Aragón

Casi 800 jóvenes buscan una salida laboral en las escuelas de segunda oportunidad

Estos centros educativos, vinculados a fundaciones de entidades sociales, quieren tener una acreditación propia que garantice su modelo pedagógico y de actuación.

Jóvenes en una clase de informática en una de las escuelas de segunda oportunidad.
Oliver Duch

El modelo formativo como tal existe desde hace décadas. Son iniciativas puestas en marcha en poblaciones o barrios de grandes ciudades que tratan de ayudar a los jóvenes que, por las razones más diversas, quedan al margen de la formación reglada, y por tanto, tienen difícil su integración laboral.

Hace un año crearon la Asociación Española de Escuelas de Segunda Oportunidad con la intención de darle un nombre a esta fórmula y proporcionarle visibilidad y proyección. En este momento, en la asociación están integrados 17 centros educativos de toda España (que, según sus previsiones serán 25 a finales de año), que forman a 6.300 jóvenes.

En Aragón hay seis de estas escuelas, vinculadas a las fundaciones de Rey Ardid, Ozanam, Adunare, Picarral, San Valero y María Auxiliadora, que dan formación a 750 chavales de entre 15 y 29 años. Ahora se encuentran todas ellas (las nacionales y las aragonesas) en proceso de acreditación: quieren que una entidad ajena les haga una auditoría que verifique y garantice que todas las llamadas escuelas de segunda oportunidad siguen un modelo pedagógico y de intervención con los jóvenes similar.

"Una escuela de segunda oportunidad es un centro educativo en el que se desarrollan actividades que son alternativa a lo que los jóvenes pueden encontrar en otras fórmulas convencionales, como los institutos", explica José María Usón, presidente de la Asociación Española de Escuelas de Segunda Oportunidad y director del centro de formación de Ozanam. "No sé si hablar de fracaso en la enseñanza reglada –continúa–, pero lo que sí sé es que esos centros no se han adecuado a lo que estos chavales estaban buscando".

Hay que recordar que estas entidades trabajan con jóvenes que se encuentran en situación especialmente vulnerable, en barrios con altos índices de desempleo y situaciones sociales muy duras (infravivienda, exclusión social o pobreza).

Por ello, tanto Usón como Francisco Galán, responsable de Relaciones Institucionales de Rey Ardid, insisten en referirse a las escuelas "con una visión amplia. No solo se piensa en que los jóvenes adquieran competencias laborales, sino en atender a la persona de forma integral, según su entorno y su situación familiar", explica Galán.

Por su parte, Silvia Galán, directora de Programas y Calidad de Adunare, apunta que aunque este tipo de programas tienen 25 o 30 años de vida, "nos identificamos con la denominación de escuelas de segunda oportunidad porque responde bien a lo que somos: una alternativa para los jóvenes que no han tenido suerte en el sistema reglado; una segunda oportunidad".