El burro no encuentra trabajo

El Gobierno de Aragón hizo 'un ERE' a su brigada asnal antiincendios hace cinco años. Desde entonces hacen 'trabajillos sueltos' y cada día hay menos.

Burros de la granja El Capricho
Burros de la granja El Capricho
Jaime Serrano

"Si alguien quiere un burro, que venga y lo coja". Así de drástico se expresa el empresario Jaime Serrano desde su finca en Vinaceite. En realidad no habla del todo en serio porque de momento pesa, dice, el amor que siente por sus animales. Pero es su forma de decir que apenas encuentra forma alguna de rentabilizar la inversión que le suponen.

Serrano es uno de los 74 ganaderos entre los que el Gobierno de Aragón distribuyó gratis 141 pollinos cuando en el año 2013 decidió que ya no tenía dinero para mantenerlos. Él se quedó seis porque entonces todavía había opción de llevarlos a las ferias de los pueblos para que los niños los montasen. Ahora, cinco años después, reconoce que esa opción resulta cada día más difícil. "A la gente se le ha metido en la cabeza que detrás hay maltrato animal y en este caso no es así", defiende. Serrano gestiona la granja El Capricho y además hace recreaciones sobre cómo eran los antiguos oficios del campo en los que se utilizaban animales, aunque también esta vía está de capa caída desde que se retiraron las subvenciones a los ayuntamientos.

Su caso no es el único y es que, he aquí la paradoja, el burro ya no encuentra trabajo. Ha pasado de ser el mejor compañero del labrador, del comerciante y del viajero, a un animal casi anecdótico que, en Aragón, cuesta encontrar fuera del modelo turístico-didáctico de granja escuela. De decidir el trazado de carreteras y líneas telefónicas, a una especie que se precipita hacia la desaparición.

El fenómeno hace peligrar la mismísima supervivencia de la especie. Si a mediados del siglo pasado había en España unos 675.000 asnos censados, a día de hoy apenas llegan a los 30.000. Una caída en picado que llevó a los periodistas Mondelo y Eliseo García Nieto a recorrer cada provincia en busca de los últimos burros españoles y a publicar 'Hermano asno', un libro que vio la luz hace unos meses. Los burros son -dicen- el símbolo de un mundo que desaparece conforme crecen y evolucionan las ciudades. "El burro jamás ha existido en España como animal silvestre -explica Eliseo-, siempre ha ido de la mano del trabajador del campo y al desaparecer ese mundo, lo está haciendo también el burro", lamenta el periodista.

El ERE de Aragón

En Aragón hay un caso que resulta paradigmático. Entre finales de 2007 y principios de 2013 operó en la Comunidad una simpática brigada antiincendios integrada por borricos. Empezaron siendo 47 cuando un particular los cedió para que Sarga (entonces Sodemasa) llevase a la práctica el Plan Medioambiental de Ganadería Extensiva. El trabajo de los animales consistía, básicamente, en comer a su albedrío. Solo con eso limpiaban la maleza que crecía en los cortafuegos. Su base central estaba en Pardina de Fanlo (Sabiñánigo) y sus responsables los iban desplazando para actuar en los cortafuegos de distintos montes.

Pero hasta ese feliz destino se les acabó cuando el Gobierno de Aragón les hizo un ERE. Se dijo que no había dinero para mantenerlos y se regalaron. Durante esos años se habían sumado a los primeros ejemplares otros traídos de una brigada similar que se disolvió en Mallorca y el número de cabezas se había triplicado. Los 141 asnos fueron donados a 74 particulares, granjas escuela, centros educativos y fundaciones. "Sigo sin entender aquello", critica García Nieto. Mondelo y él tuvieron la oportunidad de entrevistar al técnico que se hacía cargo de la manada antiincendios y este les aseguró que estaba dando "muy buenos resultados".

Trabajillos para San Antón

Los hermanos Barberán -ganadería Carpio- también se quedaron una decena de aquellos asnos y cuentan que, desde entonces, han intentado en varias ocasiones obtener la autorización para destinarlos a la limpieza de montes y cortafuegos y que no lo han conseguido. De modo que estos otros también están en paro y solo consiguen trabajillos sueltos para San Antón, cuando les llaman de algún ayuntamiento para hacer paseos o ir a la bendición. El resto del año, "están comiendo en casa".

Un caso algo distinto es el de los cinco que fueron a parar a la Fundación Adislaf. Esta entidad enfocada a mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y la de sus familiares gestiona en el Pirineo un antiguo despoblado que funciona como centro vacacional y centro especial de empleo. Allí, en Isín, trabajan seis personas con discapacidad intelectual. Entre otras tareas, el equipo cuida de la pequeña manada de burros y ésta, a su vez, se encarga de mantener limpio un anillo de protección alrededor del núcleo. Además, estos borricos son los protagonistas del aula de la naturaleza que encandila a los niños de todas las escuelas visitantes.

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