Las economías dinámicas y competitivas, capaces de crear empleo, son aquellas que pasan por la industrialización inclusiva y sostenible y se apoyan en la innovación y las infraestructuras. Todos estos factores desempeñan un papel clave a la hora de introducir y promover nuevas tecnologías, facilitar el comercio internacional y permitir el uso eficiente de los recursos.

A pesar de esto, todavía queda un largo camino por recorrer para que el mundo pueda aprovechar al máximo su propio potencial, en especial, en los países menos desarrollados, que necesitan acelerar la promoción de de sus sectores manufactureros si desean alcanzar la meta de 2030. El crecimiento de este sector a nivel mundial ha ido disminuyendo constantemente y la irrupción de la pandemia está afectando gravemente a estas industrias, lo que está provocando alteraciones en las cadenas de valor mundiales y en el suministro de productos. Además, se trata de un sector especialmente importante ya que el efecto multiplicador del empleo que tiene la industria repercute de manera positiva en la sociedad. Cada puesto en el sector manufacturero crea 2,2 empleos en otros ámbitos de la economía.

En cuanto a las infraestructuras básicas –como las carreteras, las tecnologías de la información y las comunicaciones, el saneamiento, la energía eléctrica y el agua–, estas siguen siendo escasas en muchos países en desarrollo. Actualmente, entre 1.000 y 1.150 millones de personas carecen de acceso a servicios de telefonía fiables. En todo el mundo, 2.500 millones de personas no disponen de acceso a servicios básicos de saneamiento y casi 800 millones de personas carecen de acceso al agua. En los países en desarrollo, apenas el 30% de la producción agrícola se somete a procesamiento industrial.

En cuanto a lo que los países del primer mundo pueden hacer por los que se encuentran en vías de desarrollo, desde la Organización de las Naciones Unidas señalan: "Establecer normas y reglamentos que garanticen la gestión sostenible de los proyectos e iniciativas empresariales; colaborar con las organizaciones no gubernamentales y con el sector público en la promoción del crecimiento sostenible en los países en desarrollo y pensar cómo afecta la industria a la vida y el bienestar y utilizar las redes sociales para presionar a los responsables de la formulación de políticas para que den prioridad a los Objetivos de Desarrollo Sostenible".

El reto de las renovables

En 2015, año en el que se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 17,5% del consumo final de energía en el mundo fue de fuentes renovables. En España, en 2020, las energías verdes produjeron casi el doble de electricidad que la nuclear. Así lo afirma el Informe del sistema eléctrico español 2020 realizado por Red Eléctrica de España (REE), que señala que el año pasado se cumplió un máximo histórico de generación eólica (produjo el 21,9% de la demanda eléctrica nacional) y solar (supliendo el 8% de los kWh del país). Estos datos dan cuenta de que España puede ser líder en el uso de energías limpias y cumplir con los objetivos de la ONU.

Las metas del ODS número 9 son:

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