Turrones para todos los gustos y de (casi) todos los colores

Encontrar en la bandeja de plata para la ocasión, o de nácar -también un clásico en estas fechas- un trozo de turrón blando o del conocido como duro -hecho con almendras, miel y azúcar- es solo comparable con encontrar una aguja en un pajar o con localizar un orejón, un puñado de pasas o un dátil, casi en peligro de extinción.

Hasta hace no tanto tiempo eran los clásicos, no faltaban en ninguna celebración navideña. De hecho, si lo piensan, quienes más los disfrutan son los mayores de la casa. Y es que ahora, el terreno se lo comen los chocolates, pralinés y demás variedades que hasta de colores si los busca bien, los encuentra.

De pistacho, de ron con pasas, de tarta de queso, de arroz con leche o tiramisú, de frutos rojos y hasta de caramelo y sal. Piense un postre al azar y encontrará un turrón que se le parezca. Todos, eso sí, con una maravillosa cobertura de chocolate blanco, negro o los dos ingredientes a la vez, que ya de apariencia son irresistibles.

Y no por existir tanta variedad se demandan menos en el mercado. Cada año encontrar la novedad es un aliciente más, sobre todo si se tiene en cuenta que pasado Halloween, los grandes almacenes ya anuncian que la Navidad no está tan lejos como parece. Y, la verdad, a nadie le amarga un dulce.

Cuestión nada vanal para los que siempre presumen de disfrutar del turrón semanas antes de las fechas navideñas con la excusa de: “A mí me apetece antes de…”. A este ritmo llegará el día en el que acabe agosto y antes de empezar el cole, comamos turrón. Quien dice turrón, dice polvorón, guirlache o frutos secos. Sea como sea y cuando sea, está claro que para gustos los colores, y para los más lamineros, los turrones de cien sabores.