Luis María Beamonte mintió a la opinión pública para intentar ocultar que había obtenido su licenciatura en Derecho en una universidad sometida a polémica. La mentira resulta injustificable y siembra además la duda sobre las condiciones en las que consiguió el título. La decisión de Beamonte de continuar en la carrera electoral somete a su partido a una nueva tensión y abre un claro interrogante sobre cuál será la respuesta en las urnas.

La cuestión de las titulaciones académicas de los políticos resulta muy sensible para los ciudadanos, que exigen transparencia, ante los vergonzosos casos de fraude que se han detectado. Pero en lugar de ser claro y sincero, el presidente del PP aragonés y candidato a la presidencia de la Comunidad se escondió en la mentira, prefirió decir que carecía de título antes que reconocer que lo había obtenido en la polémica Universidad Rey Juan Carlos. Decir la verdad le pareció problemático y sin duda hubiera dado lugar a un intenso escrutinio sobre las condiciones en las que obtuvo su licenciatura.

El engaño al que sometió a los aragoneses no tiene posible justificación y resulta muy grave en una persona que aspira a desempeñar el máximo cargo político de nuestra Comunidad. Las explicaciones que dio ayer Beamonte en rueda de prensa son insatisfactorias. Como mínimo, debería detallar el proceso de convalidaciones y exámenes que le permitió aprobar las asignaturas de Derecho que tenía pendientes, aportando toda la documentación relevante.

La mentira manifiesta y reconocida y la inevitable duda sobre las condiciones en las que obtuvo el título afectan muy seriamente al crédito político y a la confianza que puede inspirar a la ciudadanía el candidato popular, que debe reflexionar sobre los efectos que todo ello tendrá en las opciones electorales de su partido. Los aragoneses quieren contar con políticos honestos y que digan la verdad y habrán de sopesar en las urnas esta conducta.