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Disfunción eréctil y problemas de fertilidad: Quirónsalud responde a los lectores

El urólogo Joaquín Navarro ha contestado a las dudas recibidas en Heraldo.es.

Imagen de archivo.
El urólogo Joaquín Navarro, de Quirónsalud, responde a los lectores.
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Actualmente, internet es la fuente de información más utilizada. Por eso, las dudas sobre salud se han convertido en algunas de las más populares entre los usuarios de la red. Para ayudar a los internautas a obtener las respuestas más certeras, el doctor Joaquín Navarro, urólogo miembro del equipo de Quirónsalud Zaragoza, ha respondido a las cuestiones que los lectores han enviado al consultorio médico patrocinado de Heraldo.es.

Para un diagnóstico más concreto, el doctor recomienda la visita a un especialista.

Cáncer de próstata

Pregunta del lector: Buenos días. Tengo 35 años y a mi padre, que tiene 61, le acaban de detectar un cáncer de próstata. He leído en internet que esta enfermedad puede ser hereditaria. ¿Qué puedo hacer para prevenirla?

Respuesta del doctor: Efectivamente los estudios epidemiológicos hacen pensar que el cáncer de próstata tiene un componente familiar y genético. El riesgo de padecer un cáncer de próstata aumenta en dependencia del número de familiares afectados, el grado de parentesco y la edad del diagnóstico.

En este sentido, se clasifican los tumores prostáticos en tres tipos: esporádicos, familiares y hereditarios cuando no existen antecedentes familiares, cuando existe más de un pariente afectado o cuando existen tres generaciones consecutivas o dos familiares de menos de 55 años respectivamente. Los primeros representan el 85% y los familiares y hereditarios el 15%.

Existen diversos estudios que han sido enfocados en la detección de los factores de riesgo, y del mismo modo que en otro tipo de tumores existen unos agentes o circunstancias que si que pueden influir significativamente en el desarrollo de un tipo de tumor concreto (tabaquismo y cáncer de pulmón por citar un ejemplo típico) no es tan concluyente en el caso del cáncer de próstata. Los andrógenos, la vitamina D, los estrógenos, entre otros son factores que han sido estudiados sin llegar a unas conclusiones relevantes. Otros factores estudiados cuyos resultados pueden ser incierto han sido el tabaquismo, la dieta, la actividad sexual, las grasas, obesidad o el alcohol. Entre estos últimos si que parece existir una relación entre el consumo de grasas y el desarrollo de la enfermedad, no siendo tan evidente con los otros citados.

En cuanto a la prevención del cáncer de próstata, las recomendaciones se dirigen en la misma línea. No existen, a priori, unas sugerencias o consejos preventivos específicos para evitar la aparición de este tipo de tumor. Se han realizado investigaciones con diferentes fármacos como los inhibidores de la 5 alfa reductasa (empleadas para la hiperplasia de próstata) o las estatinas (fármacos que reducen el colesterol), con selenio (presente en el huevo, pollo, lácteos, etc.), vitamina E, soja, licopeno (se halla en principalmente en el tomate) o con te verde y sus resultados no muestran una eficacia significativa en la prevención por lo que actualmente no existe un argumento sólido para considerarlas factores preventivos.

¿Qué debemos aconsejar entonces a los pacientes que consultan por este motivo? Lógicamente, el hecho que los factores de riesgo no demuestren un aumento en la incidencia del cáncer de próstata no supone que recomendemos un consumo libre de alcohol, tabaco o grasas. Evidentemente el punto de partida de una vida sana es cumplir con una serie de hábitos saludables. Es por eso que nuestro principal objetivo en el caso que se plantea en el enunciado, ya que no existen medidas preventivas específicas, es hacer un diagnóstico precoz de la enfermedad en caso de que aparezca, que como comentamos al principio no cumple criterios de ser una enfermedad hereditaria. Los evidencia científica hoy en día cuestiona los programas de 'screening' mediante la determinación del PSA, no obstante seguimos utilizando esta herramienta tratando de detectar en sus fases iniciales. El punto de corte de la edad a partir de la cual solicitaríamos el PSA suele ser entre los 40 y 45 años en casos de antecedentes familiares a diferencia de los 50 años para el resto de la población por lo que podríamos concluir la respuesta a esta pregunta que a partir de la década de los 40 años, debería comenzar a realizar una determinación anual del PSA. 

Falta de sensibilidad

Pregunta del lector: Soy un chico con espina bífida. Por mi discapacidad tengo falta de sensibilidad en la zona genital así como limitación en las erecciones y en la eyaculación al mantener relaciones sexuales. ¿Es en mi caso la viagra el mejor tratamiento para poder tener relaciones sexuales completas?

Respuesta del doctor: Para que los lectores contextualicen la pregunta y su respuesta iniciaremos esta comentando que es la espina bífida: el Síndrome de la Espina Bífida es una patología congénita multiorgánica con múltiples secuelas, secundarias a una malformación del conducto neural espinal, variable según estructuras afectadas y nivel de la lesión. Hoy por hoy no tiene una curación definitiva y es una patología crónica con una variabilidad clínica muy amplia pero con alta supervivencia.

Las razones que provocan estas alteraciones en el tubo neural pueden ser tóxicas, genéticas, alimenticias, incluso se han sugerido infecciones por hongos, si bien es cierto que hoy en día no se conoce cual es la causa de esta patología.

Más de 20 especialidades médicas pueden llegar a participar en los casos más severos y complejos ya que el abanico de malformaciones, disfunciones y secuelas y, en definitiva, de síntomas secundarios a estas puede ser muy amplio. Las más comunes serán alteraciones neurológicas, ortopédicas, urogenitales, digestiva, endocrina o psicológicas.

Dentro de las urogenitales, como bien se cita en el enunciado de la pregunta están las disfunciones sexuales provocadas por la suma de diferentes factores sensitivos, motores o psicógenos. Existen diferentes estudios que han sido orientados a saber diferentes datos sobre la sexualidad de los pacientes con espina bífida. Por citar algunas cifras de un estudio español muy interesante: el 90% de los pacientes presentan deseo sexual pero sin embargo solo el 50% tuvieron algún tipo de actividad sexual. De estos, el 50% presentaron dificultad física para la relación y cualquier tipo de dificultad o impedimento (disfunción eréctil, anosgarmia, incontinencia, etc.) en más del 60%. Solo el 22% valoraron su vida sexual como satisfactoria.

Con el objetivo de mejorar la vida sexual de un paciente con espina bífida debemos tener un punto de partida: no existirá una buena salud sexual si la salud general no es buena y para ello, como se citaba previamente, será necesario una asistencia multidisciplinar. Por otro lado, la información sexual a pacientes y familiares pueden resolver o al menos asentar unas buenas bases antes de la aparición una disfunción sexual.

A la hora de tratar un caso como el propuesto, debemos ponderar que puede tener más peso a la hora de provocar cual es la causa, la alteración puramente neurológica, la influencia psicógena u otros factores (como los ortopédicos, por ejemplo). Por supuesto, nuestro papel y del resto de los participantes en el tratamiento de un caso así es intentar potenciar y mejorar todos ellos. Si ya nos centramos en el tratamiento farmacológico de la disfunción eréctil, efectivamente los fármacos orales (sildenafilo como cita el autor de la pregunta o cualquiera de las otras opciones comercializadas) han mostrado buenos resultados en cuanto a la calidad de la erección, aumento del número de relaciones, mejora en la autoestima y en definitiva, mayor satisfacción y calidad en la esfera sexual de un paciente con disfunción eréctil y espina bífida.

Los temas sexuales, tratados conjuntamente entre urólogos, sexólogos y neurólogos, entre otros, han de ser personalizados e individualizados para cada paciente, por lo que el uso generalizado e indiscriminado de fármacos, no sería una afirmación razonable, si bien es cierto que estos van a mostrar una opción muy válida y eficaz para este tipo de pacientes.

Problemas de fertilidad

Pregunta del lector: Llevo 8 meses intentando que mi mujer se quede embarazada y, a pesar de todos nuestros esfuerzos, no lo hemos conseguido. Ella ha ido al ginecólogo y, en principio, todo está bien. Tengo miedo de que el problema sea mío. ¿Qué puede estar fallando?

Respuesta del doctor: Los temas relacionados con la fertilidad son un motivo de consulta frecuente en nuestro día a día. Según algunos autores, el factor que más impacto supone en el incremento del número de parejas que solicitan ayuda médica para poder concebir un hijo es la edad, sobre todo la edad de la mujer. Tanto en el hombre como en la mujer la edad supone un obstáculo para mantener una adecuada fertilidad. La biología femenina esta diseñada para conseguir un embarazo a una edad significativamente menor que la edad a la que hoy en día las parejas buscan un hijo. Los motivos sociales, laborales, económicos, familiares, entre otros, hacen que las parejas actualmente demoren el deseo de formar sus familias. Si analizamos cifras, el potencial de fertilidad de la mujer desciende al 50% a los 35 años, al 25% a los 38 años y al 5% a los 40 años.

La edad también hace que nuestra forma de trabajar sea diferente. Es decir, siempre que una pareja consulta por este motivo se les explica que estamos ante una patología cuyas soluciones pueden demorarse en el tiempo. Muchas veces, mucho más de lo que los pacientes podían haberse planteado, y eso hace que las sensaciones negativas de desespero y angustia influyan de forma negativa en su estado anímico. Además, la edad de la mujer, en ocasiones, nos obliga a los profesionales a tomar decisiones mucho más diligentes y activas anticipándonos a que la edad fértil finalice. Este comentario hace referencia al enunciado de la pregunta, ya que según la OMS se considera una posible infertilidad cuando una pareja lleva 12 meses intentando conseguir un embarazo sin éxito. El lector no aporta el dato de la edad pero es cierto que, según la edad de la pareja, empezamos a estudiarles antes de los 12 meses que sugiere la OMS.

La infertilidad afecta tanto a mujeres como a los hombres por lo que es fundamental que ambos sean estudiados simultáneamente para alcanzar un adecuado diagnóstico. Dentro de las causas masculinas, lo que llamamos factor masculino, podemos encontrar anomalías urogenitales congénitas o adquiridas, infecciones, tumores, causas inmunológicas, hormonales o genéticas. En un 44% de los varones no encontramos la causa, lo cual supone un problema añadido a la preocupación del paciente y una dificultad para el urólogo.

Centrándonos en el motivo de la consulta, el punto de partida para estudiar un factor masculino es una completa historia clínica y exploración física y la realización de un espermiograma que analice parámetros del semen tales como el recuento de espermatozoides, la movilidad y su morfología. A partir de ahí, otro tipo de herramientas tenemos a nuestro alcance, estudio hormonal, ecografía, estudio microbiológico, estudio genético, biopsia testicular, etc.

En función de los hallazgos, si encontramos una causa concreta, se podrá ofrecer un tratamiento específico para ese determinado paciente. Si por el contrario, nos encontramos ante un espermiograma alterado pero el resto de pruebas no aporta información para poder determinar cual o cuales han sido las causas, lo que llamamos una infertilidad masculina idiopática, no puede ofrecerse un tratamiento concreto y usaremos tratamientos empíricos cuyos resultados son muy variables tanto en tasas de mejora de la calidad del semen como en las tasas de paternidad. Afortunadamente, los avances en las técnicas de reproducción asistida permiten que muchas parejas alcancen su meta con éxito sea cual sea el factor que ha provocado al infertilidad.

En respuesta a la pregunta que ha formulado el lector, la conducta más adecuada y recomendable, si la edad lo permite, sería esperar sin perder la calma a esos 12 meses que recomienda la OMS pero si por el contrario, la edad ya empieza a plantear un problema, la realización de una valoración por un urólogo y la realización de un espermiograma, sería el punto de partida. 

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