comunidad de calatayud

550 cascabeles que llevan la bendición de la máscara por Ateca

Familia y amigos han acompañado a Jesús Lozano en su debut encarnando al famoso personaje que protagoniza las Fiestas de San Blas.

“En reposo y ya voy a 120 pulsaciones”. De forma tan gráfica, mirando el reloj inteligente de su muñeca, definía Jesús Lozano los momentos previos a la primera salida oficial de la máscara de Ateca, que ha tenido lugar al filo del mediodía de este domingo, por las calles esta localidad de la Comunidad de Calatayud como parte fundamental de las Fiestas de San Blas. Para este atecano de 25 años es su debut encarnando al famoso personaje que reparte bendiciones, cascabeles y algún golpe de espada a partes iguales a jóvenes y mayores reunidos en torno a la plaza de España de la localidad.

Faltaba más de una hora para empezar a correr y para escuchar el golpeteo entre la corbetera y el sable, pero Lozano ya estaba en el salón de plenos del ayuntamiento esperando a enfundarse el característico traje de rayas rojas y amarillas acompañado de su gorro. “No he estado nervioso hasta hace unas dos horas, cuando ves a los chicos por la calle, el ambiente, la gente… Ayer (en referencia al sábado) en el reparto del chocolate y en la guardería y el colegio ya venían a pedirme cascabeles”, apuntaba. “He quedado con el cura para bendecir los cascabeles que voy a repartir, hemos ido a la ermita y luego he aprovechado para pasearme un poco y mentalizarme”, confesaba.

Dando las últimas puntadas para coser los cascabeles al traje estaba Eva Peña, concejal de Cultura. “Hay tres trajes listos: el de la primera salida oficial, el de la noche cuando se enciende la hoguera y el de la subida al cerro, que es más de gala”, detalla. “Llevo 50 repartidos por el traje y 500 en una bolsa”, enumeraba Lozano. “Es una tradición muy importante y detrás de las fiestas hay mucho trabajo del que solo te das cuenta cuando estás dentro”, añade Peña. Al mismo tiempo, Lozano también se acordaba de Miguel Plasencia, el encargado de representar el personaje el año pasado y que esta vez no ha podido hacerlo por causas personales.

Minutos después llegaban a la misma estancia su padre, Cruz Lozano; su madre, Mª Jesús Blasco y su hermana, Verónica, y los tres coincidían en lo mismo: “A Jesús le encantan las tradiciones, lo vive, por él no se acabarían las tradiciones”, confesaba su padre. “Es un orgullo y si no fuera por las personas como él que han salido, y los que vendrán, estos actos se acabarían y los pueblos morirían un poco más”, subrayaba su hermana. Para dos de sus amigos, Manuel y Pilar, la sensación era también coincidente porque “es un orgullo y él tenía ganas”. “La procesión la lleva por dentro, aunque haya dicho que no”, apuntaba el primero. “Nuestras madres han sido amigas de siempre y somos como hermanos y sé que le hace mucha ilusión”, destacaba la segunda.

En la calle, atecanos de todas las edades esperaban el momento de quitarle los cascabeles. “Vienen los más pequeños, pero también personas mayores para darles a familiares”, explica Lozano. “Queremos quitarle todos los que podamos”, avisaban Elena, Nuria y Elena, de 10 años. “Ahora solo vengo para que me dé con la corbetera, los cascabeles para los jóvenes”, indicaba Francisco Sarmiento, de 63 años. Además de atecanos, también la plaza acogía a algunos visitantes, como el caso de José Rodríguez, María Córdoba y el pequeño Adrián: “Habíamos venido de fin de semana a ver el Monasterio de Piedra, nos alojamos aquí y nos acabamos de enterar que se hace este acto”. El tintineo, la música y el bullicio de la charanga han puesto el resto a una mañana soleada y cálida como no recuerdan los más veteranos.

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