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Historias de estrellas y brindis ante la chimenea encendida en el monasterio turolense de Estercuel
Los frailes de Nuestra Señora del Olivar organizan jornadas de astroturismo para divulgar la calidad del cielo en las Cuencas Mineras.
El cielo nocturno en primavera tiene un brillo especial. Lo saben bien los monjes del convento de Nuestra Señora del Olivar de Estercuel, que habitan en medio de uno de los entornos naturales con menor contaminación lumínica de la provincia de Teruel. Alejados de grandes núcleos de población y polígonos industriales, los frailes disfrutan de una visión celeste privilegiada.
Para compartirla, han organizado una serie de jornadas de astroturismo que arrancan este viernes, 12 de abril, y continuarán todos los fines de semana hasta los últimos días del otoño. Paseos por la naturaleza, avistamiento de estrellas con telescopio y sin él, narración de historias y leyendas sobre las constelaciones y un brindis ante la chimenea encendida del Salón de Peregrinos del monasterio, son algunas de las actividad de un programa que gana seguidores entre quienes quieren huir por unos días del mundanal ruido que Fray Luis de León hiciera famoso en el siglo XVI con su Oda a la vida retirada.
La entrada para adultos son 10 euros mientras que los niños pagan cinco. El convento, lugar en el que en el siglo XVII Tirso de Molina escribió 'La dama del Olivar', es una hospedería donde se puede comer y dormir, lo mismo que en las casa rurales de los pueblos más próximos, como el propio Estercuel -a cuatro kilómetros del monasterio-, Cañizar del Olivar, Gargallo, Crivillén, Ejulve o Montalbán, o en el Balneario de Ariño, de cuatro estrellas.
Una constelación muy turolense
Este fin de semana, por ser el del estreno, fray Fernando Ruiz, una de las pocas almas que moran en el convento turolense, tiene preparada una sorpresa para los visitantes. En plena oscuridad y con su puntero láser mostrará que ha encontrado una constelación que bien podría representar a Teruel, pues tiene forma de jamón. “Sale ahora ahora por el este y se encuentra siguiendo la indicación de la cola de la Osa Mayor, hasta las estrellas Bootes y Arturo, situándose justo encima del monasterio”, explica el religioso con voz entusiasmada. “Nadie la ha visto antes, deberíamos hacer más gala de nuestro cielo”, subraya.
Fernando Ruiz relatará también ante las estrellas la leyenda de Hércules y el león de Nemea, de cómo el hijo del dios Júpiter logró dar caza a la bestia no sin esfuerzo, paciencia y estrategia. Para este monje mercedario, será un momento “que invitará a la reflexión pues la historia de la constelación de Hércules enseña que, frente a las adversidades, la perseverancia permite encontrar la solución”.
No será solo fábula. Ruiz acompañará la narración de citas científicas sobre las estrellas visibles y a ello seguirá una sesión de fotografía nocturna, tal y como se ha hecho en jornadas similares celebradas en años anteriores.
Para el fin de semana del 20 y 21 de abril, la protagonista será la luna, en fase creciente, mientras que el viernes 26 de abril la jornada girará en torno a la visión de cúmulos estelares. La contemplación de estrellas en estas fechas tiene lugar en la plaza del monasterio, un espacio que queda en la más completa negrura tan solo apagando las luces de la abadía. Tras la actividad, aún plantados los telescopios, los participantes entran en el salón de peregrinos del convento y, ante el calor del fuego, todavía agradable en las noches de abril, brindan con cava por la belleza del firmamento.
