatura.

En cuanto a las latas de conserva, un dato a tener en cuenta es si presentan abolladuras así como si al abrir hacen un silbido más fuerte de lo habitual. En ambos casos podría significar que se ha producido una acumulación de gas, algo que indica que hay bacterias anaerobias en su interior. “Si no presenta ninguna de estas características y el aroma no ha cambiado pueden tomarse perfectamente incuso varios meses después de la fecha indicada”, concluye.

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