Aragón podría perder entre 9 y 20 millones si el veto de Rusia se mantiene un año

Los agricultores y ganaderos aragoneses se muestran preocupados ante la nueva decisión de Rusia de no importar alimentos.

Un campo de melocotoneros en Maella
Aragón podría perder entre 9 y 20 millones si el veto de Rusia se mantiene un año
OLIVER DUCH

Desde que el pasado jueves Rusia anunciara su decisión de no importar alimentos procedentes de los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia y Noruega, los agricultores y ganaderos aragoneses se encuentran preocupados ante los problemas económicos que podría acarrear esta nueva situación política. Esta determinación la han tomado hacia aquellos países que aprobaron sanciones recientemente contra los dirigentes y las entidades rusas por sus acciones en Ucrania.


"Ahora mismo hay muchos camiones que estaban de camino a Rusia y que han tenido que volver a España, y también a Aragón, porque se ha prohibido la entrada de los productos europeos", señala Vicente López, responsable del sector de fruta de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA-COAG). Otros, destaca, han sido reenviados a terceros países con la correspondiente reducción del precio del producto.


Las consecuencias económicas que puede llegar a tener este cambio político aún no han sido calculadas por las entidades aragonesas, sin embargo, López sostiene que tarden lo que tarden en volver a abrir las puertas al mercado exterior supondrá un gran mazazo para la economía aragonesa. "Por ejemplo, el tema de la bacteria del E.coli en los pepinos duró pocos días y aún así la repercusión fue del 80% de las exportaciones agrícolas", sostiene.


Para poder tener una orientación de las pérdidas que puede suponer para la economía aragonesa se puede observar que, según los datos del Ministerio de Economía y Competitividad, Aragón exportó durante el pasado año más de nueve millones y medio de euros en alimentos al Gobierno ruso. Una cantidad menor a la que acostumbran, puesto que en los años anteriores había llegado a los 20 millones de euros. Además, según puntualiza López, la producción aragonesa para Rusia podría superar estas cifras "ya que hay muchos agricultores aragoneses que venden sus productos a empresas de otras comunidades que los comercializan en el mercado ruso".


El problema se acentúa cuando se tiene en cuenta que durante los próximos días muchos aragoneses tenían previsto el envío de sus frutas a Rusia. "En mi caso tenía que llevar dos o tres camiones con nectarinas de pequeño calibre, que están muy valoradas allí, sin embargo, con lo que ha ocurrido ya no sé qué salidas les podré dar", detalla. Resalta que las frutas son alimentos que perecen rápidamente y que no pueden estar una semana esperando a que Rusia cambie de opinión. Por el contrario, el Gobierno ruso ha subrayado que la prohibición estaría vigente durante un año, aunque algunos medios del país han señalado que existe la posibilidad de revisión.


La misma percepción tiene Carlos Soldevilla, un agricultor aragonés de Belver de Cinca. "En mi caso me afecta si finalmente los camiones no salen hacia su destino y de momento ni el miércoles ni el jueves lo han hecho", relata. Señala que el almacenista de la localidad tiene 15 camiones pendientes de partir hacia Rusia antes del sábado. "Si esto se prolonga puede generar muchas pérdidas ya que aproximadamente el 80% de la producción de fruta se exporta y una gran parte va a parar a Moscú", sostiene Soldevilla.


Vicente López, el responsable del sector de la fruta de UAGA-COAG, asegura que aproximadamente el 30 o 40% de la producción de fruta aragonesa es para Rusia.


"Actualmente era el único país que estaba tirando de este sector con productos como el paraguayo, la nectarina y el melocotón rojo", sostiene. Cada año este departamento enviaba más de 2.500 toneladas al país ruso.


Otro sector que hace grandes envíos a Moscú es el de la carne, que aunque el pasado año solamente exportó 5.500 toneladas, de media en los cinco años anteriores se llevó 12.000 toneladas. Cuando en febrero de este año, Rusia ya cerró sus puertas a la entrada de carne de porcino europea, el portavoz del sindicato agrario de UAGA-COAG, Miguel Ángel Blanco ya destacó que el cierre de la frontera es preocupante y que se debe ser cautos si la situación se mantiene en el tiempo.

Otra visión del problema

Pese a que grupos como UAGA-COAG se muestran asustados por el devenir del futuro de la economía aragonesa, otros como ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) se encuentran expectantes ante nuevos acontecimientos. "Cuando hace unos meses Rusia cerró sus puertas a la UE con el conflicto de Ucrania, pensamos que era un gran problema y que la situación sería insostenible. Sin embargo, Francia y Alemania se dedicaron a comprar porcino en España y después, cuando se levantó el cierre, se lo vendieron a Rusia", subraya José Fernando Luna, portavoz de ASAJA.


De este modo, considera que la mejor opción es esperar a ver cuáles son los movimientos del mercado. "No queremos que se siembre el miedo y se venda a la baja, especulando así con la venta tanto de frutas como de cerdo de Aragón", destaca.

La fruta, un sector en crisis

La decisión de Rusia de cerrar sus puertas a los productos perecederos europeos supone la última mala noticia que podían recibir los agricultores aragoneses. “Tenemos las neveras llenas y si no conseguimos enviar los camiones que tenemos preparados no sé qué vamos a hacer con tanta fruta”, resalta Carlos Soldevilla. Y es que este sector acumula en la última temporada -que termina a mediados de septiembre- varios problemas como la sobreproducción y la bajada de la demanda a causa de las bajas temperaturas.


Con los primeros problemas, los agricultores ya destacaban que iban a acabar ahogados con los gastos, ya que, según calculaba Soldevilla, el coste de cada kilo producido es de 0,24 euros, mientras que esperaban que se vendiera por unos 0,15 euros, casi la mitad de lo que cuesta producirlo. Ahora además, habrá que añadirle las pérdidas que podría suponer no vender en Rusia y tenerlo que hacer en España, con precios todavía más bajos por el exceso de producción.