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Carne cultivada con participación aragonesa

La empresa aragonesa Aves Nobles y Derivados (Aldelís) ha decidido sumarse al proyecto de investigación que lidera la empresa vasca Biotech Foods.

Biotech Foods, en la que participa Aldelís está trabajando en la producción de este tipo de carne.
Pixabay

En 2013, un investigador de la Universidad de Maastricht hizo posible la primera hamburguesa fabricada en un laboratorio a partir de células madre bovinas. Aunque la apodaron ‘Frankenburger’ (un nombre que no la hacía nada apetitosa) no era solo un capricho de investigador porque ya entonces se auguraba que en 2020 la carne cultivada sería un ingrediente habitual en nuestros platos y nuestras dietas.

Puede que haya que esperar un poco más, pero no mucho. De hecho Biotech Foods, una ‘start up’ guipuzcoana creada en 2017 por la científica Mercedes Vila, tiene previsto lanzar al mercado en 2021 bajo la marca ‘Ethicameat’ sus primeros productos de carne cultivada -basados en la construcción de tejidos a partir de la proliferación de las células animales, en entornos biológicos adecuados y sin modificación genética alguna-.

Una carrera en la que también compiten la estadounidense Memphis Meats, que dispone de recursos de Bill Gates, fundador de Microsoft, Richard Branson, de Virgin, o del gigante de la alimentación Tyson Foods; la holandesa Mosa Meat, entre cuyos accionistas se encuentra Sergey Brin, fundador de Google; y la (menos conocida) Supermeat. Y en la que también quiere estar la aragonesa Aldelís, la marca de Aves Nobles y Derivados, que no solo pretende dar un paso más en su impulso de nuevos proyectos de innovación y desarrollo tecnológico, sino que además busca «situarse a la vanguardia de la investigación de productos de alimentación innovadores, sostenibles con el medio ambiente y alineados con las demandas del mercado». 

Lo hace participando en el accionariado de Biotech Foods, y sumando así una nueva línea de investigación centrada en la carne de cultivo. «Este es un proyecto novedoso que responde a nuestra apuesta por la innovación como principal estrategia y donde el consumidor es el centro de la misma», explican desde la compañía. Porque esta carne de laboratorio no es un capricho gastronómico, sino una alternativa para alimentar a un mundo superpoblado con una demanda de proteínas cada vez mayor. Lo ha dicho incluso Naciones Unidas que advierte que en el año 2050 la demanda mundial de carne se incrementará en un 76%, un porcentaje impulsado por el aumento de la población y la mayor accesibilidad a dicho producto.

Pero el avance de esta demanda va a encontrarse, sin embargo, con un obstáculo: la imposibilidad de satisfacer tal demanda con la producción actual de carne. Hay otro ‘pero’. Son numerosos los estudios y las encuestas en las que se pone de manifiesto que el incremento desmesurado de la cabaña ganadera no es una opción, dado el impacto medioambiental de la producción convencional y la creciente preocupación de la sociedad por el bienestar animal, por lo que expertos y consumidores piden alternativas.

Es en ese contexto en el que la carne cultivada «se presenta como una de las soluciones mejor valoradas y factibles para cubrir esta demanda», señala Aldelís. La empresa destaca además que diversos estudios científicos, «la sitúan como una alternativa real con múltiples beneficios para el medio ambiente, ya que no requiere el sacrificio animal y es más sostenible», ya que exige un 98% menos de superficie, reduce un 95% las emisiones de carbono y hasta un 96% de agua.

Todo comienza con unas células que reproducen el músculo

Hay quien le llama carne cultivada. Otros la definen como artificial o ‘in vitro’ y otros le quitan cualquier calificativo que suene a laboratorio para hablar solo de «carne ética».

Para producirla no se utilizan técnicas desconocidas o descubiertas recientemente, sino que se echa mano de los conocimientos de la medicina regenerativa (injertos de piel que se hacen en laboratorio) y se aplica a otros tejidos, en este caso, los músculos. No hay que matar al animal, porque su elaboración comienza a partir de una muestra de un animal vivo (vaca, cerdo, aves o pescado) con la que se hace crecer músculo en laboratorios, haciendo proliferar las células solas en un biorreactor que imita el cuerpo del animal. Dado que lo que interesa es la proteína, esta carne se produce sin grasa o sin necesidad de utilizar antibióticos.

Y eso sí, no tiene nada que ver con la llamada carne de imitación o carne vegetal, que es un producto vegetariano elaborado a partir de proteína vegetal, normalmente soja o trigo. 

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