educación

El pueblo turolense que crece gracias a su escuela innovadora

La escuela de Olba ha pasado en pocos años de 6 a 33 niños. Varias familias han llegado al pueblo atraídas por su proyecto educativo.

Escolares de Olba en una actividad en el campo.
Escolares de Olba en una actividad en el campo.
Colegio de Olba

La escuela de Olba, en la comarca turolense de Gúdar-Javalambre, estuvo amenazada por el cierre con solo seis alumnos hace 16 años. El pueblo rondaba entonces los 200 habitantes. Hoy tiene 226 vecinos empadronados y en su colegio aprenden 33 niños. En estos tiempos en los que el medio rural sufre la despoblación y el envejecimiento, este 'milagro demográfico' de Olba se debe en gran parte a un proyecto educativo innovador que ha atraído a familias de toda España.

En la escuela de Olba los niños no usan libros de texto ni hacen exámenes. Tienen un huerto ecológico, con el que aprenden ciencias, matemáticas y a manejar sus emociones. Organizan mercadillos, y hacen talleres de cocina y de teatro. Las calles, acequias y campos de Olba son una parte importante de la escuela. Y las familias son otro pilar fundamental: participan activamente en la organización de la vida escolar.

Y la primera responsable de este proyecto que ha revolucionado la escuela y el pueblo es Delfi Ruiz, la maestra que vino hace 28 años del País Vasco y se acaba de jubilar. "Vinimos con idea de estar un año, pero nos gustó y nos quedamos. Nuestros hijos se criaron aquí. Es un pueblo muy bien ubicado, entre Valencia y Teruel, con un paisaje muy bonito y un clima benigno. La escuela ha atraído a familias de fuera a las que les gustaba nuestro proyecto educativo. Poco a poco fuimos eliminando los libros de texto. Apostamos por una manera diferente de enseñar y aprender, por proyectos, con mucho trabajo emocional y la participación de las familias. Ahora, tras mi jubilación, estamos en un proceso de transición. Las familias están muy ilusionadas y la Administración quiere que el proyecto continúe. Para ello es importante que haya una estabilidad de los profesores y que los que vengan compartan este sistema", asegura Delfi. Ella sigue colaborando con la escuela: imparte talleres a los chavales y participa en las reuniones de padres.

Pascual Varón, valenciano afincado en Olba desde hace 19 años, es uno de los padres que participa activamente en la vida escolar. Incluso en los momentos de dificultad, como esta semana en la que su casa se ha quedado aislada por la crecida del río Mijares. Ante la imposibilidad de acceder en coche, va caminando con sus hijos de 4 y 7 años por una senda de montaña media hora. "El colegio tiene un proyecto muy innovador, en el que el contacto con la naturaleza es muy importante. Ahora estamos en un punto de reflexión. La continuidad del equipo docente en clave", apunta. Su mujer se desplaza a diario a trabajar y estudiar a Valencia.

Nuevos vecinos llegados de Valencia

"La escuela ha atraído a nuevos vecinos al pueblo en los últimos años, procedentes de otras comunidades autónomas. Estamos muy contentos. A todos nos gusta que haya niños en las calles, son el futuro. En Olba tenemos huerta y regadío, pero la agricultura no da trabajo a mucha gente. Entre nuestros vecinos hay artesanos, informáticos, empresarios", afirma su alcalde, Federico Martín.

Una de las últimas familias en llegar es la de Esther Gisbert y José Joaquín Córdoba, con sus hijos Samuel, de 3 años, y Pau, de 6. "Vivíamos en Játiva (Valencia), donde tenemos nuestra empresa, una consultoría energética. Buscábamos un colegio diferente para nuestros hijos. Queríamos un proyecto educativo respetuoso con los ritmos de aprendizaje de cada uno y que tuviera contacto con la naturaleza. Oímos hablar de Olba. Vinimos en marzo del año pasado a conocerlo. Nos gustó tanto que decidimos mudarnos enseguida. En mayo vinimos a vivir y nuestro hijo mayor empezó a ir al colegio. Este curso ya van los dos. Los niños están felices y la experiencia es buena. Nosotros trabajamos desde casa y a mi marido le toca viajar varios días a la semana a Játiva", explica Esther.

La zaragozana Estíbaliz Martínez también ha llegado atraída por un proyecto educativo diferente. Es la maestra del aula de medianos (de 1º a 3º de Primaria). Es su primer curso en Olba y pidió la plaza porque quería conocer esta escuela diferente. "Es un proyecto de innovación muy interesante. Trabajamos con metodologías activas. El huerto es un recurso más: sembramos, recolectamos, hacemos talleres de cocina y mercadillos. La participación de las familias es muy importante y el acompañamiento emocional es otra de las señas de identidad del proyecto", subraya. Ella vive en Teruel, y va y viene cada día (unos 50 minutos en coche).

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