La ley de memoria histórica se cruza con el marquesado de Ramón y Cajal

María Urioste, descendiente del Premio Nobel de Medicina de 1906, ha solicitado la sucesión del marquesado de Ramón y Cajal, un título que hizo efectivo Francisco Franco en 1952.

María Urioste Ramón y Cajal, bisnieta de Santiago Ramón y Cajal.
María Urioste Ramón y Cajal, bisnieta de Santiago Ramón y Cajal.
María Urioste Ramón y Cajal

María Urioste es una de las bisnietas de Santiago Ramón y Cajal y quiere ser la próxima marquesa de Ramón y Cajal. Tras el fallecimiento de su madre, en mayo de este año, inició la semana pasada los trámites de sucesión del título.

Unas gestiones que acontecen tras la publicación de la proposición de ley de memoria histórica y democrática en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, en el pasado 30 de julio.

Uno de sus artículos podría afectar al proceso de Urioste. "El ministro competente en materia de memoria histórica o, por delegación, el órgano designado por aquel, elaborará un catálogo de títulos nobiliarios concedidos entre 1948 y 1977, así como de concesión posterior, que representen la exaltación de la Guerra Civil y Dictadura, y se procederá a su supresión", se puede leer. Ese punto ha generado dudas entre los descendientes del científico, entre otras familias.

El motivo radica en que el marquesado de Ramón y Cajal fue otorgado a título póstumo en 1952. Una fecha que coincidió con el centenario del nacimiento del científico de Petilla de Aragón. Es decir, Francisco Franco lo hizo efectivo. Sin embargo, esa no había sido la primera intención de este nombramiento. Alfonso XIII intentó con anterioridad reconocer la labor del prestigioso médico, que obtuvo el Premio Nobel en 1906. Lo recuerda su bisnieta, María: "El monarca pretendió nombrarle marqués y grande de España tres veces, sin embargo, estaba tan entregado a sus investigaciones que se decidió aplazar el reconocimiento".

En la actualidad, la redacción del texto oficial puede dar lugar a confusión, pero en cualquier caso la familia defiende que su marquesado no tiene que ver con memoria histórica. "Ha coincidido con esa franja de años, pero no tiene connotaciones políticas. La contribución de mi bisabuelo, de Santiago, fue a toda humanidad", alega Urioste. "Me he interesado si podía afectar ese texto a la sucesión de este título, del que estamos muy orgullosos", señala. Al parecer, tal y como les han apuntado desde el ministerio, la solicitud sigue el proceso habitual y en menos de dos meses se supone que estará resuelto.

"En caso de duda, nos imaginamos que la comunidad científica saldrá en defensa, ya que es evidente que no tiene ninguna relación con la memoria histórica", sostienen los familiares de Ramón y Cajal.

Que, en principio, todo vaya dentro del cauce es una noticia que complace a María y al resto de la familia. "Para nosotros es un honor ser descendientes de Santiago y, además, optar al título", indica Urioste. "La pena es que ya no lo tenga mi madre, su nieta", recuerda con cariño.

Ella, la anterior marquesa, fue María Ramón y Cajal Conejero, una de las pocas nietas que conoció al Premio Nobel. Quedó la primera en la línea sucesora al fallecer su hermano en el frente durante la Guerra Civil. "Siempre nos contaba que tomaban café juntos en su casa de la calle de Alfonso XII", rememora. En el número 64 de esa vía madrileña estuvo el domicilio de la familia entre 1911 y 1934, cuando murió. Se trata de un edificio donde ahora se despliega un proyecto de pisos de superlujo, tal y como publicó HERALDO.

Esta actuación se situó como la penúltima oportunidad perdida de dedicar en Madrid un gran museo a la figura del científico. La familia contribuyó con parte del legado: "Mi madre y mi tía donaron material para el museo de Ramón y Cajal que, de momento, está en cajas. A ver si ahora se agiliza", asevera Urioste.

María no olvida el palacete familiar de Madrid, pero tampoco sus vínculos con Aragón. "Me unen hilos sentimentales muy fuertes, por ejemplo, mis padres se casaron en Zaragoza", reconoce esta madrileña que vive en Riaza, en la provincia de Segovia. A pesar de que ninguno de sus hijos ha continuado con el estudio e investigación de la Medicina, asegura que se sienten muy orgullosos de su antepasado. De hecho, con ilusión idean una visita a Aragón para conocer los pasos de Santiago Ramón y Cajal y poder reunirse con más miembros de la larga saga.

Además de los genes del Nobel, María también conserva unas preparaciones de laboratorio y un cuaderno, con apuntes y dibujos. "Era un genio", zanja emocionada.

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