H asta la irrupción de la pandemia, muy pocos habían oído hablar de confinamiento domiciliario, aunque ya existiera un grupo de personas, unas 100.000 en España, que, de manera forzosa y debido a sus circunstancias personales y a las de su hogar, vivieran de manera permanente sin poder salir de sus casas.

Según el último estudio elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios en colaboración con la Cátedra Unesco de Vivienda de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, en 2018 –fecha límite para el cumplimiento de los requisitos de accesibilidad universal recogidos en el Real Decreto Legislativo 7/2015–, solo el 0,6% de los casi diez millones de edificios de viviendas en España cumplían los criterios de accesibilidad universal para personas con movilidad reducida o discapacidad. De ellos, el 63% no eran accesibles al portal desde la calle, el 22% carecía de ascensor y solo un 29% contaba con videoportero.

A pesar de que el 40% de los participantes en esta investigación reconocieron que creían que en sus edificios debían llevarse a cabo estas reformas, destacaban como motivos para el incumplimiento de la normativa el desconocimiento legal y la falta de recursos económicos, ya que solo el 10% de las obras de adaptación realizadas habían sido financiadas con ayudas de la Administración pública.

El estudio también mostraba que en el 20% de los edificios se habían realizado reformas para mejorar la accesibilidad en los elementos comunes, porcentaje que alcanzaba el 34% en las comunidades con persones con discapacidad. La instalación de rampas (57%) y de ascensores (35%) y la adaptación de puertas de acceso (34%) fueron las obras más comunes, seguidas por elementos de servicio, como buzones o porteros automáticos (23%), escaleras (22%) y piscina y garaje (18%).

más allá de las barreras Para la Fundación Mutua de Propietarios, las viviendas accesibles no son solo aquellas en las que no existen barreras arquitectónicas que imposibilitan el acceso, sino también las que se adaptan a las necesidades de quienes residen en ellas.

Además de en el edificio, algunas personas también pueden encontrar dificultades en el interior de sus viviendas. Debido a esta circunstancia, el 28% de las familias que residían con una persona con discapacidad o con problemas de movilidad tuvieron que realizar obras para modificar su vivienda. El tamaño de las puertas, los aseos, la altura del mobiliario, los suelos o la ausencia de agarraderas son algunos de los problemas más comunes.

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